Voluntario de Greenpeace trabajando en una de las sedes de la COP 16Hoy me desperté temprano. Por fin pudimos dormir un poco más, han sido días ajetreados.  El ir y venir de la COP nos trae a todos un poco trastornados. A veces no tenemos tiempo ni de comer, otras veces se nos olvida que tenemos que comer. En la casa donde nos quedamos van cambiando las personas, intentamos tener todo lo más ordenado posible, pero aun así es difícil, una sola tarjeta para el internet y 5 computadoras hacen la conexión en la red algo complicada. La bodega se ha vuelto nuestra segunda casa. Aunque yo puedo ir a la mía ya que vivo en Cancún, pero sólo para recoger algunas cosas y regresar.

La producción de las cosas que se usan en el Cancún Messe las tenemos que tener listas y presentables a la brevedad posible: que si cortar madera, que si pegar o conseguir los materiales, es en lo que nos especializamos en estos días. Nosotros nos arreglamos para hacer todo lo que se necesita y más cosas que surgen de último momento.

Entre todo este ir y venir terminé ayer en la camioneta que llevaba al piloto del globo que pusimos en Chichén itzá al aeropuerto, un señor holandés de casi 70 años que lleva casi 30 años con Greenpeace, si bien el camino es largo, no lo es tanto para escuchar la cantidad de anécdotas que tiene. Me platica de cómo lograron sobrevolar en la cumbre del G8 en Alemania.  Por lo regular, la gente que tiene mucho tiempo en Greenpeace o muchas acciones en su haber es más complicado que cuente su historia, pero en el caso de Ton, le brotan solas. Inclusive trae fotos impresas de la prueba y el inflado del globo en la cubierta del Arctic Sunrise.

Hace frío en Puerto Morelos. Para nosotros los cancunenses cualquier temperatura que baje de los 20 grados es digna de hacernos poner una sudadera. Hoy como el día es más relajado lavaremos las camionetas y seguiremos estando pendientes de todo el desarrollo y de las eventualidades en las que podamos hacer algo de ayuda.  Si bien no salimos en la foto, sabemos que somos una buena parte del motor de la organización, y tenemos que estar al pendiente para saltar cuando tengamos que hacerlo.  Yo me despierto con mi café de buena calidad y espero que en un momento pueda, por fin, ir al barco y saludar a mis amigos de la tripulación.  Si no los veo será triste, pero también me sentiré bien por que se que ha sido por el trabajo que estamos haciendo por el mismo fin:  Salvarnos del cambio climático.