En nuestra sociedad, todo se usa y se tira para lograr que el consumo sea constante. Por eso, los descartes son parte “necesaria” del sistema en el que vivimos. Así, durante décadas este estilo de vida pareció no tener límite.
Sin embargo, esto terminó por desencadenar la triple crisis en la que estamos inmersos (cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad.) Ya no podemos permitir que el modelo lineal de economía (extracción y producción-consumo-descarte) sea considerado el único posible.
Está a la vista que la naturaleza no puede soportarlo más y que eso pone en riesgo nuestra propia supervivencia.
Los números de la basura en el mundo
A nivel mundial se generan 1.900 millones de toneladas de basura por año, según datos de Waste Atlas, un mapeo de residuos realizado por científicos de todo el mundo en más de 1.800 ciudades de 164 países.
De esta enorme cifra, se sabe que 70% termina en basurales y rellenos sanitarios y solo el 19% se recicla.
En América Latina, los países que más desechos generan son México (1,16 kilos per cápita, por día), Chile (1,15 kilos por día), Argentina (1,14 kilos por día), seguidos por República Dominicana (1,08 kilos por día) y Brasil (1,04 kilos por día). Así se desprende del informe del Banco Mundial, What a Waste 2.0.
Sin embargo, como era de esperarse, los mayores generadores de basura a nivel mundial son los gigantes de la economía: China y Estados Unidos -se desprende del reporte “What A Waste Global Database” del Banco Mundial-.
Dentro de este panorama, vale mencionar que la basura plástica es una problemática particularmente sensible. El número de la contaminación derivada de productos de un solo uso (bolsas, botellas, pitillos, cubiertos, bandejas, etc.) es tan inmensa que se hace casi imposible de imaginar: se estima que 7 miles de millones de toneladas inundan el planeta.
Soluciones de fondo: reciclar más y exigir el Tratado Global sobre plásticos
Hacer una buena gestión de la basura es mucho más que mantener limpias las calles. Hay enormes beneficios en recuperar materiales a través del reciclaje y en descomprimir los rellenos sanitarios. Entre ellos, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que generan cambio climático, dejar de contaminar agua, tierra y aire e impulsar la economía circular.
De hecho, el reciclaje sigue siendo una herramienta necesaria para comenzar a destrabar esta crisis. Más aún cuando se genera incluyendo a los trabajadores informales del sector. Según reportes de ONU Hábitat, más de 200 ciudades aumentaron sus tasas de reciclaje de 40% a 80% gracias a mecanismos de integración de recicladores.
Otra forma de encarar de manera más firme esta situación es a través de tratados como el de prohibición de plásticos de un solo uso, una medida que empezaría a resolver el problema de fondo.
En ese sentido, se está trabajando con representantes de 160 países en el Tratado Global sobre Plásticos que busca luchar contra la contaminación plástica de cara al 2024. Este documento ayudaría a reducir -y hasta eliminar- la producción de plásticos de un solo uso y también conduciría a los estados y a las industrias a invertir en serio en soluciones verdes, genuinas y justas (como impulsar modelos de negocios de reuso y refill).
Como ciudadanos y ciudadanas, tenemos que mostrar a gobiernos y empresas que este tema nos importa. Y mucho. Mientras tanto, no dejemos de sostener los hábitos que hacen la diferencia:
- Separar la basura en origen y reciclar
- Compostar
- Evitar el plástico de un solo uso en tus compras
- Activar por las causas en las que crees