Las cosas que se vuelven constantes o cotidianas pueden llegar a pasar desapercibidas. Muchos de nosotros no pensamos en el origen del agua que usamos todos los días. Sobre todo en las ciudades es difícil imaginar el proceso que sigue el agua hasta llegar a nuestra llave, pero nunca está de más detenerse un momento en este asunto.

Tan sólo en la Ciudad de México la situación del agua es preocupante y digna de atención. A través del tiempo la cuenca en la que se levanta nuestra ciudad ha ido perdiendo capacidad de recarga y de autorregularse con respecto a los picos de lluvia: el agua que antes fluía por los cauces de los ríos ahora pasa entubada debajo de muchas avenidas mezclada con aguas negras. Cuando las lluvias son muy fuertes y las tuberías no son suficientes para darle salida, escurre libremente inundando las vialidades.

Si a lo anterior sumamos la sobreexplotación de este vital recurso desde las profundidades de la ciudad, entendemos el por qué  la Ciudad de México se está hundiendo en diferentes partes. Durante el Siglo XX, se ha hundido un total de 9 metros (9 cm/año en promedio).

Inundaciones, hundimiento, ¿todavía hay más? Desgraciadamente, sí. La distribución de agua potable en esta urbe no es equitativa en calidad ni en cantidad: en las zonas de más bajos recursos son constantes las quejas por la discontinua y escasa disponibilidad de agua y por su mala calidad: el 77% de la población de más bajos recursos recibe 128 litros por segundo al día; en contraste el 2% de la población de más altos recursos en zona residencial dispone de 567 litros por segundo al día.

El 10% de la población recibe agua mediante un sistema de tandeo semanal (1 a 2 días por semana); el 15%, por tandeo diario (con buena presión por sólo 8 horas al día en promedio); y el 56% de la población recibe lo que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM)  califica como "buen servicio" (servicio continuo de agua potable, pero dependiente de la sobreexplotación de los acuíferos).

Ante todo esto, seguro te preguntas si hay algo por hacer. Y claro, la respuesta es sí. Empecemos por hacer consciencia de los recursos con los que contamos, cómo aprovecharlos mejor y cómo podrían ser distribuidos equitativamente y a partir de hoy piensa que el agua que desperdiciamos, puede ser la misma que a otro le esté haciendo falta y que mañana, ese otro, puedes ser tú.

Echa un vistazo a la siguiente infografía realizada por Taller 13 para entender mejor la situación del agua en la ciudad: