John Hocevar Foto: Esteban Medina

John Hocevar es director de la campaña de Océanos de Greenpeace Estados Unidos. Además de tener un máster en Biología Marina es un experto en el manejo de minisubmarinos. En su experiencia está el haber acompañado al actor Javier Bardem en un viaje subacuático en la Antártida. John nos acompañó a bordo durante la Travesía del Arctic Sunrise y nos dejó esta reflexión para poder compartirla.

“Necesitamos cambiar la forma en la que pensamos sobre nuestros océanos.

Nuestro enfoque actual se basa en la creencia muy antigua de que podemos hacer lo que queramos con el océano sin un impacto duradero, lo cual la ciencia ha demostrado plenamente que es una idea equivocada. El daño que hemos hecho es muy grave y, en algunos aspectos, irreversible.

Más de cuatro millones de barcos pesqueros extraen alrededor de 84 millones de toneladas de animales salvajes (peces, cangrejos, camarones y más) de nuestros océanos cada año. Hemos consumido la mayoría de los grandes peces del mundo, transformando la estructura de las cadenas alimentarias marinas. Muchas pesqueras utilizan técnicas que destruyen el hábitat mismo que sostiene a las comunidades del fondo marino, o son tan indiscriminadas y poco selectivas que la cantidad de vida marina que capturan accidentalmente y desperdician extraída del mar puede exceder la captura objetivo.

John en las pruebas con minisumarinos

En lugar de asumir que en todas partes debería estar abierto para la pesca, debemos partir de la suposición de que el océano merece ser protegido. Cuando se permita la pesca, un proceso de investigación debe garantizar que se realice de una manera que mantenga la biodiversidad, preserve los hábitats vulnerables, proteja a las poblaciones amenazadas y evite la sobrepesca. Cuando se permite la pesca, debe hacerse respetando los derechos humanos, valorando el trabajo de los pescadores y tratándolos con dignidad.

Escribo esto desde el barco de Greenpeace Arctic Sunrise, en el camino de regreso al puerto después de casi dos meses en el mar. He estado a bordo como piloto de submarino en expediciones a la Antártida y al Agujero Azul, un punto crítico de biodiversidad a unos 400 kilómetros de la costa de Argentina.

En ambos lugares, nos dispusimos a documentar los hábitats del fondo marino con la esperanza de que la gente compartiera nuestra opinión de que estos lugares son lo suficientemente especiales como para merecer protección. En las aguas antárticas, logramos bucear todos los días, a pesar de las temperaturas extremas y las condiciones del hielo en constante cambio y lo que encontramos sin duda inspirará a las personas a pensar de manera diferente sobre la rica vida en esas profundidades heladas y oscuras.

En el Agujero Azul no tuvimos tanta suerte.

Trajimos un barco, un submarino y un equipo muy talentoso al Agujero Azul durante dos semanas, preparados para bucear hasta seis horas al día para inspeccionar el fondo marino. Todos los días nos ponían de manifiesto la urgencia de nuestro trabajo, ya que estábamos rodeados por unas 400 embarcaciones pesqueras: arrastreros de fondo que trituraban y enterraban corales y esponjas, palangreros que casualmente mataban albatros y tiburones en peligro de extinción, y una flota de poteros de calamar tan grande que puede verse desde el espacio.

John en las pruebas con minisumarinos

Es realmente una subestimación  decir que organizar esta expedición fue un desafío, particularmente durante una pandemia, porque fue mucho mas que eso. Fue la primera de su tipo, ya que nadie había intentado algo así antes. Eso lo hizo aún más desgarrador cuando la combinación de fuertes vientos, oleaje alto y corrientes traicioneras hizo imposible realizar ni una sola inmersión.

Desgarrador, sin duda. Pero si bien nuestro éxito en la Antártida fue más evidente de inmediato, lo que se sintió como un fracaso en el Agujero Azul en realidad puede ser más importante para la forma en que tomamos decisiones sobre el manejo y el tratamiento de nuestros océanos.

Barcos pesqueros en el Agujero Azul

El Agujero Azul es claramente un caso importante: un ecosistema altamente productivo que no está regulado, que se ha convertido en un nexo entre la pesca industrial y los abusos contra los derechos humanos. Por mucho que tratamos de inspeccionar el área, que actualmente está siendo gravemente afectada por la pesca, no fue posible hacerlo. De esta forma, la zona está en el mismo barco, por así decirlo, que la gran mayoría de los océanos del mundo. No podemos estudiar 361 millones de kilómetros cuadrados de océano. Nadie puede.

Los representantes gubernamentales se reunirán en unos meses en las Naciones Unidas en Nueva York, donde se espera que finalicen un nuevo Tratado Global de los Océanos. Esta es la mejor oportunidad que tendremos para quizás una generación de finalmente dejar de tratar a nuestros océanos como si pudieran soportar una presión de pesca ilimitada, que por supuesto no pueden.

Si acertamos con este tratado, nos permitirá establecer rápidamente una red mundial de santuarios totalmente protegidos. En lugar de pasar años o décadas tratando de convencer a los legisladores de que esta o aquella área merece protección, adoptaremos un enfoque holístico basado en el entendimiento de que necesitamos océanos saludables para tener civilizaciones saludables. El Agujero Azul será una de las muchas áreas oceánicas vitales que se beneficiarán. También lo hará nuestro clima, ya que los ecosistemas marinos intactos juegan un papel importante en el secuestro de carbono.

Necesitamos cambiar la forma en que pensamos sobre nuestros océanos. Más que nunca, necesitamos tu ayuda para hacerlo”.

Muy pronto el barco y la tripulación van a estar llegando a Buenos Aires. Y vas a tener la oportunidad de vivir la experiencia Arctic Sunrise en Puerto Madero. Hacé click aquí para conocer toda la información y anotarte al evento (gratis)

No te pierdas el día a día de la Travesía del Arctic Sunrise, mirá todas las fotos y videos en el diario del viaje.