La industria de la moda rápida (la que produce y comercializa de forma masiva prendas de vestir a bajo costo y a un gran ritmo de renovación) sigue perfeccionando sus estrategias para conseguir cada vez más compradores en todo el mundo. Su crecimiento es tal que se ha transformado en “ultra fast fashion”, acelerando a un nivel impensado la cantidad de ventas.

Lo cierto es que se esmeran en fabricar y vender más cantidad de productos lo más rápido posible pero su sistema sigue siendo nocivo para el planeta y las personas. De hecho, Shein -la más conocida de las marcas de esta industria- es una de las compañías textiles más contaminante del sector moda, que ya es un rubro conocido por su costo ambiental.
Al ritmo de los hauls (videos donde se muestran y comentan compras de ropa) que se multiplican en Instagram y Tik Tok, en esta nota volvemos a entrar en un tema que nunca pasa de moda.
En 2022 Greenpeace comprobó los peligros del gigante de la moda
Ya en 2022, Greenpeace Alemania alertaba que el modelo de negocio de la marca de ultra fast-fashion SHEIN estaba basado en el uso de químicos peligrosos y destrucción ambiental. A través de un informe reveló que tras testear 47 productos, encontró que 7 (es decir, 15% del total) contenían químicos que excedían los límites regulatorios establecidos por la Unión Europea (incluso 5 de ellos los superaba en un 100%).

Para realizar el estudio, Greenpeace Alemania compró 42 de estos ítems (prendas de vestir y calzado para hombres, mujeres, niños y bebés) de los sitios de SHEIN de Austria, Alemania, Italia, España y Suiza y los 5 restantes a través de una tienda temporal en Munich, Alemania. Luego los enviaron a laboratorios independientes para ser analizados. Los resultados -que detectaron niveles muy altos de ftalatos (compuesto que hace que los plásticos sean más flexibles y duraderos) en zapatos y formaldehído en un vestido de niña– probaron que la empresa tiene una actitud descuidada hacia la salud humana y del ambiente al usar estos químicos perjudiciales en pos de generar ganancias monetarias. De esta manera, la compañía radicada en Nanjing, China, estaba rompiendo las normativas medioambientales de la UE referidas a estas sustancias y poniendo en riesgo a consumidores y trabajadores.
Viola Wohlgemuth, campañista de Economía Circular y Tóxicos de la oficina alemana explicó entonces: “En esencia, el sistema lineal de la moda rápida es totalmente incompatible con un futuro climático estable. Pero aún peor es que el surgimiento del ultra fast fashion está acelerando más la crisis climática. Por eso, debería ser frenada a través de legislación vinculante. Aplicar alternativas como dejar de comprar prendas nuevas debería ser la norma.”
Moda ultra rápida + influencers = ventas en ascenso
En este círculo de consumo voraz y descarte sin pausa, hay un factor extra que contribuye a que las ventas de SHEIN y Temu -el otro gigante- hayan aumentado de manera exponencial. Utilizan una estrategia de marketing muy inteligente de la que una de las patas más eficaces es valerse de las redes sociales y los influencers para llegar a la mayor cantidad de público, entre ellos adolescentes, niños y niñas.
Algunas naciones empiezan a tomar nota de esta forma de consumo exagerada y sus consecuencias. Por ejemplo, hace un mes Francia promulgó una nueva legislación que prohíbe la publicidad de marcas de moda rápida e introduce ecoimpuestos por prenda e impone sanciones a plataformas. Además, la normativa incluye la obligación de un etiquetado que visibiliza el impacto ambiental en cada prenda, la prohibición de publicidad para marcas de fast y ultra fast fashion, y sanciones a influencers que promuevan este tipo de consumo.
Las instagramers españolas de Clima Bar le ponen humor y lo cuentan así:
Ropa que es puro plástico y que vuelve al ambiente (para contaminarlo)
El ultra fast fashion también se caracteriza por la velocidad en que lleva los productos al mercado. “Desarrollaron un sistema de micro-producción con prueba digital y con AI. Busca micro-tendencias en las redes, ofrece diseños hechos con AI, testea una prenda con 100 unidades, y si vende bien pueden escalarla en 48 h”, explica en su newsletter, Dafna Nudelman, Comunicadora en sostenibilidad y Fundadora de @lalocadeltaper.
Esta última evolución de la moda rápida obliga a los proveedores a entregar a una velocidad vertiginosa, con pedidos realizados tres veces más rápido que su competidor más cercano, Zara, y enviados directamente a clientes de todo el mundo por transporte aéreo (el transporte aéreo emite entre 60–80 veces más CO₂ por kilo que el marítimo).
Si al menos la indumentaria que comercializa esta industria fuera de buena calidad… pero no es así. Su modelo de negocios es conocido por los grandes volúmenes de prendas hechas en base al petróleo. Nudelman, lo dice con claridad: Shein utiliza un 82% de materiales sintéticos en sus prendas, “en la comparativa es el que más plástico usa”.
Al final de todo este ciclo que sólo genera beneficios a unos pocos quedan los impactos sociales y ambientales, que no los paga ninguna empresa sino las personas y el planeta. Cada segundo, un camión cargado de textiles termina en un vertedero o es incinerado en el mundo. El resto, una inmensa cantidad, se envía a países de África del Este y del Sur Global.
Te mostramos cómo son los basureros textiles del mundo en esta nota:

Parte de lo que termina en la basura es entre 40% y 70% de la ropa que se compra en línea y se devuelve. “Un porcentaje importante de las más de 60.000 toneladas que llegan a Atacama”, apunta la comunicadora.

Como decíamos, los motivos por los que NO elegir las opciones de la moda ultra rápida son muchos.
Si te quedaste con ganas de seguir profundizando en el tema, te recomendamos el episodio de nuestro Podcast “Sonido Ambiente”: