La crisis climática no solo es un desafío ambiental, sino también es una alarma de desigualdad, poder y responsabilidad. Mientras millones de personas hacen esfuerzos para reciclar, reducir su huella y adaptarse a cambios inevitables, una élite pequeña consume recursos a niveles insostenibles. El precio lo pagamos todos.

Más dinero, más emisiones: el dilema ecológico de los millonarios

Según un estudio del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo, el 1% más rico del planeta generó en 2019, la misma cantidad de emisiones de carbono que los 5 mil millones de personas sin acceso a lujos. 

Tal cifra es una estadística alarmante y una evidencia contundente de que el estilo de vida de los millonarios está estrechamente vinculado con el agravamiento de la crisis climática. ¡Esto es inadmisible! 

Los vuelos en jets privados, los enormes yates, las múltiples propiedades alrededor del mundo representan un nivel de consumo individual que resulta destructivo para el equilibrio climático.

Activistas de Greenpeace protestan en París durante el Primero de Mayo, usando máscaras de multimillonarios como Donald Trump y Mark Zuckerberg para denunciar el impacto del consumo de los ultrarricos en la crisis climática.
Casi 100.000 personas se manifestaron en París y 300.000 en Francia para defender los derechos de los trabajadores, incluyendo el derecho a vivir en un mundo en paz y un medio ambiente sano. © Hélène Boissel-Arrieta / Greenpeace

Sin embargo, tal equilibrio implica un mecanismo más complejo, así lo señala el economista francés Thomas Piketty, quien señala que “es imposible combatir con eficacia el cambio climático sin una redistribución de la riqueza en los países e internacionalmente”. 

La afirmación de Piketty destaca las graves consecuencias de un desmedido consumo de recursos que provoca una severa huella ambiental, sin que existan consecuencias legales para quienes ejecutan estas actividades

A partir de esta premisa, surgieron acciones colectivas como “Tax the Rich”, la cual aboga por la creación de impuestos a la emisión de contaminantes. Dicho iniciativa tuvo la aprobación de más de 30 mil personas en 15 países en 2023. Los resultados remarcan que 70% de personas estaban de acuerdo con un impuesto a las grandes fortunas y un 88% estaban de acuerdo en empezar por el 1% más acaudalado.

Activistas de Greenpeace en la protesta del Primero de Mayo en París sostienen una manta con el mensaje "Es tiempo de resistir por nuestros derechos y el planeta", en una acción contra el poder de los multimillonarios y su impacto en la crisis climática.
Como parte de la campaña global de Greenpeace Internacional contra la orden SLAPP (Demanda Estratégica contra la Participación Pública) contra Greenpeace EE. UU., voluntarios de Greenpeace desplegaron una pancarta con el texto “Tiempo de Resistir”. © Hélène Boissel-Arrieta / Greenpeace

Mientras se debate este tema, personas como la activista Greta Thunberg realizan acciones diarias para reducir las emisiones, así cruzó el océano en un velero, al tiempo que muchas figuras públicas hacían trayectos cortos en jet privado, ignorando por completo el impacto de su comportamiento. 

Este contraste, refleja un problema más profundo: la crisis climática no solo es causada por la falta de conciencia, sino también por la falta de voluntad política y ética entre quienes más dinero tienen.

Crisis climática, el lujo tiene un precio… y lo paga el planeta

Greenpeace alza la voz con fuerza frente a esta injusticia ambiental y ha denunciado públicamente la contaminación desmedida de los millonarios, señalando cómo su modo de vida y sus inversiones están acelerando el deterioro del planeta. 

Las protestas contra vuelos privados, mega yates y lujos innecesarios han ganado visibilidad en los últimos años; sin embargo,  no puede haber una solución real a la crisis climática sin enfrentar el modelo de consumo elitista que destruye ecosistemas y desplaza comunidades. 

Mientras algunos intentan apagar las luces de su hogar para ahorrar energía, los más ricos dejan una huella de carbono cientos de veces superior sin enfrentar consecuencias.

Proyección de imágenes de multimillonarios y el mensaje "Tiempo de resistir" en un edificio de la Ciudad de México, como parte de una acción de Greenpeace México contra la concentración de poder y su impacto en la crisis climática.
Voluntarios de Greenpeace México se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas —símbolo de la historia prehispánica, colonial y moderna de México, así como emblema de resistencia y memoria social— para proyectar los rostros de los verdaderos responsables de la crisis climática: los multimillonarios, para exigir un alto al control a su control. © Greenpeace / Gustavo Graf

La pandemia dejó al descubierto una dura verdad: es posible cambiar. Durante los confinamientos globales, el consumo de carbono disminuyó, y con él, las emisiones. Esta experiencia mostró que si los gobiernos y los sectores poderosos toman decisiones, se pueden lograr transformaciones. 

Políticas como gravar bienes de lujo con alta huella ambiental o invertir en transporte público y tecnología cero emisiones son urgentes. Sin embargo, para que esto funcione, te necesitamos. 

Porque la crisis climática no se resolverá con buenos deseos; se necesita acción real. La crisis climática ya no es una amenaza futura: es una emergencia presente. Cada año que pasa sin reducir drásticamente las emisiones, perdemos vidas, ecosistemas y tiempo valioso. 

Ellos tienen jets. Nosotros tenemos nuestra voz. Mientras los millonarios destruyen el planeta con su consumo desmedido, somos millones los que sufrimos las consecuencias.

La crisis climática no es un accidente: es el resultado directo de un sistema que protege privilegios y castiga a los que menos tienen.

Alza tu voz. El momento de actuar es ahora. ¡Súmate!

Firma por justicia climática

No dejemos que los más ricos dicten las reglas del clima.

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