Junto a Greenpeace, un grupo de músicos llegó al extremo norte del Ártico para tocar una pieza musical llamada “Ocean Memories” (“Recuerdos del océano”, en español) con instrumentos tallados del mismo hielo ártico. Bajo una temperatura de -12 grados, el recital compuesto por ritmos de campanadas, cuernos, percusión de hielo y un violonchelo tiene el fin de visibilizar la necesidad de proteger al menos el 30% de los océanos del mundo para el 2030.  

Según Estefanía González, coordinadora del programa de Océanos de Greenpeace Andino, “el próximo año, los gobiernos tendrán una oportunidad única para negociar en las Naciones Unidas un Tratado Global del Océano que podría abrir el camino para la creación de una red de santuarios oceánicos. La ciencia es clara: nuestros océanos están en crisis. Todo lo que necesitamos es la voluntad política para protegerlos”.

El concierto se realizó dentro del marco de la nueva expedición de Greenpeace, una travesía de Polo a Polo para exponer las amenazas que enfrentan los océanos del mundo.

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