La crisis climática avanza con una urgencia innegable, y proteger y restaurar los bosques de alta integridad, como la Amazonía, es fundamental para mantener viva la meta de 1,5°C. La próxima Cumbre del Clima, la COP30 en Belém, Brasil, no puede limitarse a discusiones técnicas: necesita tomar decisiones concretas para detener la destrucción forestal y garantizar justicia climática para los pueblos y comunidades que cuidan los bosques del mundo.

Amazonia Colombiana

Por qué la COP30 debe adoptar un Plan de Acción para los Bosques

Desde Greenpeace, pedimos que los países adopten en la COP30 un Plan de Acción Global para los Bosques bajo el marco de la Convención del Clima de las Naciones Unidas (CMNUCC). Este plan es esencial para cerrar las brechas actuales de gobernanza, rendición de cuentas y financiamiento, y para avanzar en la implementación real de los compromisos climáticos.

Un Plan de Acción para los Bosques permitiría:

  • Alinear las metas climáticas y de biodiversidad, reconociendo el rol vital de los ecosistemas en la mitigación y adaptación al cambio climático.
  • Fortalecer las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) y los Planes Nacionales de Adaptación (NAP), integrando metas claras sobre reforestación y restauración.
  • Atacar las causas estructurales de la deforestación, como el comercio de materias primas, la expansión ganadera y la agricultura no sostenible.
  • Garantizar que el financiamiento climático llegue directamente a los pueblos indígenas, comunidades locales y afrodescendientes que han protegido los bosques durante generaciones.

Mirando hacia Belém

En la antesala de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP30) en Brasil, el Rainbow Warrior, uno de los barcos insignia de Greenpeace, llega a Colombia para amplificar la campaña “Respetá la Amazonía” y recordar que la selva no se negocia, se defiende.

El documento de concepto del Fondo de Transición Justa (TFFF) 3.0 se actualizará nuevamente antes de la COP30, lo que abre una ventana clave para que los gobiernos y la sociedad civil fortalezcan su diseño final: asegurar un monitoreo efectivo de la degradación forestal, criterios de inversión justos y una verdadera participación social.

Pero el desafío es más amplio: los bosques del planeta, desde la Amazonía hasta el Congo y el Sudeste Asiático, están al borde del colapso por los incendios, la minería y la expansión industrial. La COP30 debe marcar un punto de inflexión: pasar de las promesas a la acción, de los compromisos voluntarios a una respuesta global coordinada para proteger los bosques y las personas que dependen de ellos.

En Colombia, este llamado se traduce en un mensaje claro: “La Amazonía no se negocia, se defiende.” Nuestro país perdió más de 117.000 hectáreas de bosque solo en 2024, el 70% de ellas en la región amazónica. Es momento de que el Gobierno colombiano llegue a Belém con ambición y liderazgo, impulsando un plan global que ponga fin a la deforestación y asegure los recursos necesarios para quienes protegen la selva.

Porque si la Amazonía cae, caemos todos. Y desde Colombia, exigimos que la COP30 sea el punto de partida para un futuro donde los bosques sigan en pie, y con ellos, nuestra esperanza.