El año pasado fue el más caluroso jamás registrado. También fue el primer año en que el planeta superó el objetivo de calentamiento global establecido en el Acuerdo del Clima de París. En este contexto alarmante y, a casi 15 años de la Ley Nacional de Glaciares, no podemos poner en riesgo nuestro aire acondicionado natural.

Acabamos de terminar un año marcado por eventos meteorológicos extremos, con lluvias e inundaciones, incendios, huracanes y ciclones sin precedentes y con graves consecuencias, según reportó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). En su último informe, el organismo identificó que la crisis climática intensificó 26 de los 29 fenómenos meteorológicos estudiados por World Weather Attribution (WWA), dejando al menos 3.700 personas fallecidas y desplazando a millones.

En el marco de su mensaje de Año Nuevo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dio a conocer que 2024 fue el año más cálido desde que se tienen registros, logrando así el triste récord de ser el décimo año consecutivo en lograr esta condición.  Mientras tanto, el científico italiano Carlo Buontempo, responsable del servicio de cambio climático de Copernicus (C3S), el programa de observación de la Tierra de la Unión Europea declaró que en 2024, la temperatura media del planeta superó por primera vez los 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, un umbral que se estableció en el Acuerdo de París de 2015.

Lucía Prieto / Greenpeace

En nuestro país el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ya anunció que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y el conurbano bonaerense experimentarán esta semana de enero una ola de calor, la primera de 2025 para la región. Debido al fenómeno “domo de calor“, se esperan temperaturas extremas de hasta 43°C en diversas provincias, mientras persiste la falta de lluvias en varias regiones clave como la zona central y el Litoral. ¿Con qué contamos para hacer frente a este escenario de alarmas climáticas?

A mayor cambio climático más urgente es proteger nuestros glaciares

Martín Katz / Greenpeace

De cara al 2025 nos encontramos frente al  desafío que es evitar un cambio climático totalmente fuera de control. Uno de sus efectos  esperados es la desaparición masiva de glaciares, los hielos permanentes de la superficie de la Tierra.  Este fenómeno viene ocurriendo de manera sostenida en las últimas décadas y, en las próximas décadas, se supone puede acelerarse.

¿Por qué es entonces clave seguir contando con glaciares? Porque los glaciares descubiertos al reflejar la radiación solar, ayudan a mantener la temperatura de la Tierra estable. La nieve y el hielo al tener la superficie blanca tienen un alto albedo (reflectividad), es decir reflejan mucha de la radiación solar que reciben, por ejemplo, algunas partes de la Antártida reflejan hasta un 90% de la radiación solar incidente. Las gruesas masas de hielo y nieve que se forman en la superficie terrestre son además, ni más ni menos, las que acumulan más del 75% del agua dulce del planeta.

Parque Nacional Los Glaciares © Markus Mauthe / Greenpeace

En el caso de la Cordillera de los Andes, por ejemplo, sus montañas y ecosistemas atrapan en alturas las masas de aire frío que capturan del Pacífico, las que luego traspasan a nuestro territorio, reduciendo los efectos de las altas temperaturas originadas por el calentamiento global. Un verdadero biombo que mantiene aislado a nuestro país de los efectos climáticos externos.  Sus glaciares funcionan como reguladores térmicos naturales para la flora, fauna y comunidades que habitan cerca de estos cauces, además de aportar humedad al aire, factores que ayudan a disminuir los efectos de las olas de calor.

© Nick Cobbing/ Greenpeace.

La pérdida de grandes superficies de hielo supone la pérdida de superficie reflectante lo que aumenta el calentamiento por efecto de una mayor radiación solar absorbida por la superficie terrestre. Muchas veces se dice que los glaciares son los “aires acondicionados” que posee el planeta. Contribuyen al ciclo del agua al acumular precipitaciones invernales en forma de hielo. Esto permite que el agua se libere de manera gradual durante el deshielo, regulando el flujo hacia los ríos y manteniendo las reservas en las zonas glaciares y periglaciares.

De esta manera los glaciares cumplen las siguientes funciones:

-Mitigan efectos de la crisis hídrica

-Regulan los caudales de arroyos y ríos

-Son reservorio de agua dulce potable

-Son reguladores del clima

Al perder parte de los glaciares, la nieve y el hielo (todo aquello que compone la criósfera, la parte de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido), tanto el sistema climático y el ciclo hidrológico se desbalancean por completo. Esto no es gratuito sino que trae consecuencias irreversibles para la naturaleza,  la economía y la sociedad en su conjunto.

El estado crítico en el que se encuentran los glaciares globalmente impulsó a Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a implementar una iniciativa para protegerlos y a partir de este año se comienza a conmemorar el 21 de marzo como el Día Mundial de los Glaciares siendo 2025 el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares.

Reclamo de la compañía Barrick Gold realizado en 2011 a la provincia de San Juan.

Este año, además, se cumplen quince años desde que logramos en Argentina la Ley Nacional de Protección de Glaciares y del Ambiente Periglacial, una victoria ciudadana, fruto de una movilización histórica, la segunda ley ambiental más importante del país impulsada por Greenpeace y más de 300 organizaciones.  Si los conociéramos más  y entendiéramos su valor, nadie podría pensar en destruirlos o en destruir con industrias contaminantes y extractivistas aquello que permite preservarlos o el entorno donde  se emplazan.

Existe una conexión crucial entre la preservación de la naturaleza y la capacidad que tiene nuestro país para hacer frente a las olas de calor. La protección de nuestros ecosistemas y la biodiversidad no sólo es esencial para la salud del planeta, sino que también desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para enfrentar los impactos del cambio climático.

Proteger nuestros glaciares no es solo un deber, es un acto de amor hacia nuestras futuras generaciones y hacia el planeta que compartimos.

Glaciares: hielos en peligro

Es importante comprender el rol fundamental que cumplen tanto los glaciares como el ambiente periglaciar en el resguardo de los recursos hídricos, por lo cual ambos necesitan protección.

Participá