La deforestación irracional de la selva Amazónica para permitir actividades agrícolas y ganaderas de gran escala e industriales propician incendios forestales que acaban con la biodiversidad y contribuyen con el cambio climático. Greenpeace está exigiendo a las autoridades brasileñas que detengan la expansión de estas prácticas agroindustriales en la selva Amazónica.