La selva tropical contiene la quinta parte del agua dulce del mundo, pero la deforestación, las lluvias escasas y el calor implacable están dejándola seca.
Cuando pensamos en la Amazonía, enseguida vienen a nuestra mente miles de kilómetros de selva frondosa y exuberante. Anchos ríos marrones e infinidad de aves, reptiles, insectos, peces, monos, felinos, habitando en medio de la vegetación tupida. Además de, por supuesto, cientos de tribus de pobladores originarios y ancestrales, viviendo en perfecta simbiosis con ese territorio natural.
Incluso nos parece que el bosque tropical más extenso del mundo es tan inabarcable como indestructible. Sin embargo, la Amazonía tampoco se salva de la ambición de los intereses comerciales y, mucho menos, de ser parte de un planeta cada vez más caliente.
Así es que hoy las imágenes de la fuerte sequía que puso al estado brasileño en emergencia recorren el globo y nos muestran los estragos del clima cambiante que vivimos.
Aunque cueste asimilarlo, la cantidad de agua en ríos y lagos de la cuenca llegó a niveles muy bajos, sin precedentes, en el mes de septiembre desatando una crisis humanitaria y muerte masiva de peces y de delfines rosados.
En este contexto, aumentan los incendios forestales que ya hacen del aire de Manaos, una ciudad de dos millones de habitantes, un peligro para la salud.
Esta situación dramática podría empeorar de manera drástica en estos días, cuando se espera que la sequía esté en su nivel más alto.
¿Qué consecuencias tiene la sequía en Amazonas?
A principios de mes uno de los primeros ríos llegó a su nivel más bajo alguna vez registrado, mientras que otros se acercaban a niveles históricos. Tan seco estaban los cauces que en muchas zonas aparecieron enormes bancos de arena donde antes pasaban barcos.
Así se ve la sequía que no sólo trajo escasez de agua potable sino que también de gas, alimentos y otros productos de primera necesidad. Las autoridades sanitarias informaron a medios como Mongabay que: “Han empeorado los casos de enfermedades respiratorias, diarrea y otros problemas de salud asociados”.
Para peor, en una zona donde la navegación es la principal vía de comunicación, han quedado aisladas decenas de miles de personas que viven en comunidades remotas y que solo pueden trasladarse por bote.
Más de cien delfines amazónicos, incluidos los delfines rosados en peligro de extinción, fueron encontrados muertos en el lago Tefé, en el estado de Amazonas. Imagen cortesía de André Zumak/Instituto Mamirauá.
La fauna también sufre: una cantidad incontable de especies animales mueren en una región conocida por su vida silvestre abundante. En el lago Tefé, por ejemplo, las temperaturas del agua continúan siendo elevadas y han aparecido más restos de delfines rosados -especie en peligro de extinción-, elevando el número de delfines muertos a 153
Muchos lagos y ríos de la Amazonía brasileña, como el Manacapuru, en el estado de Amazonas, registraron una mortandad masiva de peces debido a la sequía. Imagen cortesía de Defensa Civil de Amazonas.
¿Qué fenómenos agravan la sequía en Amazonas?
Las pocas precipitaciones que caracterizan a esta época del año en la región se ven potenciadas por dos sucesos naturales que ocurren al mismo tiempo y que limitan la formación de nubes y las consiguientes lluvias.
Según explican desde Mongabay, uno de estos fenómenos es El Niño, que al calentar la superficie del agua en el océano Pacífico ecuatorial fuera de lo normal, produce corrientes de aire de este a oeste sobre la pluviselva amazónica.
A su vez, el calentamiento de las aguas del océano Atlántico tropical norte crea vientos de norte a sur a lo largo del bioma. Estas corrientes de aire impiden la formación de nubes de lluvia.
Con estos factores en juego, la sequía se hace más intensa.
¿Cuál es la relación entre la sequía en el Amazonas y el cambio climático?
En la Amazonía el cambio climático y la deforestación se complementan entre sí para empeorar la situación. La práctica que destruye áreas boscosas para cultivar soja y criar ganado para exportación y las modificaciones en el clima hacen que la lluvia sea más escasa y las temperaturas más altas porque los árboles de la Amazonía liberan humedad, lo que baja la temperatura y forma nubes de lluvia.
A esta realidad que retroalimenta la sequía, hay que sumar un pronóstico nada auspiciante. Según los modelos climáticos “en las próximas décadas, con el aumento de las temperaturas causado por el cambio climático, estos eventos se volverán más frecuentes”, afirmó Gilvan Sampaio, científico que monitorea patrones climáticos en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil al New York Times.
Y la frutilla del postre es que en una Amazonía que pierde árboles y donde llueve menos, la acechan incendios forestales frecuentes que se expanden con facilidad. En estos días el fuego ha hecho que el aire sea peligroso para millones de personas, incluidas algunas comunidades indígenas, y al mismo tiempo han secado ríos importantes a un ritmo récord.
Fuentes: New York Times y Mongabay