¿Cómo te acercaste a Greenpeace?
Quise entrar en Greenpeace desde que estaba estudiando en la Escuela
Naval, cinco años después de graduarme pude hacerlo. Siempre estuve
orientado hacia la naturaleza y la conservación del medio ambiente y desde
ese entonces estoy en este cuento de salvar al planeta.
¿De dónde surge tu vocación?
Crecí en una familia muy conectada con el campo, mis abuelos eran campesinos, y casi
todas las vacaciones las pasaba con ellos ahí. Eso me permitió ver y tener
muchas otras experiencias que otros no tienen: tomarme un vaso de leche
recién ordeñado, coger una fruta de un árbol, me marcó montones. A medida
que fui creciendo en contacto con el campo creció mi inquietud.
¿Cómo son los barcos de la organización?
Los barcos de Greenpeace, en comparación con los mercantes, hay
diferencias muy grandes. En términos de sustentabilidad utilizamos los
repuestos, partes y comida de origen sustentable. En la parte de máquinas
se buscan sistemas que consuman menos energía fósil, aunque todavía se debe
mejorar la tecnología disponible.
¿Cuál es tu trabajo en Greenpeace?
Mi trabajo es en la sala de máquinas. Por formación soy marino mercante
profesional, especializado en las máquinas de los barcos. Y también soy
parte del activismo de la organización.
¿Qué es ser activista?
Implica una gama de actividades muy variadas. Acompañar y orientar a los
invitados, participar en las campañas, las acciones. En mi caso con el
tiempo fui mejorando el manejo de los botes, también hago un poco de
escalada, buceo. Cada uno de nosotros tiene distintas orientaciones, es
totalmente voluntario. Con la gama de campañas que maneja Greenpeace,
siempre eres parte de una temática interesante
¿Con qué campaña te sientes más identificado?
Es complicado porque el tiempo de embarcación es de alrededor de tres
meses y abarcas distintas temáticas. La que más tengo cerca del corazón en
este momento es la campaña de páramos, porque es la campaña colombiana y me
llega mucho porque tengo una casa en el límite con ellos y estamos tratando
de defender esa zona. Esa es mi campaña consentida.
¿Qué crees que es lo más importante que tiene que ocurrir en Colombia
para salvar a los páramos?
Se necesita voluntad institucional, para poder ponerle un freno a los
intereses comerciales de la minería. Son temáticas que no son blanco o
negro, porque comunidades que dependen de esto y entonces hay que abrirles
otras opciones para que puedan tener una vida digna sin esta minería que
está acabando con el medio ambiente.
Se dice que Greenpeace es una gran familia, ¿cómo es combinar esa
familia con la espera en casa?
Sin el apoyo de mi familia no podría hacerlo. Saben a lo que me dedico,
saben que es mi pasión pero sin ellos no podría. De todos modos, el estar en
un barco es como estar en familia, nos cuidamos los unos a los otros y,
obviamente, también hay conflictos de convivencia. Pero también eso
enriquece la experiencia.
¿Qué pensaste cuando te enteraste que Greenpeace iba a trabajar
sostenidamente en Colombia?
Fue alcanzar una meta grandísima. Incluso antes de empezar a trabajar en
los barcos estaba intentando en llevar a GP a Colombia, había escrito
cartas a muchas oficinas. Ya haberlo hecho realidad es una emoción muy
fuerte. Sé que es un proceso que va a tomar tiempo, que hay que hacerlo
poco a poco para consolidarlo muy bien. Se avanza despacio pero con paso
firme.
¿Qué puedes hacer tú?
- Firma la campaña y embárcate con nosotros para salvar el Ártico.
- Sigue nuestra expedición en redes sociales.