Tan necesaria para todos, tan ausente para muchos, tan presente y mal valorada por otros: el agua es un recurso al que estamos tan acostumbrados que no volteamos a verlo hasta que hay algún problema relacionado con él.

Escasez, inundaciones, contaminación, conflictos de posesión, son algunos de los conflictos presentes que nos obligan a preguntarnos ¿qué está pasando con el líquido vital en nuestro país?

La realidad es que aunque el agua es un derecho humano reconocido incluso en nuestra Constitución (art. 4) y que deja muy claro “que toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de este recurso para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”. Este derecho no es una realidad para todos, 10 millones de personas en México no tienen líquido potable.

También es una realidad que México ocupa el lugar 106 de 122 en el tema de calidad a nivel mundial y más del 70 por ciento de ríos y otros afluentes están contaminados en algún grado, lo que merma el nivel de disponibilidad de este vital líquido.

Sí, el derecho humano al agua está en el papel, pero no es una realidad aunque el Estado esté obligado a garantizarlo.

Lamentablemente, los mexicanos seguimos en espera de una Ley que defina -como también lo establece la Constitución-, “las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos“, aunque tenerla no parece no ser una prioridad para la Comisión Nacional del Agua (Conagua), organismo encargado de la política hidráulica del país.

En el marco del Día mundial del Agua, que se celebra este 22 de marzo, la semana pasada el titular de Conagua, Roberto Ramírez de la Parra, anunciaba la puesta en marcha de cuatro líneas de acción que conformarán la estrategia nacional “Por un México Con Agua”: una carrera, la primer línea; la creación de un disco con 14 temas y que será distribuido de manera gratuita por Internet, una exposición fotográfica llamada “Agua” la segunda y la tercer línea y finalmente, como cuarta línea, anunció la presentación de la miniserie animada de 12 capítulos “Itzel y Sonia en busca de los guardianes del agua” que será transmitida por dos canales de televisión… y no es que estas medidas sean malas.

Todo cuenta cuando se trata de despertar y consolidar lo que llaman la cultura del agua pero a los mexicanos nos hubiera gustado escuchar también el anuncio de una estrategia más enfocada a hacer el derecho al agua, una realidad.

Para ello, un paso fundamental es la nueva Ley General de Aguas. Durante 2015, Greenpeace en conjunto con otras organizaciones elaboró la propuesta de Iniciativa Ciudadana de Ley General de Aguas pero no prosperó, aunque afortunadamente tampoco la controvertida propuesta entonces presentada por Conagua al legislativo.

La ausencia de esa Ley da ahora tanto a dicho organismo como al presidente de la Comisión de Agua Potable y Saneamiento, José Ignacio Pichardo y demás legisladores, de partir de cero y crear y aprobar una nueva Ley General de Aguas que garantice nuestro derecho humano a este recurso.

Para ello, el nuevo ordenamiento debe considerar cuatro puntos básicos: 

1.- Disminutir la huella hídrica de la agricultura. El 86 por ciento de la Huella Hídrica de una persona en nuestro país consiste en productos alimentarios y bebidas ya que el modelo de agricultura industrial que prevalece en nuestro país consume enormes cantidades de agua.

2.- Replantear el manejo del recurso hídrico en las grandes ciudades. El modelo de manejo de agua de la Ciudad de México es un ejemplo de lo que hay que cambiar porque está basado en la sobreexplotación: cerca de 70 por ciento proviene del acuífero a una tasa que impide su recarga; 45 por ciento se obtiene como resultado de la sobreexplotación, importación y despojo; alrededor de otro 27 por ciento se “roba” de las cuencas Cutzamala y Lerma-; y desperdicio del agua pluvial, y su exportación junto con las aguas residuales sin tratar: sólo se “limpia” aproximadamente 10 por ciento.

3.- Evitar la contaminación tóxica de las fuentes de agua. En México más del 70 por ciento de los ríos están contaminados y solamente una docena de sustancias están reguladas y hay muy pocos recursos y voluntad de hacer las inspecciones necesarias para que las empresas dejen de contaminar.

4.- Generar una nueva cultura participativa de cuidado del agua. Los ciudadanos tenemos el derecho humano al recurso, pero al mismo tiempo la responsabilidad de cuidarlo. En otro binomio, somos parte del problema al hacer un uso irracional de ella o al contaminarla, pero también podemos ser parte de la solución.

*Artículo publicado originalmente en Sinembargo.mx