Los voraces incendios que se iniciaron a principios de mes en el centro-sur de nuestro país no dan tregua. Las altas temperaturas, los fuertes vientos y la baja humedad hacen que las llamas avancen sin pausa, devorando bosques, hogares y poniendo en peligro la vida misma.
El subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, explicó que el fenómeno que se está desarrollando se debe a un cóctel de tres factores: las altas y extremas temperaturas que seguiremos enfrentando los próximos días; la vegetación que se seca después del invierno y producto de la falta de humedad “se transforma en material combustible”; y los vientos fuertes.
Como si la situación no fuera crítica de por sí, el hecho de que estemos atravesando un periodo de sequía extensa desde hace más de una década, el más prolongado en al menos un siglo, suma gravedad considerando una crisis en el abastecimiento de agua.
Estas mismas condiciones complicaron a mitad de semana el combate de los focos activos. Las cifras del desastre acusan la destrucción de más de 310.000 hectáreas, 1.180 viviendas, un millar de personas heridas y contando.
Ante este panorama devastador, 7 de las 16 regiones están bajo una alerta preventiva porque las altas temperaturas aumentan el riesgo de incendios forestales.
Desde Greenpeace estamos asesorando y colaborando con la red Movidos por Chile para identificar más formas de apoyo y otras urgencias. Si quieres ayudar te contamos cómo y dónde hacerlo en esta nota.
La mano del hombre, detrás de la tragedia
Poniendo un poco de cabeza fría en medio del desastre, hay que tener presente que estas tragedias pueden ser prevenidas. Más aún sabiendo que 90 % los incendios forestales tienen un origen antropogénico, es decir, su ignición se debe a prácticas voluntarias o involuntarias de seres humanos. Así lo determinó el reciente informe de (CR)2 (Center for Climate and Resilience Research) sobre factores asociados con los riesgos de incendios forestales difundido por La Tercera.
Los especialistas aseguran que la mayoría de los incendios forestales en Chile se debe a quemas descontroladas y, añaden, “el cambio climático ha incidido en la intensidad y frecuencia de los incendios forestales y los daños que estos provocan (…) no es la causa directa de estos”.
Estos desastres prevenibles han causado 22 megaincendios que han dejado 543.000 hectáreas quemadas entre 1985 y 2018. Así lo detalló otro estudio realizado por diversos investigadores de la misma organización, titulado Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia.
De los siniestros registrados entre 1985-2018 por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) menos del 1% fue atribuido a causas naturales, causados principalmente por rayos.
Un dato alarmante es que durante 2010 y 2018 se vio un aumento significativo en el número de catástrofes: se registraron 16, los cuales dejaron 444.000 hectáreas quemadas, esencialmente entre las regiones de O’Higgins y Biobío.
Por todo esto, volvemos a remarcar esta necesidad urgente para proteger los bosques y a todos quienes viven en y cerca de ellos. Y sumamos una visión para cuando el fuego se apague: