Hace pocos días, La Niña finalmente llegó al país. Pese a que el fenómeno llegó debilitado y se espera que su paso sea breve, es importante recordar que, en un contexto de crisis climática, las temperaturas estivales continuarán subiendo, por lo que es importante mantener precauciones en materia sanitaria, de planificación urbana y de control de incendios.

© Martín Katz / Greenpeace

“Hoy, puedo reportar oficialmente que hemos soportado una década de calor mortal”, expresó en el marco de su mensaje de Año Nuevo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, al dar a conocer que 2024 es el año más cálido desde que se tienen registros, logrando así el triste récord de ser el décimo año consecutivo en lograr esta condición. 

© Martín Katz / Greenpeace.

El período estuvo, además, marcado por eventos meteorológicos extremos, con lluvias e inundaciones, incendios, huracanes y ciclones sin precedentes y con graves consecuencias, según reportó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). En su último informe, el organismo identificó que la crisis climática intensificó 26 de los 29 fenómenos meteorológicos estudiados por World Weather Attribution (WWA), dejando al menos 3.700 personas fallecidas y desplazando a millones.


© Lucía Prieto / Greenpeace

Dentro de ese contexto, el desafío es prepararse para enfrentar 2025, que seguiría en la senda de los años anteriores. De hecho, el periodista científico, editor y especialista en el ámbito meteorológico, Alejandro Sepúlveda, proyecta que “el pronóstico para este verano en Chile nos indica que, en promedio, debiésemos esperar temperaturas máximas por sobre la media histórica en todo el territorio nacional”.

El periodista aclara que, aunque desde hace un buen tiempo se apreciaban ya las consecuencias de La Niña en el país -con una mayor cantidad de días frescos y grises en el litoral, más precipitaciones en el Altiplano y la probabilidad de precipitaciones en la Región de Los Lagos y en la Patagonia-, la llegada de este fenómeno recién se confirmó hace unos días. Sin embargo, esta oscilación sería débil y de corta duración; de hecho, se estima que duraría de enero a marzo, y ya en abril se debiera transitar a una fase de neutralidad.

Silvana Espinosa, geógrafa y vocera de Greenpeace, acota que, aunque existen probabilidades de debilitamiento de La Niña, no podemos olvidar que debido al cambio climático existe mucha incertidumbre en los pronósticos, donde la tendencia histórica es que cada año sea más caluroso que el anterior, considerando además que las condiciones del fenómeno tardan en instalarse: “En este escenario, es urgente que seamos conscientes del riesgo que el calor reviste para las poblaciones de riesgo (niños y niñas, mujeres embarazadas, enfermos crónicos y adultos mayores) y en nuestros territorios, y nos preparemos para enfrentarlo de mejor manera”, expresa.  

© David McNew / Greenpeace

Adicionalmente, la geógrafa recuerda que, en este escenario, la ocurrencia de incendios forestales ha aumentado en los últimos años producto de la variabilidad de las condiciones meteorológicas y climáticas junto a épocas de prolongadas sequías, y también por factores humanos (intencionales o involuntarios) que terminan desatando feroces siniestros, algo que se puede evidenciar en, por ejemplo, la Región Metropolitana, donde se presenta el mayor porcentaje de variación del país (+85%) al comparar los últimos dos períodos.

“La falta de una planificación territorial adecuada, sobre todo para la interfaz urbano-rural; la expansión de asentamientos humanos y la consecuente degradación de los ecosistemas han provocado que los incendios forestales sean cada vez más extensos o más dañinos, por lo que la ocurrencia de estos se ha convertido en una de las principales preocupaciones cada verano”, comenta Espinosa.

Sepúlveda coincide con aquello y agrega que “debido al invierno lluvioso que tuvimos, hay más combustible vegetal disponible para la propagación de los incendios”, lo que sumado a la posibilidad de vientos (incluso una simple brisa) es suficiente para mantener una mayor preocupación, “sobre todo considerando que hoy en Chile la distribución poblacional ha provocado una proliferación de viviendas en sectores rurales”. 

Teniendo en cuenta lo anterior, los expertos concuerdan que es importante reducir los riesgos en verano, donde Sepúlveda destaca la importancia de la educación: “Es importante dar a conocer a las personas que el calor extremo mata, que hay que proteger no sólo la piel y los ojos de la radiación UV, sino que también es clave la hidratación”. En la misma línea, el periodista añade que es fundamental promover la creación de más áreas verdes en los centros urbanos, “para que la sensación térmica no sea tan desigual en, por ejemplo, Providencia y Pedro Aguirre Cerda”. 

© Martín Katz / Greenpeace.

Por su parte, la vocera de Greenpeace recuerda lo relevante que es contar con una regulación que sea capaz de prevenir la ocurrencia de incendios, y a la vez organizar sus combates una vez que estos han sido declarados. “Es crucial contar con una ley que proteja de manera efectiva las zonas de interfaz urbano-rural, así como la incorporación de áreas de amortiguación que eviten la rápida propagación de incendios y/o permitan que estos sean controlados. Es por esto que esperamos que el Senado, particularmente su Comisión de Agricultura, avance con mayor celeridad en la discusión del proyecto de ley presentado por el Ejecutivo que se hace cargo de algunas de estas urgencias”, concluye Espinosa.