Por Valeria Argenzio, Coordinadora de Loyalty
En este 8M la invitación es a compartir y reflexionar sobre uno de los grandes temas que nos ocupa (y preocupa) durante todo el año: el papel central de las mujeres en la defensa del ambiente y, al mismo tiempo, en ser las más vulnerables al impacto de los delitos ambientales.
Empezaremos por hablar en especial del rol de guardianas y cuidadoras de este hermoso planeta que habitamos, aunque sabemos que los avances logrados se dan en todos los ámbitos (política, educación, salud, etc.)
Está claro que si en un terreno siempre hemos sido mayoría, es en el ambientalismo. ¿Acaso no fuimos pioneras en protestas y marchas? ¿No fuimos las precursoras del movimiento Zero Waste? ¿No nos animamos antes a probar dietas basadas en plantas o veganas? ¿No abrimos camino al emprender de forma sostenible o al crear productos sustentables?
En definitiva, el universo femenino está profundamente ligado al mundo de la ecología y la sustentabilidad. También en su costado menos deseable: somos las primeras en sufrir los embates del cambio climático, porque la desigualdad de género nos deja más vulnerables en situaciones de catástrofe.
Comencemos por rastrear esos primeros momentos en que empezó a aflorar una forma de pensar que se convertió en la base del activismo con mirada y fuerza de mujer.
La propuesta del ecofeminismo
Esta corriente de pensamiento surgió en la segunda mitad del siglo XX en la intersección del ecologismo y el feminismo. Es, sin dudas, una vertiente que tiene total vigencia al día de hoy y que sigue generando grandes aportes, por eso nos parece interesante que sepas más.
En esencia, es “un movimiento que se identifica con las mujeres” porque cree “que estamos llamadas a cumplir una tarea especial en estos tiempos amenazados”.
¿Cuál es esa amenaza? Ni más ni menos que “la devastación de la Tierra y los seres que la habitan perpetrada por empresarios y por fuerzas militares”, explican en su libro “Ecofeminismo” María Mies, socióloga alemana, y Vandana Shiva, física y filósofa india, ambas prolifícas escritoras ecofeministas.
Y añaden, éstas “son manifestaciones de la misma mentalidad masculinista que pretendía negarnos el derecho a nuestro cuerpo y a nuestra sexualidad y que se apoya en múltiples sistemas de dominación y de poder estatal para imponerse”.
En palabras de la Doctora en Filosofía y pensadora ecofeminista, Alicia Puleo, “el objetivo más profundo de la filosofía ecofeminista es una redefinición del ser humano que implica una redefinición de los demás seres vivos para habitar más pacíficamente la Tierra”.
Frente al “frenético saqueo de un volumen creciente de recursos en busca de un beneficio económico cada vez más desigualmente distribuido por la naturaleza”, Puleo propone: “modificar los estereotipos del guerrero y el cazador porque ya no son adaptativos en esta época. Es más, son peligrosos. La voluntad de dominio, tan alabada frente al humilde cuidado compasivo, es suicida para la humanidad dada la capacidad tecnológica de destrucción que se ha alcanzado”.
Por último, otro punto central del Ecofeminismo es que reafirma “el valor y la integridad particulares de cada ente vivo”. Además, trabaja para expresar y defender la diversidad, frente a los intentos homogeneizadores y jerarquizantes propios del capitalismo.
Nosotras, en el ojo de la tormenta
La crisis climática no afecta a todos por igual y así como hay países más vulnerables que otros, en la población, las mujeres y las niñas del mundo son las más afectadas por las consecuencias del cambio forzado del clima.
Visto así, no es de extrañar que las mujeres nos convirtamos en activistas. En parte por el rol histórico de cuidados que se nos asignó, que nos hace más sensibles a la realidad de otros. Y por otro lado, porque somos quienes sufrimos primero las consecuencias del colapso ambiental.
Para graficarlo valgan estos tres ejemplos compartidos por el Banco Mundial:
- Durante las sequías que afectan a los países del sur, tenemos que caminar más para recoger agua.
- En República Dominicana, tras la tormenta tropical Erika, fuimos más afectadas porque el 55% de las actividades económicas informales interrumpidas eran desempeñadas por nosotras.
- En Granada, el huracán Iván afectó a todos los sectores económicos. Sin embargo, las mayores pérdidas de empleos se dieron en ámbitos donde trabajan más mujeres, como la industria de la nuez moscada y el turismo.
Esta mayor vulnerabilidad se debe a que la crisis climática la sufren más los que cuentan con menos recursos.
De acuerdo con los datos del Banco Mundial, las mujeres, en el pico de edad productiva, tenemos más probabilidad de ser pobres que los hombres en el mismo grupo de edad. Además, somos las que más dependemos de los recursos naturales en riesgo, especialmente en las zonas rurales.
Otro dato para nada alentador es que las probabilidades de morir luego de un evento climático extremo son 14 veces más altas para nuestro grupo que para los hombres, según datos de ONU Mujeres.
