Pensar en que la Tierra se enferma, y como consecuencia los animales y los seres humanos que habitamos en ella, y que no hay solución… ¡no!, ésa no es mi forma de ver las cosas. Creo que hay otra forma de vivir, una en la que se construye y se conserva. Es posible crear, avanzar, conocer, pero siempre respetando la vida.

Greenpeace es una organización llena de amor,  un amor respetuoso, fraterno no solo con los seres humanos, sino con plantas, animales e incluso con aquello que consideramos no vivo, como el agua, la tierra, todo. Por eso estoy aquí, porque veo en Greenpeace una vía para hacer real mi creencia, que se define mediante su nombre: Paz Verde.

Quiero contarles de la herramienta más importante de la organización, una que tiene una energía totalmente limpia, renovable, inagotable e implacable: la  gente. Pero, ¿cuál gente? ¡Ah! Pues la que apoya con sus contribuciones a la organización. No hay que olvidar que Greenpeace se sostiene gracias a las donaciones de personas como tú, y como yo, de todo el mundo. . . y  no recibe dinero de empresas ni de partidos políticos.

También están las personas que aportan su tiempo y su talento para conseguir los propósitos de la organización, esas personas, somos los voluntarios. Y es que, cuando me preguntan por qué estoy con Greenpeace o qué es lo que hago como voluntaria . . . ¡caray! No son preguntas que se respondan con dos palabras, pero trataré de contarles: ser voluntaria en esta increíble organización es emplear parte de mi tiempo en un objetivo que no tiene que ver solo conmigo, es buscar el apoyo de la gente para poder conseguir cosas importantes para el medio ambiente, llevar información para buscar una toma de conciencia. Me gusta que la gente se entere de lo que está ocurriendo, que conozca formas de acción y que las practique, desde lo más pequeño en casa, hasta lo más grande que esté al alcance de sus manos.

En México, por ejemplo, logramos detener dos veces la construcción de un complejo turístico en Cabo Pulmo, que habría destruido gran cantidad del arrecife y todo lo que eso implica. Ahora mismo formamos parte del frente común en contra de la comercialización de maíz transgénico en el país, gracias a lo cual aún sigue sin autorizarse la siembra de estas semillas y seguimos trabajando en defensa de nuestro grano. También hemos aportado una fuerte cantidad de firmas para pedir que el Ártico no sea perforado por empresas petroleras y que esa zona sea declarada área protegida.

Si los seres humanos buscamos trascender, una buena manera de hacerlo es dejar en mejores condiciones lo que nos ha sido dado. Se trata de dejar detrás de sí mismo una estela de vida.

Quisiera concluir diciendo que este nuevo Rainbow Warrior -que es un barco sustentable- ha servido ya, durante  dos años, para conseguir los propósitos de Greenpeace. Y ahora está ayudando a mostrar al mundo, en particular a los mexicanos, todo lo que significa esta organización y lo que la gente puede lograr para crear un mundo en el que podamos vivir, en el presente, sin comprometer el futuro de las  generaciones que vienen.

Si tú también quieres ser un guerrero del arcoíris y acompañar al  Rainbow Warrior en su recorrido por México entra a www.subetealbarco.org