Debo reconocerlo, es difícil ser optimistas respecto al futuro del planeta en tiempos de una emergencia climática y de tasas de pérdida de biodiversidad sin precedentes en la historia de la humanidad. Hoy la atmósfera concentra más de 415 ppm de CO2 y la última vez que esto ocurrió fue hace 5 millones de años (Plioceno) cuando la temperatura del planeta era 2-3ºC mayor, la elevación del mar era hasta 25 metros más que hoy y los casquetes polares estaban ausente la mayor parte del año.

La pérdida de especies es alarmante, es un centenar de veces más rápida que en condiciones naturales, tan solo en un siglo se han extinto más especies que de forma natural habría ocurrido en 10 mil años en la naturaleza y más de un millón de especies está en peligro de acuerdo a un reciente informe del IPBES. Si a eso le sumamos que 75% de los hábitats terrestres y 66% de los hábitats marinos se han degradado significativamente por acciones humanos el panorama es desalentador.

Greenpeace estudia los impactos del cambio climático en islas de la Antártida
Greenpeace estudia los impactos del cambio climático en islas de la Antártida © Christian Åslund / Greenpeace

Más de 2 mil millones de personas no tienen acceso al agua potable, 1,800 millones no pueden comer todos los días y 300 millones seres humanos se ven afectados por desastre naturales vinculados a las alteraciones climáticas, sumemos a esto que  vivimos la emergencia de una pandemia mundial y que nuevos virus y bacterias harán su aparición con el derretimiento del permafrost. Es abrumador, pero aún con todo esto soy (quiero ser) optimista.

Hoy la humanidad tiene  en sus manos y mentes, su propio destino, el futuro nos pertenece y hace varios años que sabemos que es lo que hay que hacer, el problema es que no lo hemos hecho. Quiero aprovechar este espacio para hacer una reflexión y un mea culpa a mi generación. Los que medio generación X y medio Milennials siempre hemos sabido qué hacer, pero no lo hemos hecho por miedo a desafiar lo establecido, miedo a vernos como fracasados (o no exitosos), por miedo a innovar y des-construir un modelo que es inequitativo, machista, depredador y totalmente injusto. En nombre de toda una generación ofrezco disculpas y soy enfático en decir que no es tarde para cambiar el rumbo.

Biodiversidad y contaminación plástica
Biodiversidad y contaminación plástica © Troy Mayne / Oceanic Imagery Publications

Soy optimista cuando miro hacia el futuro porque veo una nueva generación rebelándose. Quienes despertaron con la inspiración de una niña común y corriente sentada en las afueras del parlamento sueco que reclamó un mejor futuro y que entiende que en sus manos no recae la responsabilidad pasada, pero si la responsabilidad futura. Esto es lo que desde hace casi medio siglo hemos intentado desde Greenpeace, ser el cambio que queremos ver en el mundo e inspirar a otros para actuar en favor del planeta. Hoy gracias a Greta son cientos de miles de personas marchando y reclamando la inacción de una generación que se conformó con más de lo mismo sin sacrificar su confort pero si hipotecando el futuro.

El consenso científico es rotundo, la temperatura del planeta no puede exceder los 1.5ºC o la vida misma como la conocemos – incluido nuestro sistema económico- colapsará. Para ello debemos reducir entre 40-50% las emisiones para 2030. Hasta ahora la tº ha aumentado 0.8-1.2ºC ¡Es urgente actuar! Todos y todas podemos hacer algo, por pequeño que parezca debemos pensar global y actuar local provocar el cambio necesario cambiando lo que hemos hecho mal hasta ahora.

Greta Thunberg y las huelgas estudiantiles
Greta Thunberg y las huelgas estudiantiles

Pero los ciudadanos no podemos hacer esto solos, necesitamos de los principales actores y causantes de este problema:

  • Los países y nuestros gobiernos deben tomar medidas drásticas y ambiciosas y no quedarse en acuerdos políticos tibios que solo sirven para tomarse fotos.
  • Debe haber cambios en el sistema de producción y consumo y aquí las grandes empresas son vitales. Debemos entender que la actual forma de crear riqueza a costa de la naturaleza tiene un precio muy alto, que ellos no están dispuesto a pagar, pero que debemos hacerlos responsables de los  “pasivos ambientales” que han creado.

Las grandes corporaciones deben entender que su modelo extractivista es insostenible, que no podemos seguir con una economía basada en combustibles fósiles, fomentando el sobre consumo como resultado de estrategias agresivas de marketing, fomentando una cultura del usar y tirar que nos llena de residuos que jamás serán reciclados. Es hora de un cambio y las nuevas generaciones – es decir sus consumidores – lo están exigiendo porque solo un futuro donde la sociedad es consciente de cómo nuestros estilos de vida impactan en el medio ambiente podrá darle la vuelta a la tendencia actual.

Greenpeace Slovakia Activists Urge Citizens to Vote for the Climate in the Elections. © Mitja  Kobal / Greenpeace
Protesta en Slovakia por la crisis climática © Mitja Kobal / Greenpeace

No olvidemos que toda actividad económica, nuestra alimentación y supervivencia depende de la naturaleza, la biodiversidad y la estabilidad climática. Debemos fomentar un estilo de vida que nos permita no superar los 1.5ºC de aumento en la temperatura global y para ello debemos combatir el consumismo, la cultura de lo desechable y transformar por completo el modelo de producción y consumo. Soy optimista en que juntos, creando una sociedad más y equitativa, solidaria y justa, las nuevas generaciones sabrán sacar adelante esta tarea, al menos Greta y los centennials han dado el primer paso, cuestionando y poniendo de cabeza un status quo que se niega a cambiar ¡Cómo nos atrevemos (a no hacerlo)! *How dare we?*

¡Súmate y seamos el cambio que necesita nuestro planeta!

Emergencia climática

Necesitamos acción climática urgente y contundente, tenemos que dejar el petróleo bajo tierra y transitar hacia una economía limpia, sustentable y equitativa. El gobierno tiene que respetar los acuerdos que el país ha adoptado tanto nacional como internacionalmente y que están plasmados en las leyes mexicanas.

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