También los desplazamientos forzados nos tendrán como protagonistas. Para 2050 estiman que 143 millones de personas deberán relocalizarse por cuestiones climáticas.
Defensoras de nuestro ambiente: 6 historias para inspirarnos
Son miles y miles de mujeres como vos y yo las que, año a año, levantan sus voces, ponen sus cuerpos y dedican su tiempo para evitar la destrucción de bosques, montañas y mares, y para defender los derechos de las personas y las comunidades más oprimidas. Muchas son de pueblos originarios.
Lamentablemente, no son pocas quienes dejan su vida en la lucha. 200 personas defensoras de la tierra fueron asesinadas en 2021 según Global Witness, organización no gubernamental que desde 2012 documenta las violencias contra los activistas. De ese total, 1 de cada 10 fueron mujeres y casi dos tercios, indígenas.
En su honor y en el de todas las que en este momento están cuidando nuestro planeta, repasamos la enorme labor de estas lideresas que nos muestran que nunca hay que bajar los brazos porque la salida es colectiva.
Berta Cáceres – Honduras
Berta Cáceres, mujer indígena, feminista y ecologista, cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Fue asesinada en 2016 por defender la salud del río Gualcarque y de su comunidad lenca frente a los intereses económicos de la compañía hidroeléctrica DESA.
Su historia recorrió el mundo y su figura constituye hoy un símbolo para las personas defensoras de la tierra y el territorio. La amplia difusión de su caso sirvió para incrementar la presión sobre el gobierno hondureño en el impulso de un juicio que acabase con la impunidad de sus asesinos.
Además, su lucha promovió algunos avances en materia de justicia ambiental en la región, como el Acuerdo de Escazú.
Pamela Guenten Millán – Chile
Pamela es educadora tradicional y activista por los océanos. Nació en Chiloé, en la Región de Los Lagos, y luego migró a la isla de Melinka, en la Región de Aysén, donde comenzó su aprendizaje de lengua y cultura mapuche Williche, y se acercó a la comunidad Pu Wapi.
Desde siempre su familia ha estado ligada al Lafken (el mar), y también a la pesca artesanal. Actualmente, está muy preocupada por la salud del mar y lucha por su protección frente a la amenaza de la contaminación de la industria de la salmonicultura en las regiones de la Patagonia chilena.
Marie Bohlen
Marie fue ilustradora de la naturaleza, miembro del Sierra Club y pacifista. Emigró con su familia a Vancouver, Canadá, en 1967, donde conocieron a Dorothy e Irving y co-fundaron el Comité Don’t Make A Wave, que más tarde se convertiría en Greenpeace.
En febrero de 1970, mientras discutía cómo detener las pruebas de bombas nucleares estadounidenses en Alaska, Marie propuso la idea de navegar en un barco hasta el lugar de prueba y enfrentarse a la bomba. Esta, por supuesto, se convirtió en la primera campaña de Greenpeace.
También fue la creadora del primer logo de la organización. Falleció en 2014 y es recordada por los que más la conocieron debido a su pacifismo, sencillez y activismo social.
Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir – Argentina
Son un grupo de mujeres de distintas Naciones Indígenas (Tapiete, Wichi, Mapuche, Tehuelche, Aymara, Quechua, Qom, Kolla). Provienen de diferentes territorios en conflicto y son “enviadas por nuestras ancestras y fuerzas telúricas” para luchar contra el Colonialismo Estructural y el Terricidio.
En su web se autodefinen como “un movimiento de resistencia” y agregan “Luchamos por la autodeterminación de nuestros cuerpos, territorios y pueblos. Nuestra ancestralidad nos da poder y sabiduría. Nuestro amor por la vida nos llama a la lucha”.
Vandana Shiva – India
Es Doctora en Ciencias Físicas, ecologista y feminista involucrada en el combate contra el neoliberalismo y defensora de los derechos de los pueblos.
Sostiene un compromiso con las mujeres y con la tierra. Su lucha apuesta por una transformación que acabe con el cambio climático, la desigualdad, la injusticia, las guerras y el hambre.
Escribió numerosos libros, como Making Peace with the Earth (Haciendo las paces con la tierra) y Soil Not Oil (Suelo no aceite).
Jane Goodall – Inglaterra
Dedicó 60 años al estudio de las interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el parque nacional Gombe Stream, en Tanzania.
Sus hallazgos revolucionaron no solo los conocimientos que se tenían de estos primates, sino también del ser humano. Además, es reconocida por su gran labor en materia de conservación y bienestar animal.
Si tuviéramos que mencionar a todas las mujeres que hicieron y hacen la diferencia a favor de la vida la lista sería infinita. Estos son solo algunos nombres de las que multiplican la esperanza y nos ayudan a seguir soñando y activando por una sociedad más justa y un planeta más sano.
Este 8M te agradecemos la lucha incansable y el ejemplo que ilumina el camino en el que creemos: el de cuidar nuestra casa común para poder tener un futuro en armonía con todas las especies.