La desigualdad social no sólo se mide en la riqueza o pobreza económica de las familias. Hay otros factores que son determinantes para la calidad de vida de las personas, el acceso a los servicios básicos, especialmente al agua limpia.
De hecho, para algunas personas, las diferencias en el acceso al agua expresa el poder de unas personas sobre otras; ya que mientras unos grupos, por ejemplo pertenecientes a la industria, hacen uso indebido o explotan el agua para fines comerciales, más de 2000 millones de personas en el mundo, especialmente en zonas rurales o asentamientos, carecen de acceso a los servicios básicos de agua y saneamiento, según datos de las Naciones Unidas.
¿Quiénes son las personas más afectadas? El informe No dejar a nadie atrás, de las Naciones Unidas, asegura que las personas que sufren discriminación por motivos de género, edad, condición social o pertenecen a una minoría religiosa, ética o lingüística tienen menos probabilidades de tener acceso a los servicios de agua y saneamiento.
Por ejemplo, en estos casos, son las niñas y las mujeres quienes dedican varias horas de su tiempo para trasladarse y reunir agua para la sobrevivencia de las familias. A nivel mundial, las niñas dedican en promedio más de 30 minutos al día para recopilar agua, lo que va en detrimento del ejercicio de otros derechos, como es el acceso a la educación.
De acuerdo con las Naciones Unidas, en las ciudades, las personas pobres que viven en asentamientos informales que no cuentan con servicios de agua corriente, a menudo pagan de 10 a 20 veces más por el agua que sus vecinos de barrios más ricos, por un servicio de igual o menor calidad prestado por vendedores o camiones cisterna.
Datos recopilados por Oxfam revelan que en 2018 había 9.9 millones de personas en México que no tienen acceso al agua en sus viviendas, mientras que 70% de habitantes en la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo, recibía menos de 12 horas de agua continua al día. En las localidades rurales la brecha se vuelve más grande, específicamente en comunidades indígenas.
El acceso al agua potable es un derecho humano, es decir, constituye un aspecto fundamental para la dignidad de una persona, una familia o una comunidad entera.
¿Cómo revertir esta desigualdad?
En la CDMX, una de las ciudades más pobladas del mundo, los datos demuestran que necesitamos acciones urgentes. De acuerdo con el Consejo Consultivo del Agua de la CDMX, en zonas urbanas la cobertura de agua potable es 96.4%, pero en zonas rurales la cobertura es de 69.4%. Aunque en términos generales 92.0% de la población tiene acceso al servicio público de agua potable, dicho porcentaje disminuye cuando se considera su calidad, ya que 78% del agua se utiliza para fines agropecuarios.
Por ello, Greenpeace, en conjunto con treinta organizaciones y redes diversas, se comprometió públicamente a realizar un trabajo colectivo en defensa de la cuenca en la Ciudad de México a partir de 10 ejes estratégicos que constituyen el Programa y un Plan General de Manejo Socioambiental de Cuenca. El objetivo es impulsar procesos participativos que aseguren la articulación entre instancias de gobierno y garanticen su continuidad a pesar de los cambios de gobierno. Te invitamos a que te informes más al respecto de esta estrategia en esta nota.