Las floraciones de algas nocivas, a veces llamadas “marea roja”, ocurren por la proliferación de microalgas que pueden liberar toxinas, provocando daño en distintas especies y una alta mortalidad de peces, cuya descomposición, además, genera contaminación en el mar. Lamentablemente, este tipo de fenómenos, advierten los expertos, se harán cada vez más frecuentes.

Imagen de marea roja en California (Wikipedia)

Hace algunas semanas se produjo un brote de la microalga Thalassiosira pseudonana en el seno de Reloncaví, Región de Los Lagos, en el espacio donde tienen operaciones salmoneras las empresas Trusal y Caleta Bay. Ésta microalga es considerada nociva dado que su floración produce efectos devastadores sobre el océano y los seres vivos que lo habitan, provocando una alta mortalidad. A modo de ejemplo, solo en este episodio se recogieron casi 500 toneladas de salmones muertos.

La floración de esta microalga y de otras que se consideran nocivas se identifican como FAN (Floración de Algas Nocivas) y, pueden incluir entre otras, a las llamadas “marea roja y marea café”, altamente tóxicas para las especies marinas. Su nombre común  deriva de la coloración que toma el mar cuando ocurre uno de estos fenómenos

2016. Especies animales muertas en las playas de la isla de Chiloé después de la marea roja, uno de los desastres ambientales más grandes del país

El año 2021 se desarrolló una gran floración de algas nocivas de la especie Heterosigma akashiwo (ó marea café) en el Fiordo de Comau, lo que derivó en la muerte de casi 6.000 de toneladas de salmones en los centros que operaban en el fiordo, lo que desató un verdadero desastre ambiental”, recuerda Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace.

Con respecto a las FAN la situación de nuestro país es muy delicada. El estudio “Marea Roja y Cambio Global” del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), reconoció a Chile como uno de los cuatro focos mundiales más propensos a desarrollar  floraciones catastróficas, sobre todo en la zona sur austral, en fiordos y canales de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes (Patagonia chilena)

Más luz, más calor, más comida = más microalgas nocivas

Activistas de Greenpeace despliegan un lienzo sobre una plataforma salmonera con un mensaje confrontando a industria salmonera. Sus impactos han destruido el ecosistema marino en la zona durante años. Ancud, Chiloé 24 de Mayo del 2016

Las causas de este fenómeno están dadas por al menos tres factores: luminosidad, aumento de la temperatura del agua (que se agrava por el fenómeno de El Niño) y la presencia de más nutrientes en el mar. Este último punto se relaciona directamente con el cultivo de salmones.

Por esta razón, los brotes de FAN se dan, principalmente, en verano, ya que es la temporada del año en el que se cumplen las primeras dos condiciones: hay más luz y el agua se vuelve más cálida. Esto se acrecienta con el Fenómeno de El Niño, patrón oceánico que dentro de sus consecuencias aumenta las temperaturas del agua marina, generando un espacio aún más propicio para la floración de microalgas.

A las dos condiciones anteriores hay que sumar la alta disponibilidad de nutrientes en el mar, factor relacionado con la presencia de la industria salmonera

Imágenes de algunas de las especies que aparecieron muertas en la isla de Chiloé en mayo de 2016.
Imágenes de algunas de las especies que aparecieron muertas en la isla de Chiloé en mayo de 2016.
© Greenpeace / Cristobal Olivares

“Las algas encuentran una fuente ilimitada de alimento en los restos de comida que dejan los salmones y a través de las fecas de los mismos, por lo que florecen más fuertes, en más volumen y velocidad, desatando floraciones que pueden ser muy tóxicas y potentes”, explica Espinosa. Debido a la existencia de todas estas variables, se genera una tormenta perfecta para que las floraciones nocivas se hagan más frecuentes y sean cada vez más dañinas para los ecosistemas marinos por los que se extienden”, comenta la especialista. 

Ya en el año 2008, el mundo científico advertía en su estudio Eutrofización y proliferación de algas nocivas: un consenso científico” de Heisler y otros autores que, para que una floración algal tenga una alta biomasa (es decir, sea muy grande), se necesitan de nutrientes exógenos para ser sostenidas. “Esto implica que no basta con los factores naturales, sino que los nutrientes que aportan distintas actividades humanas, juegan un rol clave, reflexiona la especialista.

Efecto en cadena: contaminación, acidificación y mortalidad de especies

Activistas de Greenpeace en las jaulas salmoneras de Cermaq en Skyrin, perteneciente a la multinacional Mitsubishi, donde desplegaron bajo el agua un cartel con el mensaje: “Esto es lo que esconden las empresas salmoneras”, haciendo referencia a las gigantes concesiones de esta industria cuyas jaulas ocupan aproximadamente una cancha de fútbol y un edificio de cinco pisos en profundidad.

Con la ocurrencia de las floraciones nocivas se desata un efecto en cadena que afecta el desarrollo de muchos organismos marinos. “Por la cantidad de alimento vertido en las aguas para salmones, las fecas de estos y las mortandades masivas, aumenta la cantidad de materia orgánica a la que está acostumbrado el océano. El aumento de mortalidad tanto de peces como de algas  multiplica la presencia de bacterias descomponedoras. Éstas, en el desarrollo de su función, consumen el oxígeno disponible en el mar, generando condiciones de anoxia o pérdida de oxígeno para el resto de las especies que lo habitan, explica Espinosa.

“Además de generar este océano ahogado, estas bacterias intercambian el O2 por CO2 acidificando nuestro mar, condición que afecta la formación de caparazones y esqueletos calcáreos de muchísimos organismos marinos (moluscos, crustáceos, equinodermos y peces) lo que deriva en un desarrollo insuficiente o la muerte de estas especies, añade.

Un freno urgente a la expansión de la industria salmonera

Un grupo de activistas de Greenpeace se presentó en la Maratón de Santiago de Chile para denunciar el avance de la industria salmonera en la Reserva Nacional Kawésqar en la Patagonia chilena.
2023. Un grupo de activistas de Greenpeace se presentó en la Maratón de Santiago para denunciar el avance de la industria salmonera en la Reserva Nacional Kawésqar en la Patagonia chilena.
© Cristobal Olivares / Greenpeace

De ahí la importancia de cuidar el océano y prevenir estas floraciones. “Ya sabemos que el cambio climático genera condiciones propicias para el desarrollo de floraciones algas nocivas y lamentablemente, eso no lo podemos manejar en el corto plazo. Donde sí se puede actuar, sobre todo en el caso de las autoridades ambientales, es en controlar la contaminación que genera la industria salmonera en el fondo marino y en la columna de agua, poniendo límites claros, fiscalizando  la producción de estos centros de cultivo y evitando su expansión”, asegura Espinosa. No podemos esperar un nuevo gran desastre para actuar– Y la evidencia nos muestra cómo este modelo de expansión sin límite de la industria no es sostenible ni para los propios salmones”