La ciencia es clara: hay que frenar las emisiones de gases de efecto invernadero ya si queremos tener un futuro vivible.
El mensaje es cada vez más fuerte: frenemos la extracción y uso de combustibles fósiles para no sufrir los escenarios más dramáticos provocados por el cambio climático.
Sin embargo, la realidad muestra que no estamos escuchando ninguna advertencia. Al contrario, parece que tomamos más envión para seguir agravando una situación ya de por sí crítica.
De hecho, durante 2022 los tres gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por la actividad humana que más contribuyen al cambio climático (dióxido de carbono -CO2-, metano y óxido nitroso) continuaron sus altas tasas de crecimiento en la atmósfera. Así lo comprobaron los científicos de la NOAA en una investigación reciente.
En definitiva, no estamos cambiando nada para dejar de alimentar al cambio climático o lo estamos haciendo de una forma tan tímida que no ayuda en nada.
¿Cuáles son los gases de efecto invernadero y cuánto aumentaron?
Los GEI se encuentran de forma natural en la atmósfera y cumplen una función clave que es la de absorber la radiación infrarroja del sol. El problema surgió en la era industrial cuando las actividades humanas (como el transporte, la energía, deforestación, etc) elevaron tanto la presencia de estos gases que derivó en el aumento de la temperatura del planeta (calentamiento global) que, a su vez, generó el desequilibrio ambiental que hoy vivimos (crisis climática.)
Seguramente escuchaste decir que de todos los GEI es el CO2, por mucho, el factor que más contribuye al cambio climático. ¿Qué impulsa el aumento de estas emisiones? La quema de combustibles fósiles.
Un dato preocupante es que alrededor de una cuarta parte de las emisiones de CO2 procedentes de combustibles fósiles hasta la fecha han sido absorbidas por el océano mundial, contribuyendo a la acidificación de los océanos, que puede amenazar algunas pesquerías y acuicultura en todo el mundo.
Con todo, el Dióxido de Carbono CO2 atmosférico es ahora un 50% superior a los niveles preindustriales.
El metano (CH4) atmosférico es otro de los gases de efecto invernadero que no paran de aumentar. Si bien se trata de un elemento mucho menos abundante, es mucho más peligroso porque atrapa más calor en la atmósfera.
Los niveles de metano en la atmósfera son ahora más de dos veces y media superiores a su nivel preindustrial.
Por último, los niveles de óxido nitroso (N20), aumentaron 24% respecto a su nivel preindustrial y está ligado al uso de fertilizantes nitrogenados y estiércol por la expansión e intensificación de la agricultura.
El aumento de los GEI en números
- CO2: sus emisiones crecieron de 10.900 millones de toneladas al año en la década de 1960 a unos 36.600 millones de toneladas al año en 2022, según el Global Carbon Project.
- Van 11 años de crecimiento consecutivo del CO2. En 2022 aumentó más de 2 ppm, la mayor tasa sostenida de aumentos de CO2 en los 65 años transcurridos desde que comenzó el seguimiento.
- El aumento de metano en 2022 fue de 14,0 ppb, el cuarto mayor aumento anual registrado desde que comenzaron las mediciones sistemáticas de la NOAA en 1983, y sigue a un crecimiento récord en 2020 y 2021.
Una vez más, desde la ciencia nos avisan que las actividades productivas de nuestra sociedad están causando daños irreparables al planeta del que depende nuestra subsistencia. Es tiempo de exigir un cambio real para cuidar todas las formas de vida. Actuemos ya.