La crisis climática no da tregua y se hace sentir cada vez con más fuerza, afectando no sólo a las personas sino a todos los seres del planeta. Un estudio científico publicado recientemente trae otro triste y claro ejemplo de esto, al encontrar que las aves tropicales están desapareciendo por el aumento de olas de calor extremas -con un fuerte impacto en América Latina-. 

Ave desconocida en los humedales del Pantanal en Brasil. © Markus Mauthe / Greenpeace

Como explicó el autor principal del estudio, Maximilian Kotz, “Las aves son especialmente sensibles a la deshidratación y al estrés térmico” lo que derivó en la “disminución asombrosa” que exponen en su trabajo: se perdió entre un 25 % y un 38 %  de su abundancia. 

En particular, en regiones como la Amazonía y Centroamérica la crisis climática ha aumentado los días de calor extremo de 3 a 30 por año, amenazando el equilibrio de los ecosistemas. En consecuencia, las aves tropicales están expuestas a condiciones de calor extremo diez veces superiores a las de hace cuarenta años

En este contexto, ni las áreas protegidas logran dar sosiego a la vida silvestre que vive en ellas. En este sentido, “El aumento de las temperaturas está expulsando a las especies de los hábitats a los que se han adaptado de forma natural, y en muy poco tiempo”, explicó.

Así impacta la crisis climática a las aves tropicales

La investigación indica que las poblaciones de aves en regiones tropicales han disminuido su abundancia entre un 25 % y un 38 % desde 1950, incrementándose rápidamente desde 1980 en adelante con la intensificación del cambio climático, probablemente debido al aumento de las olas de calor, en comparación con un mundo sin cambio climático. Además, hallaron que algunas especies han visto reducida su abundancia en más de un 50 % desde 1977.

Otra de las conclusiones a las que llegaron es que los mayores descensos en el número de aves se produjeron en los trópicos, aunque casi todas las regiones informaron de una disminución de la abundancia de la población, siendo el calor extremo el factor que más influyó en dicha disminución. Al respecto, Kotz remarcó que éste factor “provoca un exceso de mortalidad, una reducción de la fertilidad, cambios en los comportamientos reproductivos y una menor supervivencia de las crías”.

Para llegar a estos resultados se analizaron datos de más de 3.000 poblaciones de aves en todo el mundo y usando modelos climáticos de última generación, se logró medir el impacto directo del cambio climático, separado de otros factores como la deforestación o el crecimiento urbano.

El estudio fue publicado en Nature Ecology and Evolution con contribuciones del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (Potsdam Institute for Climate Impact Research, PIK), la Universidad de Queensland y el Barcelona Supercomputing Center (BSC).

La biodiversidad cada vez más amenazada por la crisis climática

Hasta ahora, había sido difícil diferenciar el impacto del cambio climático en la biodiversidad de las pérdidas debidas a presiones humanas más directas, como la deforestación. Gracias a este trabajo, y a lo métodos utilizados por el equipo de investigación, ahora se logró diferenciarlo y se pudo indicar con precisión que, en las regiones tropicales de latitudes más bajas, la intensificación de las olas de calor ya está teniendo un  impacto en la pérdida de abundancia en poblaciones de aves comparable con  la deforestación y la destrucción del hábitat.

“Sin naturaleza no hay futuro”. Proyección de fotomatón de Greenpeace en el Centro de la Sociedad Civil en la COP29 con retratos e imágenes de los impactos climáticos para enviar un mensaje a los delegados de los países de que ahora es el momento de actuar.

Estos hallazgos muestran que, además de proteger hábitats y frenar la deforestación, es urgente cumplir con las metas internacionales de reducción de emisión de gases de efecto invernadero para detener la intensificación de estos extremos.

“En última instancia, nuestras emisiones (N. de la R.: de gases de efecto invernadero que calientan el planeta) son el núcleo de este problema. Tenemos que reducirlas lo más rápido posible”, concluyó Kotz.