
En el marco del conversatorio organizado por Greenpeace junto a FARN, la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas y la Asamblea Jáchal No Se Toca analizaron la importancia de la normativa, los desafíos actuales y las acciones necesarias para garantizar su plena implementación.

Buenos Aires, 30 de septiembre 2025 – La Ley de Glaciares, sancionada en 2010 luego de una fuerte presión de la sociedad civil, de la comunidad científica y de las organizaciones ambientales, se convirtió en un hito en la historia jurídica ambiental argentina al establecer la protección de los glaciares y del ambiente periglacial como reservas estratégicas de agua y patrimonio natural nacional.

La Ley de Glaciares convirtió a la Argentina en el primer país del mundo en sancionar una normativa nacional de protección de estos ecosistemas, un antecedente valorado internacionalmente en plena crisis climática y que hoy corre riesgo frente a políticas negacionistas que buscan desandar ese camino.

Durante estos 15 años, la norma enfrentó cuestionamientos por parte de sectores vinculados a la megaminería, que buscaron limitar su alcance. Sin embargo, en 2019 la Corte Suprema de Justicia ratificó su constitucionalidad, consolidándose como una herramienta esencial para la política ambiental del país. El fallo reafirmó que los glaciares y el ambiente periglacial son bienes de carácter público y que, en contextos de conflicto, los derechos colectivos como el acceso al agua prevalecen por sobre intereses individuales.


“Los glaciares en nuestro país son fundamentales ya que funcionan como nuestras fábricas de agua. Lo que la megaminería nos quiere sacar cuando amenaza la ley es a nuestras cuencas y ríos. Desde la cordillera alimentan a poblaciones mucho más allá de las fronteras provinciales. De ellos depende una enorme trama de vida, inclusive la actividad económica y la salud de nuestros ecosistemas. En ese sentido, los glaciares y su ambiente periglaciar son fábricas de vida. Están cada vez más amenazados por la crisis climática, y por eso tenemos que cuidarlos más que nunca”, explica Enrique Viale, presidente de la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas.
Amenazas actuales y desafíos pendientes

© Martin Katz / Greenpeace
El retroceso acelerado de los glaciares, agravado por la crisis climática global, expone retos inmediatos para la implementación de la Ley. En los últimos años se registró la mayor pérdida de glaciares desde que existen mediciones, y en Argentina el retroceso es la tendencia dominante en los glaciares monitoreados. Esta situación refuerza la urgencia de garantizar controles efectivos y medidas de protección reales sobre estas reservas estratégicas de agua dulce, en lugar de retroceder en su cuidado con intentos de invalidación de la Ley.

© Martin Katz / Greenpeace
“El retroceso sin precedentes de los glaciares expone la fragilidad de nuestra seguridad hídrica. Cuidarlos es un deber con las generaciones presentes y con quienes vendrán, porque sin glaciares no hay futuro posible.”, afirma Agostina Rossi Serra, especialista en biodiversidad de Greenpeace Argentina
Especialistas advierten que, junto con las promesas de grandes ingresos económicos, se utilizan hoy los argumentos de la transición energética y la extracción de minerales críticos para justificar la flexibilización de la Ley y abrir paso a proyectos extractivos en zonas que deberían permanecer protegidas. También remarcan que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) otorga beneficios extraordinarios a las corporaciones mineras, lo que aumenta la presión para vulnerar la normativa ambiental.

Denunciamos de este modo que la minera contamina los recursos hidricos, como ocurrio con el derrame de mas de un millon de litros de agua cianurada en 2015 y el segundo derrame en septiembre de este año.
(c) Nicolas Villalobos/ Greenpeace
“La paradoja es que, en nombre de la transición energética se está proponiendo destruir ecosistemas que son los que hoy nos ayudan a cuidar el planeta. La Ley de Glaciares fue una ley con amplio apoyo popular y también científico: la evidencia científica ha avanzado en estos 15 años y nos confirma que es un ecosistema que cumple funciones vitales en el suministro de agua y en la mitigación del cambio climático”, agrega Pía Marchegiani, directora ejecutiva adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales.
En los territorios, las comunidades vienen denunciando que, aunque la Ley existe, no siempre se cumple. La Asamblea Jáchal No Se Toca recordó que, a diez años del derrame de cianuro y mercurio en Veladero, los impactos sobre la cuenca del río Jáchal persisten y la experiencia comunitaria se convirtió en prueba de las falencias del sistema de control.
“Recordamos que, en 2018, el juez Sebastián Casanello elevó a juicio la causa contra el ex Secretario de Ambiente Juan José Mussi y el ex Director del IANIGLA Ricardo Villalba por vulnerar la Ley de Glaciares. En su resolución sostuvo que elaboraron un documento en contradicción con la ley que impidió inventariar y proteger cuerpos de hielo en la cordillera de San Juan, donde opera la mina Veladero de Barrick Gold. Casanello concluyó que esos incumplimientos afectaron derechos humanos fundamentales, como el acceso a un ambiente sano y al agua, lo que le generó un perjuicio a nuestra comunidad”, afirmó Saúl Zeballos, referente de la Asamblea Jáchal No se Toca.
¿Cómo seguir adelante?

Los especialistas coinciden en que proteger la Ley frente a intentos de modificación es indispensable para garantizar su vigencia. Reforzar los controles, garantizar la transparencia de la información pública y asegurar presupuestos adecuados para el monitoreo de glaciares y ambiente periglacial y para la actualización del inventario son medidas clave en línea con compromisos internacionales como el Acuerdo de Escazú.

Asimismo, remarcan que la Ley de Glaciares no solo protege ecosistemas estratégicos y es una aliada fundamental en la lucha contra el calentamiento desmedido del planeta, sino que resguarda un derecho humano básico: el acceso al agua, cada vez más amenazado en un contexto de crisis climática y pérdida de biodiversidad.
A 15 años de su sanción, la Ley de Glaciares se mantiene como un pilar fundamental de la política ambiental argentina. Su defensa y efectiva implementación resultan esenciales no sólo para preservar los ecosistemas de montaña, sino también para asegurar la sustentabilidad hídrica y garantizar los derechos de las comunidades presentes y futuras.

“Modificar la Ley de Glaciares es comprometer el acceso al agua de millones de argentinos”, dice Rossi Serra, y concluye: “Cumplirla y defenderla es la única forma de resguardar el agua y la vida en un contexto de crisis climática”.

Es importante comprender el rol fundamental que cumplen tanto los glaciares como el ambiente periglaciar en el resguardo de los recursos hídricos, por lo cual ambos necesitan protección.
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