El plástico es parte de nuestra vida de formas muy diversas, al punto que está omnipresente en todos los ámbitos que podamos imaginar, desde el hogar a la salud, desde los dispositivos electrónicos a la indumentaria, incluso podemos encontrar microplásticos dentro del cuerpo humano por los productos que consumimos y el aire que respiramos. Tan común es su presencia que ni nos cuestionamos de dónde proviene. Hasta ahora. Porque en esta nota te contamos lo que nadie dice sobre este material.   

¿Cómo está hecho el plástico?

Tal como lo sospechabas: la mayoría del plástico está hecho a partir de combustibles fósiles. En particular se usa petróleo crudo y gas natural, dos materias primas que luego de ser extraídas de la tierra, son transportadas hasta las refinerías donde se las somete a un proceso conocido como “cracking”, que los convierte en los componentes básicos del plástico. 

El cracking consiste en calentar los combustibles hasta el punto en que se separa en moléculas más pequeñas, como el etileno y propileno, que son los polímeros a partir de los cuales se fabrican los productos plásticos.

Otro dato que no suele conocerse es que ya está ocurriendo que en muchas partes del mundo, en especial Estados Unidos y Reino Unido, cada vez más cantidad de plástico se produce a partir del fracking, el conocido (y controversial) método para extraer petróleo y gas natural del subsuelo. Esto es una mala noticias para las comunidades cercanas a los sitios de fracking y para el planeta.

© Martin Katz / Greenpeace

Entonces, el plástico es un combustible fósil disfrazado 

En definitiva, el plástico no sólo está hecho a partir de combustibles fósiles sino que está hecho con ellos como componentes esenciales. Y esto daña al clima, de una u otra manera.  

Empezando desde el mismo yacimiento donde se extrae. De hecho, el fracking para extraer gas puede tener fugas de grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero con un poder de calentamiento 80 veces mayor que el dióxido de carbono, y la quema de gas (cuando las empresas eliminan el exceso de gas quemándolo) libera dióxido de carbono (CO₂) directamente a la atmósfera.

Luego viene el proceso de refinado y fabricación, que consume enormes cantidades de energía en su mayoría proveniente de combustibles fósiles, y, por último, el hecho de que gran parte del plástico una vez desechado termina en incineradoras, liberando aún más emisiones de carbono y agravando la crisis climática.

Por todo esto, la crisis del plástico y la crisis climática están más conectadas de lo que muchas personas creen. En este sentido, todo lo que podamos hacer para reducir su consumo representa un alivio para el planeta. Te compartimos estas ideas para que puedas ponerlas en acción: