Por Silvia Gomez

“El Amor y las semillas son lo único que se multiplica cuando se comparte”.

El principito

Hoy, ¡pienso en las mujeres que admiro! Las que me inspiran y alientan mi orgullo por ser mujer. Las que están cerca de mi alma y en las que puedo verme reflejada. Mujeres comunes que no necesito se destaquen en el mundo para ser destacadas en mi vida: mi mamá, mi hermana, mis tías, mis abuelas, mis amigas y colegas.

Las que día a día luchan por ser ellas mismas a pesar de las obligaciones sociales y culturales que tienen que conciliar. Las que se levantan y muchas veces sin saberlo, activan redes, que más allá de ellas, restauran, conectan, y convocan.

No suelen recibir el reconocimiento merecido por las infinitas labores, que parecen insignificantes pero que en la realidad, son las que hacen posible el mágico flujo de los días. Y, sin embargo, permanecen y no se rinden.  Corren contra el tiempo, no se resignan y llegan cuando tienen que llegar.

Llenas de sentimientos, a veces de satisfacción y alegría, otras de soledad y frustración, no hay día en que no alcen la cara, saquen el pecho y estén dispuestas a sortear la vida tal como venga.

Las mujeres hemos sido históricamente quienes reciben y contienen. Entre muchas otras tareas heredadas, pareciera que inspirar cuidado y respeto por los otros, resulta más relevante que nunca, en un mundo lleno de egos, que necesita mirar más hacia adentro que brillar hacia afuera. Pero claro, ese cuidado viene con sensaciones dolorosas de culpas aprendidas; de no ser nunca suficiente, de no estar a la altura o tener que hacer esfuerzos extras para cumplir con expectativas de otros.

Hoy quiero, que nos animemos a vernos en movimiento, todas y todos. Que nos atrevamos a reconocer lo que nos hace bien y aquello que nos hace daño; para intentar cambiar los viejos paradigmas que limitan nuestro mundo complementario de oportunidades. También que podamos honrar lo que somos y agradecer, a esas mujeres poderosas que enseñan con su ejemplo a no descansar hasta no lograr lo que nos proponemos. A tantas sabias, que con sus acciones, muestran el valor inmenso de las palabras y también del silencio.  A las generosas, que muestran y comparten su corazón genuinamente. A las mujeres que con humildad, fertilizan el mundo con sus ideas, comida o hijos. A aquellas  valientes, que sin miedo, confrontan situaciones incómodas y se comprometen con la verdad. A las más sensibles que aman la naturaleza y luchan por protegerla.  A todas las que como yo, seguimos creyendo que: el Amor y las semillas son lo único que se multiplica cuando se comparte.