El pasado miércoles 10 de septiembre realizamos un nuevo encuentro del ciclo Greenpeace en Acción, esta vez dedicado a las ballenas.

Más de 350 personas de Argentina, Chile, Colombia e incluso de Ecuador se unieron en un recorrido por las profundidades del océano para conocer más acerca de estos increíbles mamíferos marinos, dialogar, reflexionar y repasar todo lo que hemos logrado —y lo que aún queda por hacer— para defenderlos.
Voces inspiradoras y una experiencia compartida
El evento contó con la participación de nuestras campañistas Silvana Espinosa (Greenpeace Chile), Agostina Rossi (Greenpeace Argentina) y Camila Briñez, Coordinadora de Acciones y Voluntariado de Greenpeace Colombia.Durante el encuentro recorrimos la historia de la campaña que llevamos adelante desde hace más de 50 años en defensa de las ballenas.

Recordamos momentos históricos de lucha, hablamos de los corredores azules (las rutas de alimentación y reproducción que recorren en el océano) y descubrimos por qué estos gigantes cumplen un rol vital en el equilibrio marino. También hubo tiempo para contar cómo utilizamos las donaciones que recibimos, fundamentales para continuar nuestro trabajo.
Además, compartimos datos curiosos, información sobre los periodos de avistamiento en Argentina, Chile y Colombia, y repasamos las principales amenazas que enfrentan hoy, desde la contaminación plástica hasta la explotación de hidrocarburos.
Una invitada de lujo
Durante el evento contamos con la participación de Susannah Buchan, oceanógrafa y especialista en ecología y acústica de ballenas, quien nos ayudó a comprender aún más la vida de estos seres extraordinarios.

Buchan contó que los investiga desde hace 20 años y que empezó su labor en Chile en 2007. Entre las tareas que realiza mar adentro, junto a su equipo, está la de monitorear a las diferentes especies de ballenas en su zona de alimentación en el norte del país (su alimento es a base de krill).

El grupo científico que lidera utiliza diferentes herramientas (como drones, dispositivos de marcaje con ventosas para registrar vocalización y traslados, etc.) con el fin de determinar el estado de salud de los ejemplares, saber si la temporada de alimentación fue exitosa o no, registrar los recorridos que realizan y las zonas que frecuentan, entre otros datos.
Toda la información recopilada es clave para organizaciones como la nuestra, que ayudan a crear estrategias de protección más efectivas y coordinadas entre países.
Voluntariado en acción: la experiencia en alta mar en primera persona

Por su parte, Camila Briñez -quien fue durante ocho años voluntaria en Greenpeace Colombia y en 2024 se convirtió en Coordinadora de Acciones y Voluntariado- relató su emocionante experiencia a bordo de nuestro barco Arctic Sunrise, la embarcación emblemática en la que viajó durante tres meses el año pasado.
Briñez compartió dos momentos muy especiales que vivió con las ballenas. El primero ocurrió en la zona del Triángulo de Bermudas, donde se encuentra el Mar de los Sargazos. Allí tuvo el privilegio -junto a sus compañeros de tripulación- de observar incluso grupos de 17 ejemplares.
El segundo gran momento fue cuando un puñado de ballenas jorobadas se acercaron al navío y comenzaron a interactuar con el equipo a bordo, sacando sus aletas, la cola y dejándose ver. Estos animales, tan gigantes como curiosos, merodearon el Arctic Sunrise durante una hora que toda la tripulación jamás olvidará.
En la travesía, también hubo otro evento que marca la situación de peligro que siempre acecha a estos cetáceos y a todas las criaturas marinas. Camila y sus compañeros pudieron cortar una red de pesca en la que habían quedado atrapados decenas de animales.

Una comunidad comprometida y activa
Fue emocionante ver la diversidad de lugares desde donde se conectaron los participantes: desde Santiago, Puerto Montt o Valparaíso en Chile; desde Bogotá, Medellín y Cali en Colombia; y desde Mendoza, Córdoba, Misiones o Tierra del Fuego en Argentina, entre muchos otros rincones dijeron presente. Este mosaico de voces y territorios nos recordó que la defensa de los océanos trasciende fronteras.

