El año partió con varias alertas por marejadas anormales que afectan las zonas del norte, centro y sur del país, y ya van dos fallecidos por esta causa. Este fenómeno pone de manifiesto los riesgos que enfrentan nuestras costas con el cambio climático, y que hacen urgente avanzar en una legislación que las proteja.

13 de diciembre de 2025. Para este lunes y martes, SENAPRED emitió una nueva alerta por marejadas para las costas desde la Región de Arica y Parinacota hasta el Golfo de Arauco, en la Región del Bío Bío, y el Archipiélago de Juan Fernández. Con este llamado se insta a la población a mantenerse alejada de las costas debido a la ocurrencia de este fenómeno, que hace algunos días cobró la vida de dos personas.
La gravedad de estos eventos se ha intensificado los últimos años por factores asociados a fuertes vientos y condiciones oceanográficas como el aumento en el nivel del mar, producto del calentamiento global. Pero, las consecuencias de las mismas, vienen por la degradación de los ecosistemas que protegen el borde costero, dice Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace. “La erosión y la falta de protección regulatoria, han provocado la destrucción de dunas y humedales que funcionan como barreras naturales contra el impacto de fenómenos como las marejadas, lo que deriva en que comunidades y otros ecosistemas costeros queden más expuestos a sus riesgos crecientes”, explica.

Chile cuenta con más de 6.400 km de costa que lo hacen más susceptible a las altas marejadas, las que se irían intensificando a lo largo del tiempo. “El derretimiento de los glaciares y la expansión térmica del agua están aumentando el volumen del océano, y los cambios en la presión atmosférica y en los patrones de viento, influyen en la severidad con la que ocurre este fenómeno. Las ciudades más expuestas son aquellas con zonas urbanas bajas, como ocurre en el caso Valparaíso”, detalla Espinosa.
“La falta de regulación y la urbanización descontrolada, han hecho que ecosistemas como dunas y humedales pierdan su capacidad de adaptación y parte de su función protectora, lo que aumenta el riesgo de desastres. La interacción entre decisiones humanas que afectan condiciones naturales, ha generado una vulnerabilidad significativa, manifestada en desastres que no son completamente ‘naturales’, sino en parte producto de decisiones territoriales”, asegura.
Necesidad de regulación
Una de esas ‘decisiones humanas’ que puede afectar gravemente los espacios costeros en nuestro país, es la actual tramitación del proyecto de ley de Administración del Borde Costero y Concesiones Marítimas, sobre todo luego que el Ejecutivo ingresara indicaciones al proyecto -que se discute en la Comisión de Medio Ambiente, Cambio Climático y Bienes Nacionales del Senado- que no consideran su necesidad de protección medioambiental.
“Para hacer frente a estas amenazas, debemos restaurar y proteger ecosistemas como dunas y humedales y una Ley de Costas que se haga cargo las necesidades colectivas de la población, teniendo en cuenta la importancia de medidas de mitigación y adaptación climática en cada uno de nuestros territorios, y no sólo de las necesidades de desarrollo económico, como ocurre con el proyecto que hoy se discute en el Senado”, afirma la geógrafa.