Demandan una Ley de Bioenergéticos que no afecte la soberanía alimentaria

Noticia - 13 septiembre, 2007
Tras el veto presidencial a la “Ley de promoción y desarrollo de bioenergéticos” -aprobada en abril pasado por el Congreso- se abren nuevas oportunidades para garantizar que las políticas de desarrollo de bioenergéticos no afecten la soberanía alimentaria y contribuyan realmente a mitigar el cambio climático, señalaron organizaciones ambientalistas, campesinas e internacionales.

Variedades de maíz criollo mexicano

Y es que la producción de los biocombustibles no puede sustentarse en un enfoque primordialmente agrícola ni pretender promover plantas de producción de etanol a partir de maíz (lo cual es incoherente). Lo anterior fue señalado por las organizaciones ANEC, CEMDA, Fundación Heinrich Böll, Greenpeace, Oxfam y RMALC.

Susana Cruickshank de Oxfam-Internacional opina: "Cualquiera que sea el insumo agrícola, no debe poner en riesgo la seguridad alimentaria de la población ni competir por insumos agrícolas como el agua, la tierra, los fertilizantes, ya que eso pondría en riesgo la viabilidad de la producción de alimentos en los países productores. Además, sabiendo que siempre hay perdedores y ganadores, los países importadores de alimentos son los más vulnerables, debido al alza de precios de los alimentos”.

Por su parte Iván Polanco, de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC), agregó: “El Congreso y el Ejecutivo deben garantizar que la nueva ley deje fuera completamente al maíz de la producción de biocombustibles. Además deben asegurar que esta ley sea coherente con una estrategia nacional de soberanía y seguridad alimentaria, que garantice una producción suficiente para abastecer a los mexicanos de alimentos sanos. De no hacerlo se corre el riesgo de hambrunas. Actualmente, México ya es dependiente de la importación de alimentos: 30% de maíz y 40% de otros granos básicos que consumimos los mexicanos. La reciente crisis del maíz demostró lo que esto puede significar para México.”

Las organizaciones señalaron que la Cámara de Diputados deberá reformular la política de bioenergía como un paso más hacia la urgente transición energética y rural de nuestro país.

En este sentido, Jorge Villarreal de la Fundación Heinrich Böll señala: “La mejor estrategia para la transición energética y mitigación del cambio climático es la diversificación de la generación de energía; los biocombustibles son sólo una parte en este portafolio, que debe incluir otras medidas. Es sólo a partir de esta transición en nuestra manera de conseguir y consumir energía que México podrá hablar de una mitigación real de cambio climático.”

Para Gustavo Ampugnani de Greenpeace se abre una nueva oportunidad para abordar el tema de la bioenergía desde la perspectiva de las energías renovables y el combate al cambio climático, y no desde los intereses de un reducido grupo de agroindustriales. “Si vuelven a prevalecer los intereses de la agroindustria y del mercado de exportación, los agrocombustibles pueden colocar al país en una dinámica perversa que sólo reproduce el modelo de agricultura industrial y de monocultivo. Y esto desemboca en impactos negativos en la soberanía alimentaria, la agricultura sustentable, la biodiversidad y en la estabilidad del clima global.”

Por su parte, Katya Pérez del Centro Mexicano de Derecho Ambiental advierte: “No se puede considerar a los biocombustibles como la única solución en el sector del transporte frente al cambio climático; éstos son sólo una pequeña parte de la solución y deben recibir su justa promoción en relación a otras soluciones más efectivas, como lo son la promoción y mejora del transporte público y el desincentivo del automóvil particular.”

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