2006. Activistas piden detener la matanza de ballenas frente al buque factoría Nisshin Maru. – © Greenpeace / Jeremy Sutton-Hibbert

Hace medio siglo, una imagen cambió la historia: un pequeño bote de activistas interponiéndose entre un arpón soviético y una ballena. Eran los primeros pasos de Greenpeace, y aunque no pudieron evitar la muerte del animal, lograron algo igual de poderoso: que el mundo abriera los ojos. Desde ese momento, la defensa de las ballenas dejó de ser un asunto invisible y se convirtió en una causa global.

Cinco décadas después, esas imágenes siguen vivas. En cada ballena que migra para dar vida, en cada activista que se sube a un barco, en cada persona que decide actuar por los océanos. Lo que comenzó como un acto de desobediencia pacífica en alta mar, se convirtió en uno de los movimientos ambientales más influyentes del planeta.

2005. Activistas protestan sobre una ballena arponeada por un barco ballenero japonés. – © Greenpeace / Kate Davison

Proteger a las ballenas es más que salvar una especie: es cuidar un sistema que sostiene la vida. Las ballenas fertilizan el océano, capturan carbono y mantienen el equilibrio marino. Son aliadas del clima, faros de biodiversidad y símbolos de resistencia.

Colombia: Bahía Málaga, una cuna de vida

2005. Buque de factoría japonés Nisshin Maru. – © Greenpeace / Jeremy Sutton-Hibbert

En Colombia, la lucha por las ballenas tiene nombre propio: Bahía Málaga. Cada año, entre julio y octubre, el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga, ubicado en la región del Pacífico, se transforma en un santuario natural donde llegan las ballenas jorobadas a dar a luz a sus crías. Allí, comunidades afrodescendientes y pescadores artesanales conviven y resisten junto a estos gigantes del mar, cuidando las aguas que los vieron nacer.

1976. Aletas de ballenas amarradas a la borda de un arponero ruso. © Greenpeace / Rex Weyler

Sin embargo, esta armonía está bajo amenaza. El aumento del tráfico marítimo, las exploraciones sísmicas, la contaminación por plásticos y la pesca incidental ponen en riesgo un ecosistema único, la relación milenaria entre las ballenas y las comunidades del Pacífico colombiano y la red de vida océanica de la que dependemos. 

Desde Greenpeace trabajamos para visibilizar estas amenazas, impulsar mayor una mayor protección de los océanos y promover políticas que resguarden estos corredores migratorios vitales.

1992. Acción contra el ballenero japonés Nisshin Maru en el Océano Antártico. © Greenpeace / Robin Culley
2005. El barco de Greenpeace Esperanza enfrenta al ballenero Kyu Maru. – © Greenpeace / Jeremy Sutton-Hibbert

“Las ballenas no solo representan una victoria histórica del ambientalismo, también nos recuerdan que la protección del océano es urgente y posible. Desde Colombia, seguimos trabajando para que las rutas migratorias sean espacios seguros para las ballenas y para quienes viven en armonía con ellas”, señala Laura Caicedo, coordinadora de campañas de Greenpeace Colombia.

Aleta de ballena amarrada al ballenero japonés © Greenpeace / Jeremy Sutton-Hi

Gracias al activismo de Greenpeace y al apoyo de millones de personas en más de 50 países, hoy existen santuarios oceánicos, moratorias a la caza comercial y tratados internacionales que protegen a las ballenas. Pero la lucha está lejos de terminar.

© Greenpeace / John Cunningham

Este aniversario no es solo una conmemoración: es una promesa renovada. Una invitación a seguir protegiendo lo que amamos. Porque si hace 50 años fuimos testigos de su matanza, hoy podemos ser protagonistas de su supervivencia.

2005. Acción contra el barco ballenero japonés Yushin Maru. © Greenpeace / Kate Davison

Greenpeace nació para protegerlas. Y 50 años después, seguimos a bordo. Para conocer más sobre esta lucha pueden ingresar a https://protegelasballenas.org/