Además de escuchar con atención a las oradoras, el gran público que nos acompañó no perdió su oportunidad de participar haciendo preguntas y compartiendo sus opiniones. Como es habitual, quienes asisten a nuestros encuentros son así de comprometidos e interesados, por eso teníamos sorpresas preparadas para todos.
Llévate tus regalos desde los siguientes enlaces:
🐋 Fotos
Ballena jorobada (1)
Ballena jorobada (2)
Ballena jorobada (3)
📄 Informe Cetáceos y salmonicultura (Chile)
Bonus track para compartir en familia
👨💻 Revista infantil Semillas Andinas – Océanos
▶️ Lina y los Amigos del Arcoíris – Un monstruo demasiado ruidoso
🎵 Lina y los Amigos del Arcoíris- Pesca ilegal
Si no pudiste participar, o quieres revivir el encuentro, te lo compartimos aquí:
¿Te gustaría saber más? Nuestras campañistas contestan las preguntas de los participantes del encuentro.
Dentro de las operaciones de la industria salmonicultora se utilizan diversos materiales que, lamentablemente, hemos constatado terminan transformándose directamente en basura en los fiordos y canales de la Patagonia chilena. En 2023, a bordo de nuestro barco Witness, navegamos por la región de Magallanes, donde registramos la presencia de boyas, cuerdas, estructuras metálicas, cascos de trabajadores, tuberías plásticas y una gran variedad de desechos en lugares que deberían estar dedicados únicamente a la naturaleza.
La industria tiene la responsabilidad de hacerse cargo de sus desechos tanto durante sus operaciones como en los períodos en que no se encuentre en funcionamiento. Esto implica retirar y gestionar dichos residuos conforme a lo establecido en las normativas vigentes, entre ellas la Ley de Pesca y Acuicultura y el Reglamento Ambiental para la Acuicultura (RAMA), a fin de mantener la limpieza y el equilibrio ecológico en la zona concesionada.
Las ballenas usan rutas migratorias y zonas de alimentación que muchas veces se solapan con rutas de navegación comercial de embarcaciones grandes. Según un estudio, aproximadamente el 92 % de la distribución de las distintas especies de ballenas tienen tráfico de barcos grandes. Los barcos grandes viajan rápido. A mayor velocidad, no sólo aumenta la probabilidad de impacto, sino que si golpean a la ballena, el daño suele ser letal o más severo. También, las embarcaciones de gran tonelaje tienen rutas menos flexibles para maniobrar, lo que reduce la posibilidad de evitar al animal.
Las ballenas nadan libremente por los océanos, sin embargo, muchas veces su rutas coinciden con las rutas de navegación de diferentes tipos de barcos. Esto es un riesgo directo para su existencia, ya que además de provocar choques con dichas embarcaciones, el ruido afecta a la comunicación de las ballenas. El artículo revela que Chile tiene la mayor tasa global de mortalidad de ballenas por colisiones con embarcaciones en la última década. Las colisiones son la principal causa de muerte no natural en cetáceos, afectando gravemente a especies en peligro como la ballena fin. Con focos críticos en zonas portuarias como Magallanes y Los Lagos.
Al inicio muchas ballenas flotan porque en el proceso de descomposición se generan gases en los tejidos, lo que las hace subir a la superficie. Por eso, a menudo se las ve flotando tras morir. Sin embargo, una vez que esos gases se liberan o el cuerpo se descompone lo suficiente, el cadáver suele hundirse en el fondo marino.
Este proceso se conoce como “caída de ballena” (whale fall), y puede tardar desde horas a días en ocurrir dependiendo de la especie, el estado corporal y las condiciones del agua (temperatura, salinidad, profundidad).
A nivel global, después de siglos de caza, la mayoría de las poblaciones están muy por debajo de sus números históricos. En la página de la Comisión Ballenera Internacional se puede encontrar el estatus de algunas especies de ballenas.
Las ballenas son mamíferos que respiran aire, por lo que deben emerger con frecuencia. Según la especie, pueden permanecer bajo el agua entre 5 y 20 minutos, y algunas como el cachalote (Physeter macrocephalus) o la ballena picuda (Ziphiidae) superan la hora en inmersiones profundas.
