Decir que los glaciares del planeta están desapareciendo frente a nuestros ojos no es una metáfora alarmista sino la más pura realidad. Cada día, la ciencia encuentra nuevos casos de masas heladas que se derriten. Para peor, lo hacen a un ritmo cada vez más rápido. 

Una familia de morsas descansa sobre un témpano de hielo en el glaciar Dahlbreen, en Svalbard. © Denis Sinyakov / Greenpeace

Esta vez, el caso toca de cerca puesto que se detectó en un glaciar de la Antártida cercano a la Argentina. Se trata del Hektoria que perdió 8 km de hielo en sólo dos meses, lo que implica una velocidad más rápida de lo medido hasta la fecha.

El registro fue hecho por un grupo de investigadores de los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Francia y publicado hace apenas unos días en Nature Geoscience.

¿Qué determinó el equipo de investigadores?

El glaciar Hektoria en febrero de 2024, desembocando en el océano parcialmente congelado. © Naomi Ochwat en www.bbc.com

Por un lado, registraron un retroceso récord del hielo de más de ocho kilómetros en solo dos meses, entre noviembre y diciembre de 2022 en el glaciar Hektoria. Este hecho es llamativo puesto que este tipo de glaciares polares que están apoyados en el lecho marino poco profundo -son distintos a los que solemos ver en la montañas, como los andinos-, suelen retroceder no más de unos pocos cientos de metros por año. Sin embargo, en este caso los científicos han calculado —a través de datos altimétricos sobre el terreno e imágenes satelitales y aéreas— una pérdida de aproximadamente 800 metros al día

Además, el equipo científico constató que entre enero de 2022 y marzo de 2023, el glaciar retrocedió unos 25 km en lo que consideran un caso extremo de esta inestabilidad.

Imágenes satelitales de la Península Antártica muestran el retroceso del glaciar Hektoria entre 2021 y 2025. (Vídeo: Adrian Luckman/Proyecto Copernicus de la UE)

El impactante retroceso fue el resultado de un proceso dinámico: la pérdida del hielo marino que lo sostenía permitió que el frente glaciar colapsara y se desprendiera a una velocidad récord, lo que en términos técnicos se menciona como “pérdida de soporte y calving impulsado por flotabilidad“.

En este contexto, el calentamiento global no colabora sino que incide de manera indirecta, dejando más expuestas a las plataformas de hielo ante cualquier alteración natural.

“Retrocesos tan fuertes y rápidos se pueden ver de forma corriente en plataformas de hielo flotantes, cuando el glaciar termina con una lengua de hielo sobre el mar, donde se forman los icebergs más grandes, pero lo que resulta tan extraordinario aquí es que ha ocurrido con el hielo apoyado sobre el lecho de roca y más de ocho kilómetros en tan solo dos meses para este tipo de glaciares resulta realmente espectacular”, contó Etienne Berthier, glaciólogo del Laboratorio de Estudios en Geofísica y Oceanografía Espaciales de la Universidad de Toulouse, Francia y uno de los autores del trabajo al diario El País de España. 

Berthier sumó otro dato importante: nunca antes se ha registrado con satélites, aviones u observaciones científicas sobre el terreno una reducción del hielo en tierra del nivel del observado en Hektoria.

También el estudio detalló que tras la desintegración en 2002 de la gigantesca barrera de hielo llamada Larsen B, la región quedó más vulnerable, debido a que en ese entonces se perdió el hielo flotante que actuaba como freno natural para los glaciares que drenaban hacia ella.

En este sentido, el glaciólogo consideró que “En el fondo, toda la evolución de esta región antártica está ligada al calentamiento del planeta”. Así es que consideró que el colapso de Larsen B y el récord del glaciar Hektoria de ahora forman parte de “una reacción en cadena” causada por el aumento de las temperaturas.

¿Debe preocuparnos la incidencia de este derretimiento en el aumento del nivel del mar?

El caso ilustra los mecanismos que pueden acelerar la pérdida de hielo terrestre y, por tanto, la contribución futura al nivel del mar. En particular, eventos como este no lo elevan significativamente pero sí muestran cómo la pérdida de hielo apoyado en tierra puede acelerar los procesos que contribuyen a su aumento global.

Schlatenkees Glacier Retraction - 2024. © Mitja  Kobal / Greenpeace
Greenpeace Austria lleva desde 2019 documentando el drástico retroceso del glaciar Schlatenkees. © Mitja Kobal / Greenpeace

Esto es así debido a que los casos en que  el deshielo ocurre en tierra -distinto del hielo flotante-, esa agua dulce se dirige directamente al mar lo que contribuye a la subida del nivel de los océanos  y a una alteración en su salinidad. Es por eso por lo que, afirman los autores de la investigación, comprender cómo se comportan los glaciares polares y qué factores influyen en su tasa de retroceso es un factor clave para anticipar hasta dónde subirá el agua en las costas de los continentes como consecuencia del calentamiento global.

Recordemos que después del propio calentamiento de los océanos (que aumenta su volumen por la dilatación), las otras causas de la subida del agua en el planeta son el derretimiento de los glaciares de montaña y el deshielo de los casquetes de Groenlandia y la Antártida. 

Aunque el glaciar Hektoria se encuentra a miles de kilómetros, lo que ocurre allí no es ajeno a nosotros. La Antártida y los Andes forman parte de un mismo sistema planetario que regula el clima y funciona como reserva estratégica del agua dulce del planeta. 

De manera que su colapso es un recordatorio de la inestabilidad que puede desencadenarse cuando las condiciones que sostienen a los glaciares se alteran. Esa vulnerabilidad nos habla de un mismo desafío: proteger el hielo donde todavía existe.

Por todo lo dicho, la Ley de Glaciares no se debe tocar.