
Se estima que la Amazonía absorbe entre el 10% y el 15% de las emisiones anuales de dióxido de carbono del mundo y almacena alrededor de 120 mil millones de toneladas de carbono, lo que la convierte en una de las mayores reservas de carbono del mundo.
Sin la Amazonía, el planeta sería 1 o 2 grados más caliente. La selva amazónica es una fuente importante de humedad y produce una gran cantidad de vapor de agua que se eleva a la atmósfera y forma nubes. Estas nubes reflejan la luz solar y ayudan a mantener la temperatura del planeta. Es decir, sus bosques crean nubes blancas que reflejan la luz solar, evitando que la Tierra se recaliente aún más.

Cuando talamos un árbol amazónico, no sólo perdemos un tronco: interrumpimos un ciclo que sostiene la lluvia y la vida de millones de personas en todo el continente. Cada árbol amazónico es una fábrica de agua.
Un árbol de 20 metros puede liberar hasta 1.000 litros diarios de vapor, y en conjunto, la selva amazónica envía 20.000 millones de toneladas de agua a la atmósfera cada día. Este vapor se condensa y cae como lluvia, viajando miles de kilómetros y llegando hasta los Andes, el Caribe y el Atlántico.

Sin la Amazonía en pie, el Caribe sería más caliente, más seco y más vulnerable a tormentas extremas.