El concepto de “justicia climática” es relativamente nuevo. Surgió allá por 2015 en medio de las negociaciones sobre el cambio climático y el acuerdo de París, un tratado internacional que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.​

Si ya lo escuchaste alguna vez, pero no sabes con precisión qué es, en esta nota te contamos de qué se trata y por qué ponerla en acción es la mejor manera de crear ese mundo mejor con el que soñamos. 

La justicia climática tiene que ver con la equidad económica, la seguridad y la igualdad de género y nos permite abordar los temas climáticos desde perspectivas más profundas e interconectadas

Desde esta mirada se busca dar solución a las desigualdades que generan las causas y las consecuencias de la crisis climática entre las personas y grupos de personas. 

 ® Leandro Herrera

Así quienes trabajen para combatir el cambio climático deben decidir y obrar teniendo presente que muchos países y comunidades están sufriendo una devastación de la que no son responsables. Y, al mismo tiempo, recordando que todas las personas experimentan la crisis climática de distintas maneras.

El ideal es buscar un equilibrio entre los países del norte que emiten más y los del sur que son más vulnerables. Y, con esta visión de la realidad, llevar adelante la acción climática en sus tres frentes: reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, adaptación al cambio climático y el pago de las pérdidas y daños que ya está produciendo (de esto hablaremos más en detalle a continuación). 

Es importante entender que la justicia climática sólo será completa cuando abarque esos tres ítems. Es decir, cuando haya apoyo y financiación nueva y adicional para las comunidades vulnerables, pero no solo para pérdidas y daños, sino también para adaptación y mitigación (reducción de emisiones de efecto invernadero, las causantes de la crisis climática).  

Pérdidas y daños, ¿quién paga la cuenta de tanta destrucción? 

El concepto pérdidas y daños está relacionado con el de justicia climática. Entenderlo nos brindará una nueva herramienta para leer los tiempos que corren. En especial, porque refiere a problemas que suceden con frecuencia en todas las latitudes. 

Es una forma de nombrar a los efectos duraderos del cambio climático a nivel mundial, considerando que a muchos de estos impactos no se los puede ni podrá evitar.

  • Pérdidas: cosas que no se recuperan ni se pueden reemplazar una vez que desaparecen. Por ejemplo: vidas humanas y de animales, especies de flores e insectos, culturas.
  • Daños: cosas que pueden ser reparadas. Por ejemplo: hogares dañados, infraestructura y medios de subsistencia. 

Cuando escuches hablar sobre el tema sabrás que lo que se debate son los daños que causa el cambio climático y cómo y quiénes deben pagar por ellos

Con el aumento del nivel del mar y eventos extremos más frecuentes, algunas personas y países sufrirán las consecuencias más de lleno que otros: inundaciones, escasez de agua, destrucción de hogares, ambientes devastados, pérdida de cultura y muertes. 

En este sentido, la idea de que los más grandes contaminantes deben hacerse responsables de los daños es una parte importante de la justicia climática. Y si bien no se puede mirar este tema solo en términos financieros, el apoyo monetario es crucial para llevar justicia a los más vulnerables (y vulnerados).  

Por lo general, los países que menos hicieron para causar el cambio climático son los que viven los peores impactos. Solo algunos de los ejemplos más recientes, como las inundaciones en Pakistán y las sequías en Somalía y Etiopía, dejan en claro que los daños y pérdidas están pasando ahora

El caso de Bogotá

Las ciudades no están exentas del cambio climático. Por un lado, generan más del 70% de las emisiones globales. Por otro, experimentan sus fuertes efectos de una forma cada vez más evidente.

Poner en práctica la justicia ambiental y urbana es una forma de transformar radicalmente espacios, mentalidades y políticas para que las ciudades se conviertan en lugares de acción climática, resiliencia y justicia social

Desde Greenpeace Colombia trabajamos para tener sociedades más empáticas, cooperativas y colectivas. Es decir, sociedades menos egocéntricas y más ecocéntricas. Por eso, para hacer a Bogotá más justa y sustentable nos planteamos ¿cómo dejar de pensarla solo para los carros y volverla más accesible para peatones? ¿Cómo y dónde sumar espacios para la niñez y las mujeres? 

En busca de una visión integral, junto con otras organizaciones sociales, definimos que los tres puntos de entrada para generar más impacto serían la movilidad, la calidad del aire y el sistema alimenticio.

A partir de esta iniciativa se logró que Bogotá se transformara en la primera ciudad de Latinoamérica con acuerdo vinculante para declarar la emergencia climática. Esto significa que define las responsabilidades de varias instituciones y destina presupuesto para hacer esas transiciones y abordar los temas climáticos como prioritarios.

Si bien el caso de Bogotá no carece de contradicciones y tiene mucho aún por mejorar, es cierto que nos muestra que la Justicia Climática debe ser nuestro norte mientras seguimos impulsando la transición hacia ciudades resilientes al cambio climático.

Escucha todo sobre Justicia Climática y la experiencia de Bogotá en Atmósfera Greenpeace, el podcast creado por nuestro equipo de voluntariado.