Esta semana delegaciones de 170 gobiernos se reúnen en Ginebra, Suiza, para tomar decisiones concretas que pongan fin a la crisis ecológica y de derechos humanos, derivada de la contaminación por plásticos. Esto ocurre en el marco de la ronda final de negociaciones para la creación del Tratado Global de Plásticos pautada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mientras las voces de los actores sociales que exigen y apoyan este posible acuerdo se escuchan cada vez más fuerte. 

En vísperas de las negociaciones cientos de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo se congregaron en la Plaza de las Naciones de Ginebra para exigir un tratado ambicioso y jurídicamente vinculante que reduzca la producción de plásticos y proteja la salud de las personas y el planetas. Los manifestantes vistieron de amarillo, rojo y naranja para simbolizar la urgencia de la crisis climática y de contaminación y el peligro que supone la producción descontrolada de plástico, derivado en un 99% de combustibles fósiles. La movilización representa una poderosa muestra de unidad de ciudadanos y ONG decididos a proteger la salud humana, los derechos humanos y los ecosistemas de la creciente crisis de contaminación por plástico.

¿Qué es el Tratado Global de Plásticos?

Desde hace tiempo, existe consenso y evidencia científica a nivel mundial de que la crisis del plástico se ha convirtido en una gran amenaza para la salud humana, la biodiversidad y el clima; ya que, tanto personas como otras especies de fauna y flora, estamos cada vez más expuestas a los microplásticos y a los químicos nocivos utilizados en envases, artículos para el hogar, utensilios de cocina, ropa y más, y sus efectos en la calidad del aire y agua.. Además, es una de las industrias que más contribuye a la crisis climática, emitiendo gases de efecto invernadero durante todo su ciclo de vida.

Un activista con una tela de plástico posa ante un monstruo de plástico durante una campaña antiplástico en el distrito comercial de Yakarta.

Por este motivo, en 2022, 175 países votaron la adopción de un instrumento internacional jurídicamente vinculante cuyo objetivo es ocuparse del ciclo de vida del plástico (diseño, producción y descarte). A este instrumento se lo llamó el Tratado Global de Plásticos, un documento que se consideró el más importante desde el Acuerdo de París alcanzado en 2015.

Luego le siguieron 4 rondas de negociaciones en los que se discutió sobre los temas clave para un tratado ambicioso: reducción de la producción, regulaciones a los químicos que se utilizan entre sus componentes, diseño del producto con enfoque reutilización, eliminación de plásticos de un solo uso y reciclaje, la transición justa de los trabajadores de la industria, mecanismos financieros para apoyar al Tratado, etc. Sin embargo, los países aún no llegan a un consenso final debido a múltiples intereses económicos y políticos.

A pesar de las idas y vueltas, el Tratado Mundial sobre los Plásticos sigue siendo una oportunidad única para resolver la crisis de los plásticos

© Samuel Schalch / Greenpeace

¿Por qué es clave el Tratado Global de Plásticos?

Desde mediados del siglo XX, el plástico se posicionó como un símbolo del progreso industrial. Su bajo costo, resistencia y versatilidad impulsaron su uso masivo. Pero este crecimiento no fue acompañado por marcos regulatorios que previnieran los impactos sociales y ambientales de su producción y uso indiscriminado.  

Continuar con una producción incontrolada de plásticos -como hasta ahora- tiene consecuencias graves que están a la vista de todos: aceleración de la triple crisis planetariacambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad-, amenazas a la salud humana a una escala inimaginable y exacerbación de la desigualdad racial, de género y económica en todo el planeta.

En este sentido, la parte más importante del Tratado Global de Plásticos es la referida a la producción. En especial, cuando se estima que se triplicará para 2050, consumiendo 13% o más del presupuesto de carbono que le queda a la Tierra para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 °C. Por este motivo, se busca que los países acuerden reducir, ante todo, la cantidad de plástico que se produce. La meta es ambiciosa y urgente: alcanzar un compromiso para recortar 75 % en la producción de plásticos para 2040. De esta manera, se evitará sobrepasar los límites climáticos críticos al mismo tiempo que se darán señales claras para desbloquear inversiones para una economía circular, alineado con la meta climática de mantener la temperatura bajo los 1.5 grados centígrados.

De cara a la ronda final, lobistas de la industria petroquímica y algunos países productores con baja ambición, han bloqueado un acuerdo que incluya límites a la producción de plástico, buscando centrarse únicamente en su consumo y manejo.

Desde Greenpeace exigimos urgentemente que en estas negociaciones se acuerde una reducción de la producción mundial de plástico de al menos un 75 % para 2040 y elimine los plásticos de un solo uso y cree un mecanismo financiero fuerte basado en la jerarquía de residuos. El éxito de las negociaciones depende de esto, el no abordar la producción e incluir finanzas para su implementación daría por resultado un tratado sin alcance real.

Este mes, el mundo enfrentará una oportunidad histórica para poner fin a la era del plástico con la última ronda de negociaciones del Tratado Global. Colombia, como país megadiverso y uno de los impulsores del acuerdo, debe asumir un liderazgo firme.