©Martín Bernetti para AFP

Hace un tiempo te mostramos el basural de ropa que hay en medio del desierto de Atacama. Ahora tenemos que actualizar esta triste noticia y decir que se suman a este panorama montañas de neumáticos y autos descartados que se apilan en el horizonte de este ecosistema único y frágil.

Gran parte de los vehículos llegan al país por la Zona Franca de Iquique (Zofri), uno de los centros de comercio libre de impuestos más importantes de Sudamérica. Son unidades usadas, muchas de ellas con el volante del lado izquierdo. Aquí se adaptan y revenden a Perú, Bolivia y Paraguay, Por supuesto, todas los que no corren esa suerte terminan en las calles y los cerros de Atacama.

A su vez, la industria minera hace su aporte en la contaminación del desierto dejando sus vehículos y neumáticos. Y, por si fuera poco, también se dejan los coches que fueron retirados de las calles. Por ejemplo, en el depósito municipal del sector de Los Verdes, en el norte de Iquique, se acumula un total de 8.400. 

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Así, Alto Hospicio, Antofagasta e Iquique son los nombres propios de los lugares que se convierten en el patio trasero del mundo, adonde va a parar todo lo que nadie más quiere recibir.

Cuando tirar ropa es parte de la moda 

El costo de la moda barata que viste al mundo es altísimo. El ritmo de recambio de una temporada a otra exige desechar inmensas cantidades de prendas nuevas o con apenas unos pocos usos. 

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¿El resultado? El fast fashion derivó a nuestro país solo en 2021, 46.287 toneladas de ropa usada, según el Servicio Nacional de Aduanas. El ingreso creció más de 50% desde 2018.

El destino final de esta “basura”: el desierto de Atacama. En Alto Hospicio, a unos 1.800 km al norte de Santiago, toneladas de ropa usada se convierten en parte del paisaje de la contaminación.

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No hay que olvidar que para “disimular” este accionar se suele quemar y enterrar la ropa descartada, generando un problema ambiental adicional por las emanaciones tóxicas.

Las imágenes de estos basurales en medio del desierto más árido del mundo parecen escenas de un mundo postapocalíptico pero son tan actuales que duelen. 

Hagamos circular esta noticia para defender a este ambiente delicado y singular que desde hace al menos ocho millones de años atesora formas de vida que no se repiten en ninguna otra parte del planeta.