Como mujeres somos conscientes de que estamos viviendo momentos decisivos para el devenir de la humanidad. Nuestro rol es fundamental para salvaguardar el medio ambiente y trabajar en nuevas formas de relacionarnos como sociedad, en paz y con justicia, por eso hoy las voluntarias, trabajadoras y socias de Greenpeace participamos de una marcha histórica por la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en Santiago.

La causa ecologista también es feminista porque los daños al medioambiente impactan sobre todo a las mujeres, incrementando las violencias que viven cada día. En 2017, casi la mitad de los asesinatos a defensores medioambientales fueron a mujeres.

Las mujeres en Greenpeace reconocemos que debemos actuar ahora ya que la destrucción de la tierra y el sometimiento de las mujeres son prácticas profundamente relacionadas. Ambas corresponden a un mismo modelo: la dominación, la sobreexplotación y en el acceso desigual a los recursos. Es importante destacar que los roles históricos de género y las relaciones de poder se expresan fuertemente en el impacto que los desastres ambientales y el cambio climático tienen sobre las mujeres.

Por eso, hoy asistimos a la manifestación con una ballena gigante, símbolo histórico de la organización, hecha de material reciclado y con el mensaje: “La alerta extractivista es causa feminista” para así entregar nuestro apoyo a las reivindicaciones del feminismo, desde el ambientalismo.

Elegimos a la ballena como símbolo para la movilización porque la especie cumple un rol fundamental e irremplazable en los ecosistemas marinos: son captadoras de dióxido de carbono (CO2), ordenan a las manadas y su presencia es un indicador de la buena salud de los océanos.

Además, no debemos olvidar que las mujeres fundadoras de Greenpeace fueron parte del movimiento feminista de los 70, del activismo y de la resistencia antimilitarista de la época y de la lucha antinuclear.

No sólo fundaron Greenpeace, sino que también fueron artífices de que el primer viaje de la organización resultara un éxito y de que los peligros de las pruebas nucleares fueran noticia en todo el mundo. En ellas debemos inspirarnos para juntas lograr un mundo más equitativo, uniendo al feminismo y a la lucha ambiental.

Hoy, más que nunca, gritemos que sin equidad de género no hay paz ni justicia climática posible.