Dado que el transporte representa más del 60% de la demanda mundial de petróleo y es responsable del 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), necesitamos urgentemente que los gobiernos den prioridad al transporte público (autobuses, trenes, tranvías, metros, etc.) e inviertan en él, haciéndolo asequible y accesible.
La movilidad es una necesidad esencial para todas las personas, por lo que el transporte público debe ser un derecho fundamental. Sin embargo, el elevado precio de los pasajes, la falta de seguridad y las deficientes infraestructuras alejan a millones de personas del transporte público, un servicio que podría ser asequible, tiene que ser accesible y debe ser para todos.
Solo la mitad de la población urbana mundial tiene un acceso conveniente al transporte público (ONU, 2019), mientras que está aún más restringido o completamente fuera del alcance de millones de personas en las zonas rurales.
Este próximo 20 de septiembre, Naciones Unidas celebrará en Nueva York un encuentro con el objetivo de que los países implementen, de una vez por todas, medidas efectivas para limitar el incremento de la temperatura global a solo 1,5 ºC y los días previos se han preparado movilizaciones sociales en cientos de ciudades de todo el mundo para pedir el fin de los combustibles fósiles.
El transporte público produce muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero que los automóviles por persona transportada, por lo que ampliarlo y convertirlo en un modo de transporte más atractivo sigue siendo clave para cumplir el objetivo de limitar el aumento de temperatura global a 1,5 °C.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) señala que, junto con la electrificación, el cambio al transporte público puede mejorar la salud pública, el empleo, la seguridad energética y la equidad, así como desplazar a gran escala a otros modos de movilidad menos eficientes y más contaminantes.
De acuerdo con el IPCC, si no tomamos medidas inmediatas y efectivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, podríamos superar el límite de 1.5°C de calentamiento global antes del final de la década. Esto tendría consecuencias catastróficas para el clima y el planeta. Hoy los gobiernos mundiales están muy lejos de fijar una reducción compatible con las indicaciones científicas y de señalar que son los combustibles fósiles el gran problema climático y su uso debe desaparecer.
La huella del sector transporte en la emergencia climática
El sector del transporte depende del petróleo para más del 90% de su energía, y es responsable de alrededor del 60% de su demanda mundial. Greenpeace recuerda que el sector sigue fuertemente ligado al petróleo y al gas a pesar de que ya existen soluciones tecnológicas que permiten moverse sin emisiones.
“Para poder realizar una transición rápida y justa en el transporte es necesaria valentía política y evitar que las corporaciones fósiles entorpezcan ese camino”, ha declarado María Botella, vocera de Greenpeace. “La transición del transporte es posible y pasa por apostar por el transporte público frente al vehículo privado, evitar las emisiones de lujo e innecesarias derivadas de vuelos cortos, jets privados, cruceros de lujo, etc. que ahondan en la desigualdad del sistema y por transformar el transporte imprescindible en eléctrico procedente de energías renovables”, ha añadido.
El IPCC señala que las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte han ido aumentado rápidamente en las dos últimas décadas, especialmente desde 2010, con incrementos anuales del +1,8%, una cifra mayor que la de cualquier otro sector.
Es esencial que los Gobiernos y la sociedad en su conjunto reconozcan la urgencia de abordar la crisis climática y tomen medidas audaces para descarbonizar el sector del transporte y poner fin de forma definitiva a los combustibles fósiles.
Cada persona y comunidad que accede al transporte público es una victoria para la justicia social y climática. Liberar el poder real del transporte público haciéndolo para todos.