Este año el ganador de MasterChef Colombia 2016, Leo Morán, decidió dejar la cocina y viajar a la Amazonía brasileña con un objetivo claro: ver con sus propios ojos de dónde se abastece gran parte del sistema alimentario mundial.

Para Morán “la comida siempre había significado cuidado, creatividad y conexión” aunque sospechaba que había algo más detrás de los platos que llegaban a la mesa. Esa curiosidad motivó el viaje que le mostró una realidad que lo dejó impactado. “Lo que encontré allí me sacudió. Lo que parece un bife común, una pechuga de pollo o un vaso de leche puede llevar consigo una cadena de explotación, enfermedad y despojo” y el actor responsable de esto la gran agroindustria que se vende como la que “alimenta al mundo” pero, en verdad, alimenta el colapso.
La agricultura industrial es la producción a gran escala de animales como vacas, cerdos y pollos, y cultivos como aceite de palma, soja y maíz. Dependiente en gran medida del uso de fertilizantes químicos y pesticidas, y a menudo gestionada por grandes corporaciones multinacionales, esta práctica es perjudicial para el medio ambiente y se relaciona con frecuencia con la violencia y los abusos contra los derechos humanos.

Repasando su recorrido por esta parte del bosque tropical más extenso del mundo, Morán dice: “Y aquí está la verdad que más me impactó: incluso con menos incendios, la Amazonía sigue acercándose al colapso. El humo no se detiene en las fronteras de Brasil; alimenta una crisis climática global que amenaza la comida, la salud y la vida en todas partes incluido nuestro país, Colombia”.
La gran agroindustria, los incendios y el costo humano
“En cada lugar que visité, vi las huellas de la agricultura industrial. Su modelo es simple: tomar más tierra, quemar más bosque para ingresar ganado o cultivar monocultivos y exprimir más ganancias, sin importar el costo para las personas o el planeta”, describe Morán.

Aunque los titulares de los medios de Brasil hablan de “la mejor temporada de incendios en décadas” debido a que se registró la menor cantidad de incendios en 25 años, según el INPE, lo que se vive tierra adentro es muy distinto. La temporada de incendios nunca termina realmente.
Morán cuenta que estando allí respiraba humo que le hacía arder los ojos y la garganta. “Aprendí que para muchas familias ese no es un problema temporal: es el aire con el que viven cada día. Los informes muestran que los niños y niñas de la región son especialmente vulnerables, con un aumento de enfermedades respiratorias”. “¿De qué sirven los titulares sobre “menos incendios” cuando la gente sigue asfixiándose, cuando el bosque sigue cayendo?”, se pregunta con indignación.
A Morán también le impactó también lo que viven los Pueblos Indígenas que habitan la Amazonía. Lo cuenta así: “Esta industria prospera avanzando sobre territorios indígenas”. Es decir que son esas comunidades las que se enfrentan a una injusticia enorme. “Son los guardianes del bosque, quienes lo han mantenido vivo por generaciones. Imagina ver cómo la tierra que guarda tu historia, tu cultura y tu supervivencia es arrebatada pedazo a pedazo para alimentar un sistema que no conoce de controles y solo valora las ganancias”.
“Este es el otro lado de la moneda de la agricultura industrial: no sólo emisiones de gases de efecto invernadero o porcentajes de deforestación y degradación de bosques, sino el sufrimiento diario de sus habitantes, Pueblos Indígenas, comunidades locales y Afrodescendientes, quienes respiran veneno, ven sus derechos vulnerados y un presente y futuro robado”, remarca Morán.
Y sin embargo, entre la devastación, hay esperanza
Pero nunca está todo perdido. Por el contrario, siempre hay otras maneras de hacer y de crear que no destruyen sino que regeneran y cooperan con la naturaleza. Morán encontró un claro ejemplo de esto al visitar un pueblo cerca del municipio de Lábrea “que demuestra que otro sistema alimentario es posible”.



Allí se llevan adelante proyectos de agroforestería que restauran los suelos, alimentan a las familias y se realiza la pesca con cuidado para que los ríos sigan sosteniendo vida por generaciones. Es ni más ni menos “la gestión indígena del territorio, que mantiene el bosque vivo mientras alimenta a su gente”.
Así debería ser la comida: no destrucción, sino conexión. No colapso, sino cuidado.
Qué sigue y qué puedes hacer

A finales de este año, los gobiernos, entre ellos Colombia, se reunirán en Belém para la Cumbre del Clima COP30, en la Amazonía Brasileña. Enfrentan una elección: seguir apoyando a las corporaciones que destruyen el bosque o invertir, por fin, en las personas que lo protegen.
Es urgente tomar acción por la Amazonía, porque aunque la visita de Leo fue a una zona de la Amazonía Brasileña, este bioma es uno solo y en nuestro país, Colombia, ocupa el 42% del territorio nacional. Este bioma está interconectado y lo que sucede en la Amazonía Brasileña impacta directamente a nuestro país y viceversa.
👉 Sumate al movimiento y firma la petición para exigir protección y respeto por la Amazonía y su gente.
Firma y exige al gobierno Colombiano y a los líderes mundiales reunidos en la #COP30 del Clima acciones concretas para frenar la deforestación en la región amazónica. Si ella cae, caerán también otros sistemas vitales de Colombia y con ellos nuestro futuro.

Si ella cae, caerán también otros sistemas vitales de Colombia.
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