Una mujer respira con máscara en el centro de Sídney debido a la neblina causada por los graves incendios de las últimas semanas en Australia. © Cole Bennetts / Greenpeace

Los grandes incendios que se están produciendo en Australia, agravados por condiciones catastróficas sin precedentes, convirtieron a Sidney en la ciudad con el aire más contaminado del mundo estos días. Hay más de 20 personas fallecidas, hay casas destruidas, murieron millones de animales y más de 6 millones de hectáreas fueron arrasadas. Mientras tanto, continúa una grave sequía que está dejando a las ciudades rurales sin agua.

Hay una sensación de conmoción, tristeza e ira en el ámbito público que nunca antes se había visto en Australia. Las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana porque Australia es una nación de combustibles fósilesEs la mayor exportadora de carbón del mundo y la tercera mayor exportadora de todos los combustibles fósilesLas reservas de carbón de Australia son la segunda bomba de CO2 más grande del planeta.

Bomberos combatiendo incendios en Australia –
© PETER PARKS / AFP via Getty Images

Así que, mientras el Gobierno australiano redobla sus esfuerzos en defensa del carbón, participando en “trucos” de distracción, negación y amenazas de represión, la mayoría de la población ya sabe que la emergencia climática es real, y está ejerciendo una presión sin precedentes sobre el sistema político.

Sobrevivientes de los incendios llevan los restos de su casa quemada al Parlamento australiano, con el mensaje: ¨Morrison, su crisis climática destruyó mi hogar¨. © Dean Sewell / Greenpeace

Las condiciones climáticas extremas cada vez se parecen más entre países. Sabemos que el cambio climático está transformando el régimen de incendios, provocando fenómenos más intensos y una deforestación mayor por la disminución de la capacidad de recuperación de bosques en muchos lugares.

Los fenómenos meteorológicos extremos que predijo la comunidad científica ya están asolando bosques, montes, casas y vidas en Australia y en el resto de planeta. La quema de carbón y los incendios forestales cada vez más incontrolables son origen y consecuencia del mismo problema: el cambio climático.

Por eso, seguimos exigiendo a las naciones y gobiernos planes de reducción de emisiones ambiciosos (más que los actuales, que nos llevarían a un calentamiento de más de 3 grados) y así conservar la esperanza de contener el calentamiento en 1,5 ºC. Entre un grado de calentamiento y otro hay millones de vidas en juego.