El peligro de los residuos electrónicos

Los aparatos eléctricos y electrónicos son una mezcla compleja de cientos de materiales. Contienen metales pesados como plomo, mercurio y cadmio, químicos peligrosos y PVC (policloruro de vinilo), un tipo de plástico muy tóxico. Por ejemplo, un teléfono celular tiene entre 500 y 1.000 compuestos diferentes. Si nos son tratadas de forma adecuada, estas sustancias peligrosas pueden contaminar el medio ambiente, poner en riesgo a los trabajadores que fabrican los productos, y afectar la salud de las personas cuando los dispositivos electrónicos son desechados al final de su vida útil.

Algunos componentes tóxicos de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE)

 

Retardantes de fuego bromados (RFB)

Se utilizan en teléfonos celulares y computadoras.
La exposición permanente a estos compuestos puede provocar problemas de aprendizaje y memoria, interferir con la tiroides y con el sistema hormonal del estrógeno. Además, la exposición fetal está relacionada a desórdenes de comportamiento.

Cadmio

Se encuentra en baterías recargables de computadoras, contactos eléctricos y switches. Anteriormente, era utilizado en monitores y televisores TRC (con tubo de rayos catódicos). El cadmio tiene la capacidad de acumularse en el ambiente y es muy tóxico. Afecta principalmente a riñones y huesos.

Mercurio

Se emplea en monitores de pantalla plana como dispositivo de iluminación y en pilas primarias (no recargables). El mercurio puede afectar el sistema nervioso central, particularmente en etapas tempranas de desarrollo, el sistema cardiovascular, pulmonar y provocar daños en los riñones y la vista. Es tóxico incluso en dosis muy bajas.

Compuestos de cromo hexavalente

Se utilizan en la producción de cubiertas de metal. Son altamente tóxicos y cancerígenos.

Policloruro de vinilo (PVC)

Este tipo de plástico es usado en productos electrónicos como aislante en cables, alambres, circuitos, conectores y carcasas de plástico.
En sus procesos de producción y si se lo incinera, libera dioxinas y furanos. Estos químicos son persistentes en el ambiente y muchos son tóxicos, incluso a muy bajas concentraciones.

Níquel

Se lo encuentra en baterías. Produce efectos sobre el sistema pulmonar y respiratorio, alergias, irritación en los ojos y la piel. Es posiblemente cancerígeno y teratogénico (capaz de alterar el desarrollo embrionario normal). Es tóxico si se lo encuentra en forma de compuestos inorgánicos de níquel en su forma oxidada, sulfatada o soluble.

Litio

Se lo utiliza en baterías. El litio ocasiona afecciones en el sistema nervioso, fallas respiratorias y náuseas.
Debido a su baja absorción, el litio puede lixiviarse (fluir) fácilmente a los mantos acuíferos (formaciones geológicas que permiten la circulación y el almacenamiento del agua subterránea).

Berilio

Se lo encuentra en interruptores, transmisores y conectores. No se disuelve, se adhiere a partículas de aire y persiste en suelos.
Está clasificado como cancerígeno por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud.
Además, la inhalación de humos y polvos de berilio puede causar enfermedades pulmonares.

Tubos de rayos catódicos

Se empleaban en monitores y televisores con tubo.
La exposición al plomo que contienen los tubos puede causar daños cognitivos en los niños y afectar el sistema nervioso, reproductivo y circulatorio en los adultos.

Zinc

No se podría considerar al zinc como tóxico debido a que es un elemento esencial para el organismo humano. Sin embargo, el ingreso de altas dosis podría afectar la salud y provocar irritaciones cutáneas, anemia y daño en el páncreas.

¿Cómo se desechan los residuos electrónicos?

En Argentina, los RAEE en general terminan en basurales o rellenos sanitarios.

Si los residuos electrónicos se depositan en rellenos sanitarios, comienzan a descomponerse mediante una serie de procesos químicos complejos. Los productos principales de la descomposición son los líquidos lixiviados y los gases, y ambos pueden afectar la salud de las personas que viven alrededor de los rellenos.

Los líquidos lixiviados se forman mediante el percolado de líquidos (el paso lento de fluidos a través de materiales porosos) a través de sustancias en proceso de descomposición.

El líquido, al fluir, disuelve algunas sustancias y arrastra partículas con otros compuestos químicos. Los ácidos orgánicos formados en ciertas etapas de la descomposición de contenidos en el lixiviado (como ácido acético, láctico o fórmico) disuelven los metales contenidos en los RAEE, transportándolos con el lixiviado.

De esta manera, debido al carácter ácido de los líquidos lixiviados, se disuelven y se transportan los metales que se encuentran en los residuos electrónicos depositados en rellenos sanitarios.

Los metales y demás compuestos tóxicos pueden lixiviar los suelos y fluir por cursos de agua y acuíferos, y contaminar el ambiente en general.

En otros países del mundo, los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos son incinerados. Pero este método libera a la atmósfera metales pesados como plomo, cadmio y mercurio.

Por ejemplo, el mercurio liberado puede bioacumularse en la cadena alimenticia, especialmente en peces. Así se traslada de los peces más pequeños a los más grandes y llega a ser consumido por los humanos.

Si los dispositivos contienen policloruro de vinilo (PVC) o retardantes de fuego bromados (RFB) (compuestos que se utilizan en los aparatos electrónicos para reducir su inflamabilidad), se liberan dioxinas y furanos. Estas sustancias químicas son tóxicas y pueden afectar el medio ambiente y la salud de las personas.  

Además, los países industrializados también suelen exportar sus RAEE hacia los países en vías de desarrollo. Pero este procedimiento viola frecuentemente el Convenio de Basilea, el tratado ambiental global que controla el movimiento transfronterizo de desechos peligrosos y su eliminación. De esta forma, trasladan el problema de la gestión de los residuos electrónicos a los países más pobres.