Por primera vez en la historia, los gobiernos del mundo se están uniendo para decidir un plan al 2020 que pueda cambiar el rumbo y restablecer la salud de nuestros océanos, que hoy enfrentan crecientes amenazas como la pesca industrial, la contaminación y el cambio climático.
Hablamos de lo que muchas veces es “agua de nadie”, toda esa inmensa porción del océano que está más allá de las fronteras nacionales a la que llamamos fríamente “alta mar” o simplemente “aguas internacionales”, mares que en silencio regulan el clima, son hábitats de especies maravillosas y nos proveen de diversos servicios ecosistémicos.
Este 2019 una vez más una delegación de Greenpeace estuvo presente en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar sobre la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas fuera de la jurisdicción nacional.
Nuestra representante Estefanía González (coordinadora de la campaña de Océanos) siguió el proceso de cerca, dentro del recinto donde se llevaron a cabo las negociaciones por un Tratado Global de los Océanos. Allí hizo visible el informe, “30×30: Un plan para la protección de los océanos” es el resultado de una colaboración de un año de duración entre destacados académicos de la Universidad de York, la Universidad de Oxford y Greenpeace.
Estas rondas de negociaciones son cruciales para garantizar que el Tratado esté diseñado de manera tal que permita el establecimiento de Santuarios Marinos por parte de la propia ONU, seguiremos recordando a los delegados su responsabilidad de utilizar esta oportunidad histórica.
“Océanos protegidos significan una mejor salud para todo el planeta. Además, permiten la protección de la fauna, significan una contribución efectiva para combatir los efectos del cambio climático y también permiten garantizar la seguridad alimentaria del planeta. La ecuación es simple: sin azul no hay verde”, dijo Estefanía González.
Hoy no existen normas internacionales para proteger a la gran mayoría de los océanos globales, pero sí bastantes para explotarlos, y solo el 1% de los océanos mundiales está protegido actualmente. Por eso se hace urgente que, al menos, el 30% de los mares estén protegidos en 2030.
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