¿Por qué invertir en los planes de destrucción del Ártico de Shell sería muy riesgoso?

Noticia - 24 mayo, 2012
Internacional, 24 de mayo de 2012- Durante estas últimas cinco semanas, los ejecutivos de algunas de las más importantes multinacionales -Aviva, Cairn Energy, RBS, y HSBC entre otras- han mostrado su preocupación ante el fuerte rechazo que sintieron por parte de sus accionistas, dado que el desempeño de estos ejecutivos y sus empresas se fue estancando o notablemente.

 En tanto las multinacionales petroleras como Shell sigan agotando las fuentes de fácil acceso al combustible, cada vez más se acercarán con sus prácticas ambientalmente destructivas a las regiones dueñas del petróleo de alto costo: las profundas aguas del Golfo de Mexico, las arenas bituminosas de Canada y los mares del Ártico en Groenlandia, Rusia, Canadá y Estados Unidos. Greenpeace conoce los riesgos de operar en las profundidades y de los depósitos de arena bituminosa, ya fue documentado el daño que se provoca y ahora Shell desembarca en el mismo lugar que Cairn Energy abandonó, encabezando el arribo de petroleras al Ártico.

Ninguna de las compañías inspira confianza en lo que a perforaciones seguras se refiere: hay una certeza casi absoluta de derrames cuando se perfora en búsqueda de petróleo, pero el Ártico plantea problemas aún mayores. El ente regulador en los Estados Unidos - Bureau of Ocean Energy Management, en inglés- estima que hay una chance cada cinco de que se produzca un derrame de grandes proporciones en apenas un bloque operativo de Shell en el Mar de Beaufort, en Alaska. Como si eso fuera poco, el nivel de preparación de Shell para cualquier tipo de accidente no es ni siquiera precario: es prácticamente nulo.

El peor pronóstico de derrame por parte de Shell se ha cuadruplicado de 5.500 barriles en un día (según su plan de respuesta a emergencias del año 2009) a 25.000 barriles en un día, según su plan de 2011. Al ser interrogada por los legisladores de la Comisión de Auditoría Ambiental, Shell admitió que no tenía pensado probar el funcionamiento de sus equipos en las condiciones extremas que impone el hielo, a pesar de reconocer que el hielo puede estar presente en los sitios de perforación. Justamente, eso sucede en el Ártico.

Igualmente alarmante para los inversores es el hecho de que, ante las preguntas de la misma comisión, Shell admitió no haber calculado los costos de limpieza ante un derrame de grandes proporciones, aún teniendo en cuenta las serias consecuencias financieras que un accidente de este tipo acarrearía. Sumado a ello, se encuentra el hecho de que el combustible en el Ártico sea cada vez menos abundante y mucho más difícil de extraer de lo que la industria petrolera creía, llevando a los analistas de este campo de Bernstein Research a concluir que “los costos de desarrollo [en el Ártico] serán los más altos de la industria, y sus resultados pueden llegar a ser decepcionantes.”

A causa de los enormes riesgos ambientales de querer extraer hasta la última gota de petróleo -tanto para la región del Ártico en sí como para el clima de todo el planeta- no es sorprendente que millones de personas alrededor del mundo estén comprometidas en detener los planes de expansión de Shell en el Ártico. Lo que este informe muestra es que, aún en el caso de que el ambiente no les importe, los inversores deberían preocuparse por los riesgos que corren su dinero y su futuras ganancias en manos Shell.

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