Activistas de Greenpeace International a bordo del Rainbow Warrior colocan una bandera que dice ‘Stop Deep Sea Mining’ (Frenen la minería de profundidad) al cable que sostiene el robot prototipo, Patania II. La acción interrumpe una prueba de impacto de minería en aguas profundas llevada a cabo por la empresa Global Sea Mineral Resources (GSR) después de una falla importante reciente que resultó en un robot minero de 25 toneladas que quedó atascado en el fondo marino del Océano Pacífico durante días. El barco de Greenpeace se encuentra en la Zona Clarion Clipperton en el Pacífico para ser testigo de la industria minera de aguas profundas. Foto: Marten Van Dijil /Greenpeace

A principios de marzo de este año, el icónico Rainbow Warrior zarpó hacia el Océano Pacífico para enfrentar y exponer una amenaza emergente para los océanos: la minería en aguas profundas.

Esta arriesgada industria planea extraer metales y minerales del lecho marino, a miles de metros bajo el agua. Si se permitiera la minería en aguas profundas, se bajarían máquinas gigantes al fondo del océano donde sacarían, dragarían y cortarían metales, causando daños irreparables al ecosistema. Esto sería desastroso tanto para las increíbles especies que viven en las profundidades marinas como para las comunidades del Pacífico que dependen de los océanos para sobrevivir, y podría amenazar el clima global. De hecho, las empresas mineras The Metals Company (antes conocida como Deep Green) y GSR ya se encuentran en el Pacífico, evaluando el potencial económico y probando su maquinaria minera.

Un equipo internacional de Greenpeace está a bordo hoy para frenar esta amenaza y pedir un Tratado Oceánico Global fuerte en la ONU que pueda abrir la puerta a una red global de santuarios oceánicos y establecer altos estándares para proteger los océanos globales de industrias destructivas.

Esta es el testimonio de una de las tripulantes: Kelly


El colector de nódulos “Patania II” es lanzado desde el Normand Energy, documentado desde el Rainbow Warrior en el Pacífico.  Actualmente la compañía hace pruebas de equipos para eventualmente abrir labores de extracción de minerales desde el fondo marino. Foto: © Marten van Dijl / Greenpeace

“En Marzo del 2021, el Rainbow Warrior de Greenpeace zarpó hacia un sitio denominado “Zona Clarion Clipperton” en el Pacífico para frenar una nueva amenaza para el Océano -la minería de profundidad- antes de que se desarrolle.  Me uní al equipo abordo como Campaigner de Medios Digitales, para denunciar y poner en evidencia esta naciente industria destructiva, y al compartir la información en los canales digitales ayudar a que el mundo se entere de qué se trata. 

El arriesgado negocio de la minería de profundidad pretende extraer minerales de nódulos polimetálicos que se encuentran a miles de metros bajo la superficie.  Si logran salirse con la suya, causarán un enorme daño a la gran biodiversidad de las profundidades amenazando así el estilo de vida de los Isleños del Pacífico quienes dependen del mar para su supervivencia.  Y eso no es todo, las profundidades son un importantísimo depósito de carbono, el cual si se llegase a liberar supondría consecuencias desvastadoras en términos de cambio climático.

Las mineras pioneras como Metals -anteriormente conocida como Deep Green– con capital canadiense y estadounidense, y, GSR de Bélgica, están actualmente haciendo pruebas para abrir operaciones mineras en la zona Clarion Clipperton en el Pacífico.  GSR de hecho ya envío su prototipo de robot minero hasta el fondo marino para pruebas de desempeño e impacto.

Las mineras Metals y GSR exageran sus atributos de sostenibilidad y bajo impacto ambiental.  Argumentan que la minería de profundidad es esencial para en un futuro sostenible, obtener los materiales de las baterías de nuestros teléfonos. 

Sin embargo, gigantes tecnológicos como Google y fabricantes de vehículos como BMW han anunciado públicamente que no usarán metales obtenidos con minería de profundidad.

Además, ambas compañías se escudan en el nombre de la ciencia para iniciar actividades de explotación con alto impacto ambiental.  Esta es una de las razones más importantes por las que el Rainbow Warrior se encuentra en esta remota zona, exponiendo lo que sucede actualmente.  Poniéndolos en evidencia, queremos mostrarle al mundo lo que realmente sucede para a su vez cuestionar los poco objetivos boletines de prensa de estas compañías.


Activistas de Greenpeace Internacional pintan la palabra “RISK” (Riesgo) en el costado estribor del barco Normand Energy, charteado por la minera belga GSR.  El Rainbow Warrior está poniendo en evidencia las pruebas de equipos como el colector de nódulos “Patania II”, a aproximadamente 4500 metros de profundidad en la zona Clarion Clipperton. Foto: © Marten van Dijl / Greenpeace

No solamente Greenpeace piensa que esta es una industria de alto riesgo, científicos alrededor del mundo concuerdan en que la minería de profundidad causará grandes impactos medioambientales.   En el Pacífico decidimos tomar cartas en el asunto y pintamos el letrero “RISK” (Riesgo) en el barco de GSR para alertar tanto a la industria como al público sobre el peligro operacional y ambiental que conlleva el situar una máquina de 25 toneladas a 4500 metros bajo el nivel del mar.

Lo digo en serio, no es ningún placer el tener que decir que un par días más tarde ese mensaje resultó absolutamente cierto. 

La debacle del robot de GSR

A finales de Abril, el prototipo de 25 toneladas de GSR se desconectó del cable de control y terminó atascado en el lecho marino.  GSR perdió el control de su equipo minero por varios días.  Fue un momento muy inquietante que demostraba exactamente porque hay gente en todo el mundo preocupada por el nacimiento de esta industria.   Además, demostró que a pesar de las diatribas de la industria alrededor de sostenibilidad y operaciones seguras, operar a miles de metros de la superficie es evidentemente tan difícil y peligroso como suena.  No vale la pena. 

A pesar de que eventualmente lograron recuperar el equipo, fuimos los primeros en reportar esta falla monumental en las pruebas de impacto.  Todo esto no hacía más que corroborarme la importancia de que haya organizaciones como Greenpeace operando en el sitio de los acontecimientos, como un veedor realmente independiente, sin lazos de financiación gubernamental o industrial, evidenciando la destrucción ambiental de primera mano.


Activistas de Greenpeace Internacional protestan contra la minera GSR (Global Sea Mineral Resources), subsidiaria de la compañía belga DEME, en el Pacífico.  Los activistas desplegaron desde un bote una bandera con el mensaje “¡Paren la minería de profundidad!”.  La bandera fue extendida en frente del barco Normand Energy, charteado por GSR, mientras el colector de nódulos “Patania II” era posicionado.  Actualmente la minera hace pruebas de equipos a unas 1000 millas náuticas al occidente de la costa mexicana en la zona Clarion Clipperton, con el propósito futuro de iniciar actividades comerciales de extracción de minerales del fondo marino.   Esta nueva industria podría causar efectos devastadores en el ecosistema y las comunidades, sobre todo aquellas -isleñas y costeras- cuyo bienestar depende de lo que les brinda el océano.  Foto: © Marten van Dijl / Greenpeace

Y no fue solamente esta falla mecánica lo que pudimos poner en evidencia.  Antes del accidente observamos una inmensa mancha de sedimentos durante una de las veces en que el Patania II era izado al barco, mostrando algo del efecto que la máquina ejerce en el fondo marino. 

Si no hubiésemos estado allí, lo más posible es que GSR no publicara nada sobre las pruebas fallidas y la descoloración del agua que la maquinaria causa en la superficie.  Operando sin testigos en el lejano océano, es muy fácil evitar el escrutinio público sobre los verdaderos riesgos de estas operaciones.  

Victor Pickering, de Fiji, activista de Greenpeace Internacional sostiene una bandera con el mensaje “Paren la minería de profundidad” en frente del Maersk Launcher, un barco charteado por Deep Green, una de las mineras pioneras en la Carrera por explotar el poco estudiado ecosistema del fondo marino.  El Rainbow Warrior se encuentra en la zona Clarion Clipperton en el Pacífico para poner en evidencia las actividades de esta industria. Foto © Marten van Dijl / Greenpeace

Victor Pickering, de Fiji, es un activista de Greenpeace.  Como los demás Isleños del Pacífico, la gente de Fiji depende del Oceáno para sobrevivir. Él pone en evidencia otro riesgo, la minería de profundidad la cual junto al aumento del nivel de los océanos, la contaminación con plástico y el deterioro del recurso pesquero por actividades industriales también impactará el estilo de vida de sus comunidades.  Él se encuentra en el frente de batalla para protestar de manera pacífica en contra de los planes de explotación industrial.

Víctor dice:  “Somos gente del mar, no podemos quedarnos mirando cómo las mineras llegan y se llevan lo que quieran, dejando al Pacífico y sus comunidades lidiando con las consecuencias.” 

Greenpeace se solidariza con los activistas de las Islas del Pacífico y con millones alrededor del mundo, oponiéndose al creciente riesgo de la minería de profundidad antes de que esta industria se desarrolle.  Somos 3.5 millones de personas exigiendo que los gobiernos acuerden implementar este verano un fuerte Tratado de Protección Oceánica en las Naciones Unidas, que eventualmente permita la creación de una red mundial de santuarios oceánicos, libres de actividades humanas riesgosas. 

Continuará….

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