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El 38% de la Amazonía ya sufre algún tipo de degradación y el 17% ya ha sido deforestado. Incluso con este grado de devastación, la Amazonía sigue siendo un punto caliente de biodiversidad.

Un estudio recientemente publicado en la revista Nature, estima que entre 1985 y 2019 en la Amazonía colombiana fueron deforestadas más de 3 millones de hectáreas, principalmente por ganadería. 

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En el gobierno actual (2022–2024), las cifras de deforestación nacional mostraron una tendencia decreciente respecto a años anteriores, atribuida a un enfoque de contención territorial y acuerdos con comunidades locales. Sin embargo, en 2024 se registró un aumento de la deforestación.

© Nilmar Lage / Greenpeace

La Amazonia colombiana durante el año pasado perdió 77.124 hectáreas de selva, lo que revela un aumento considerable respecto a 2023 (44.274 hectáreas) y similar a 2022 (71.185 hectáreas). Es el 68% del total de la deforestación del país en 2024.

La deforestación, la degradación y la transformación de selva en sabana tropical nos acercan a un escenario donde este ecosistema ya no capture carbono, sino que lo emita, agravando la crisis climática.

¿Quiénes están detrás?

Las actividades extractivas y de transformación del suelo, como parte de un modelo económico que prioriza la ganancia inmediata sobre la vida, están provocando un daño irreversible.

Existen diversas formas de intervención extractiva y agropecuarias que han contribuido significativamente a la deforestación en la Amazonía colombiana: ganadería, agricultura, minería, tala y explotación de hidrocarburos.