Los bosques todavía cubren el 30 % de la superficie terrestre, pero esta cifra disminuye de manera constante. Cada minuto, enormes extensiones de este ecosistema vital —fundamental para el equilibrio del clima y la vida en el planeta— desaparecen a un ritmo alarmante. De hecho, desde 1990, se destruyeron más de 420 millones de hectáreas de bosques, en especial en África y Sudamérica, según datos de la FAO. 

Treinta y tres activistas de varias provincias participaron en la protesta, mostrando un cartel dentro de la finca con un signo de interrogación gigante y la frase "¿Y el bosque?". Los otros dos carteles, con forma de cinta métrica, delimitaban la superficie de una hectárea, como una pequeña muestra de las 11.875 hectáreas deforestadas ilegalmente allí
Treinta y tres activistas de varias provincias participaron en la protesta, mostrando un cartel dentro de la finca con un signo de interrogación gigante y la frase "¿Y el bosque?". Los otros dos carteles, con forma de cinta métrica, delimitaban la superficie de una hectárea, como una pequeña muestra de las 11.875 hectáreas deforestadas ilegalmente allí

En particular, nuestro país se encuentra en emergencia forestal. Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2024 la pérdida de bosques nativos fue de cerca de 7 millones de hectáreas, una superficie similar a la de Formosa.

¿Qué está causando el nivel tan alto de deforestación en todo el mundo?

Sólo 4 actividades humanas son responsables de más de la mitad de la deforestación global. Se trata de la agricultura, la cría de ganado, la minería y la perforación del suelo para buscar recursos naturales -como el petróleo o distintos minerales-. Le siguen la explotación forestal, los incendios y, en una fracción menor, el avance de las urbanizaciones, de acuerdo al informe de World Resources Institute

La producción de madera y papel también se carga una buena cuota de árboles cada año. Para empeorar la situación, las empresas forestales, algunos de ellos actuando de manera ilegal, construyen caminos para acceder a bosques cada vez más remotos, lo que conduce a una mayor deforestación. 

Entre los casos más conocidos de deforestación se pueden mencionar los que ocurren en Malasia e Indonesia, donde se cortan árboles para producir aceite de palma, un ingrediente que se utiliza para hacer desde champú hasta galletas saladas. Otro ejemplo emblemático es el que ocurre en el Amazonas, donde en los últimos 50 años se destruyó 17% de sus bosques a mano de la ganadería y las plantaciones de soja, según datos de la organización Amazon Conservation.

Deforestación masiva en Papua, Indonesia, para la producción de aceite de palma.

Más allá de los casos resonantes, lo cierto es que esta forma de extractivismo se da en varios rincones del planeta. Tal es así que si la deforestación de bosques tropicales fuera un país, ocuparía el 3° lugar de los que más dióxido de carbono emite, después de China y Estados Unidos, según datos del Instituto de Recursos Mundiales.

Por último, hay que decir que existen factores no intencionales como pueden ser los causados por una combinación de factores humanos y naturales, como los incendios forestales y el sobrepastoreo, que pueden impedir el crecimiento de árboles jóvenes.

¿Por qué debe importarnos la deforestación? 

Esta destrucción pone en peligro a las más de 250 millones de personas que dependen de los bosques para su subsistencia e ingresos. A la par que amenaza al 80% de los animales y plantas que conforman su delicada y maravillosa red de subsistencia e, incluso, afecta los ciclos del agua en regiones y el mundo entero, advierte FAO.

Con los hábitats silvestres diezmados y la vida humana en constante expansión, la línea entre las áreas de animales y humanos se difumina, abriendo la puerta a enfermedades zoonóticas. En 2014, por ejemplo, el virus del Ébola mató a más de 11,000 personas en África Occidental después de que unos murciélagos frugívoros transmitieran la enfermedad a un niño pequeño que jugaba cerca de los árboles donde los murciélagos se refugiaban.

Por todo esto, cada bosque que se desmonta tiene consecuencias que llegan mucho más lejos de lo que podemos prever

Todavía estamos a tiempo de salvar los bosques

En definitiva, cuidar nuestros bosques es una de las mejores soluciones frente a la crisis climática ya que, según una estimación, la cobertura arbórea tropical por sí sola puede aportar el 23 % de la mitigación climática necesaria para cumplir los objetivos establecidos en el Acuerdo de París de 2015. 

La comunidad papú lucha para proteger sus bosques tradicionales de la industria maderera para las generaciones futuras. “Salven los bosques para las personas y el planeta”.

En este sentido, preservar los bosques que aún no quedan en pié es indispensable. Por eso, desde Greenpeace realizamos la primera consulta popular por los bosques nativos. Participaron más de 260.000 personas de las cuales un 99% se mostró a favor de penalizar los desmontes ilegales e incendios forestales. 

Además, seguimos trabajando para poner un freno a la deforestación, exigir que se penalice la ilegalidad y avanzar en el reconocimiento de las tierras indígenas.