Enfrentar la realidad del cambio climático es duro. Por eso es lógico que al ver cómo nuestro hogar sufre afloren toda clase de sentimientos.
Pretender que nada está pasando, caer en el desconsuelo, estar tan preocupados por el futuro que no conciliemos el sueño, no importa la forma que tome la ecoansiedad, lo cierto es que cualquiera puede caer en sus garras. Cuando eso pase, es importante aprender a convivir con esta mezcla de sentimientos, en especial porque la crisis climática ya está entre nosotros.
La investigadora y psicoterapeuta Caroline Hickman conversó con el equipo inglés de Greenpeace al respecto. Estos son los puntos principales de lo que compartió:
- Tus sentimientos son una respuesta saludable a la crisis climática
Digamos la verdad sin rodeos: la crisis climática es la mayor amenaza a la existencia humana que jamás hemos enfrentado. Nuestras propias acciones están destruyendo nuestro único planeta. Quienes tienen el poder actúan muy lentamente, socavando toda confianza que se les pueda tener.
La especialista remarcó que es natural experimentar distintas emociones cuando, consciente o inconscientemente, nos damos cuenta de esto. El cambio climático es algo demasiado grande como para asimilarlo todo de una vez. Sentir ecoansiedad es una respuesta normal ante esto. Nos afecta porque nos importa. Es una buena señal de que no somos insensibles a lo que nos rodea.
- No eres el único sintiendo ecoansiedad
Parece cliché decirlo pero, no estás solo en esto. Tal vez si tu entorno no está interesado en temas ambientales, puedas llegar a sentirte así. Sin embargo, según las estadísticas, 84% de la juventud de todo el mundo dice sentirse preocupada por este tema. Así que seguramente conozcas a alguien que esté pasando por lo mismo que vos, aunque no lo sepas aún.
Hay que animarse a hablar sobre cambio climático y ecoansiedad con familiares y amistades porque es una gran forma de poder procesar lo que sientes. Si no ves que esto no sea posible, piensa en otras maneras de conectar con personas con tus mismos intereses (uniéndote como voluntario o voluntaria a Greenpeace, por ejemplo).
- Hay que aprender a “bailar” con la ecoansiedad
Dejemos de lado el lenguaje bélico. Como dijo la terapeuta Caroline: la ecoansiedad no es algo que hay que “combatir” o contra lo que “luchar” sino mejor, algo con lo que hay que aprender a bailar.
Como en la danza, nadie sabe los movimientos desde el principio. Se necesita tiempo para desarrollar la fuerza y las coreografías necesarias para fluir con el ritmo.
Bailar o danzar con la eco ansiedad significa aceptar que no estás sintiéndote bien en determinado momento, aprender a convivir con cómo nos sentimos, y dejar que las emociones hagan su curso sabiendo que pasarán (aunque las volvamos a experimentar en el futuro.)
- Haz lugar a las emociones
Es tentador querer huir de la ecoansiedad por temor a que nos paralice por completo. En cambio, lo que la especialista propone es permitirte sentir aquello que estés sintiendo.
Tal vez eso implique sentarte media hora al día a pensar en el cambio climático y procesar cómo eso te afecta. O puede ser escribir, dibujar, pintar o salir a caminar para conversar con alguien. Si así lo necesitás, también puede ser pedir apoyo a un profesional, como un terapeuta o couch.
Darle espacio a ese sentir nos prepara mejor para navegar la ecoansiedad cada vez que aparezca.
- La “esperanza extrema” puede ayudar a transformar ecoansiedad en acción
No podemos escondernos de la crisis climática, por eso dar la cara por aquello que nos importa significa cuidar de nosotros mismos y de quienes nos rodean.
La “esperanza extrema” (o también podríamos llamarlo optimismo climático) transforma la esperanza en práctica y acción. Nos hace activar aquello que pensamos y sentimos.
Cuando elegimos reconciliarnos con la ecoansiedad, bajamos un poco las defensas emocionales y conectamos con lo que nuestros sentimientos nos piden que hagamos. No tiene que gustarte la situación en la que estamos, pero sí tenemos que encontrar una manera de enfrentarla juntos.
Practicar la esperanza u optimismo climático no tiene que ser complicado. Encuentra distintas maneras para ponerla en acción en nuestra página Involúcrate.
Esta nota se publicó originalmente en Greenpeace UK