2022 terminó con una gran fiesta. La Selección Argentina de Fútbol Masculino salió campeona del mundo y las calles se llenaron de personas festejando, abrazándose y cantando. Esta celebración se vivió no solo en el país ganador sino en diferentes lugares de América Latina y cruzó el océano hasta Bangladesh e India. 

Activistas de Greenpeace protestan en las oficinas de Adidas en Alemania pidiendo que adopten medidas sustentables en su producción.

La ola de felicidad  que se reavivó en las reuniones de fin de año vino a recordarnos que compartir la alegría y disfrutar del espacio público con otras personas es algo que merecemos que pase más seguido. 

Porque, más allá del motivo en sí, necesitamos del poder transformador que nace de experimentar el goce, de sentirse bien y estar en comunidad. 

Especialmente cuando se trata de activistas y defensores del ambiente, quienes solemos estar más acostumbrados a otros sentimientos como enojo, indignación e impotencia. 

Ojalá que este momento histórico nos sirva para hacer el ejercicio de darnos espacios donde sentirnos a gusto porque esta es una gran forma de contribuir a nuestra salud mental y tener a mano un antídoto para la eco-ansiedad

Como dice la Psicóloga Mayneé Cortés en su cuenta Laboratorio Afectivo, “Una  lucha social no se puede sostener sólo de ira y dolor. No podemos olvidar que una parte importantísima de buscar la justicia también es reclamar nuestro derecho a gozar, reírnos, sentirnos plenos y disfrutar de lo que somos y hacemos. Porque si algo nos quita la violencia y la opresión es eso, nuestras posibilidades de construir desde el placer.

Es por esto que “el cuidado y la diversión deben ser también parte de nuestros espacios y nuestras estrategias”, dice Cortés. “¿De qué maneras podemos procurar el placer y el cuidado en espacios que constantemente nos duelen? es una pregunta complicada y la respuesta no es muy clara, pero es importante seguir haciéndola y buscar contestarla en colectivo”.

No es tarea fácil pero estar presentes en los momentos de felicidad es un buen inicio. Después, buscar actividades y motivos para que sigan surgiendo alegrías a través del tiempo. Desde ya, no es la intención forzarnos a sumar una obligación extra a la larga lista de pendientes sino de fomentar hábitos amorosos de autocuidado que nos brinden bienestar y placer

Alimentar estos sentimientos positivos no es banal. Es una forma de mantenernos sanos para vivir una buena vida y poder seguir luchando. Porque como definió el filósofo Gilles Deleuze “La alegría es resistencia, porque no se rinde. La alegría como potencia de vida nos lleva a lugares donde la tristeza nunca nos llevaría”. 

Si te interesó este tema podés reflexionar: ¿qué lugar le doy a la alegría y al goce en mi rutina actual? Si querés compartir la respuesta en comentarios, ¡te leemos!