¿Sientes agobio cuando ves las noticias sobre incendios, inundaciones, sequías, olas de calor? ¿Se te oprime el pecho y te dan ganas de llorar al pensar en la crisis climática y el margen de tiempo que queda para frenar sus peores consecuencias? 

Si respondiste que sí a estas preguntas (y recordaste pasar por más situaciones semejantes) tienes que saber que no eres la única persona pasando por lo mismo. Lo que estás sintiendo se llama ecoansiedad y se trata del miedo real y concreto a un posible escenario de cataclismo ecosistémico, tal como lo definió la Asociación Americana de Psicología.

Esta desazón se activa al observar los impactos aparentemente irrevocables del cambio climático y al querer imaginar el futuro -aún el más próximo- que se torna apocalíptico. Es entonces cuando el miedo, la tristeza y la desesperación entumecen tanto la visión que cualquier esfuerzo por revertir la situación general parece inútil. 

Si bien la ecoansiedad se trata de un fenómeno global y transgeneracional, son los jóvenes quienes lo viven con mayor intensidad. Así lo demuestran encuestas, como la realizada en 2021 por la Universidad de Bath y la organización Avaaz entre 10 mil jóvenes de 10 países de entre 16 y 25 años. El resultado arrojó que 60 por ciento siente preocupación por la situación actual del planeta y más del 45 por ciento ve su vida diaria afectada por el temor e incertidumbre en relación al futuro sobre la Tierra. 

Un último dato que no es menor: el mismo estudio reveló que la ecoansiedad no solo se dispara al ver las noticias sobre catástrofes ambientales sino también frente al hecho de que faltan políticas climáticas concretas para afrontarlas.

Cómo trabajar el optimismo para frenar la ecoansiedad 

La eco ansiedad nos hace pensar que no hay salida y que todo está perdido, ¡pero no es así! Para romper con esta sensación hay activistas que dicen que practicar el optimismo climático es la clave.

Este grupo hace foco en la esperanza porque, asegura, es la clave para repeler los sentimientos de desesperación y agobio que solo llevan al burnout. Confían en las herramientas y sistemas que existen, y en los que están siendo creados, para manejar la crisis climática. Y así siguen tejiendo las redes de trabajo para defender a la naturaleza. 

En un mar de noticias terribles es difícil no sentirse abrumado por todo lo que ocurre, por eso te invitamos a probar algo que hacen los optimistas climáticos: imagina cómo sería ese mundo ideal en el que desearías vivir. Agarra un papel, escribe o dibuja eso que visualizaste. Y la próxima vez que te sientas exhausto, vuelve a esas páginas para recargarte de positividad.

Ante la crisis climática la inacción no es una opción pero para poder activar primero hay que cuidar nuestra propia salud mental, ¿no te parece?