Hay muchos factores que pueden determinar la longevidad de una ballena, como la genética, el hábitat, la geografía, la dieta, el estilo de vida y el nivel de peligro de extinción. La longevidad varía según la especie. La mayoría de las ballenas grandes (misticetos) pueden vivir 60–90 años, mientras que hay estudios para la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus) que indican que puede superar los 100 años, siendo uno de los mamíferos más longevos del planeta.
El sonido es esencial en la vida de las ballenas: lo usan para comunicarse, orientarse, alimentarse y mantener el contacto social en aguas donde la visibilidad es muy baja. Cada especie tiene un repertorio acústico propio. La contaminación acústica causada por barcos, exploración sísmica o construcción submarina puede interferir con esa comunicación, reduciendo su alcance y provocando cambios de comportamiento.
Las respuestas de las ballenas a las embarcaciones varían según la especie, el contexto y su experiencia previa: algunas muestran curiosidad y se acercan, otras simplemente ignoran a los barcos y muchas tienden a evitarlos. Lo que puede pasar en zonas turísticas es que los animales estén más habituados a la presencia de embarcaciones y se acercan sin percibirlas como amenaza. En la mayoría de los casos, la interacción no es miedo sino un comportamiento natural condicionado por la situación.
El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) es referente en el estudio de la ballena franca austral en Argentina desde hace más de 50 años. Sus investigaciones han generado el catálogo individual más grande del mundo para esta especie. En la práctica, hay intercambio frecuente entre ICB, ONGs internacionales, universidades y organismos multilaterales para coordinar datos y estrategias de conservación.
Por ejemplo, investigadores del ICB exploraron junto a nosotros el Mar Argentino.
Dominga es un megaproyecto minero y portuario, que amenaza con construirse en la mitad de un verdadero santuario, la zona del Archipiélago de Humboldt, en Chile, donde conviven cientos de especies únicas. Compartimos más información aquí.
Desde Greenpeace, en diciembre del año pasado reactivamos la campaña en contra de la aprobación del proyecto Dominga, el cual representa una grave amenaza para las especies y ecosistemas que alberga el Archipiélago de Humboldt. En este marco, hemos presentado informes técnicos y escritos jurídicos que evidencian tanto las deficiencias técnicas del proyecto como su incompatibilidad con la protección de la naturaleza.
Es importante destacar que, pese a haber sido rechazado en tres ocasiones, la empresa continúa insistiendo en su aprobación a través de los tribunales, manteniéndose aún pendientes diversas instancias judiciales. Paralelamente, se han llevado a cabo acciones de visibilización respecto de los impactos del proyecto.
Si bien en el último tiempo estas actividades no se han concentrado en las localidades directamente afectadas, pues allí son principalmente impulsadas por las organizaciones locales que integran la Alianza Humboldt, de la cual formamos parte, actualmente se está trabajando en un plan para reforzar la visibilidad en la propia zona, en caso de que el proyecto obtuviera aprobación.
El avistaje de ballenas tiene beneficios reales (económicos, educativos, conservación), pero cuando hay demasiadas embarcaciones o violaciones de las reglas (demasiado cerca, sin respetar tiempos, muchas visitas repetidas) los impactos negativos aparecen: estrés, interrupción de descanso, alimentación, comportamientos evasivos, ruido que interfiere con la comunicación, y hasta desplazamiento o disminución de población si la presión es constante. El Handbook de la IWC advierte claramente que los beneficios sólo se mantienen si hay una gestión responsable.
Gracias por ser parte
Queremos agradecer a las personas que participaron de este encuentro y, en especial a nuestros donantes, quienes hacen posible que cada campaña que realizamos siga adelante.
Defender a las ballenas no es solo un deber: es una oportunidad de conectar con la naturaleza y con los que soñamos un futuro más justo y sostenible.