El clima extremo -producto del calentamiento global causado por la actividad humana- está azotando a comunidades y familias con una fuerza sin precedentes, arrancando vidas y cambiando los paisajes para siempre. Esta situación nos enfrenta a una devastación impensada, alimentada por las operaciones de las compañías de energías fósiles.

En esta nota, cuatro sobrevivientes de tres continentes relatan sus experiencias personales tras sufrir en carne propia las consecuencias del clima extremo. A continuación, la realidad de cómo es estar en la primera fila de la crisis climática.

Darroberto y Beatriz – Río Grande do Sul, Brasil

“Parecía una escena de guerra”. Darroberto y Beatriz al frente de su negocio familiar.

“Estamos casados hace 43 años y llevamos viviendo aquí desde hace 44. Estoy jubilado y llevo una vida tranquila. 

De repente, el 4 de mayo, el agua empezó a brotar. No podíamos determinar de dónde salía. En una hora, tuvimos que dejar nuestra casa. Al irnos, el agua nos llegaba al pecho. Casi tuvimos que salir a nado. 

“Prácticamente no se salvó nada”. Devastación por inundaciones en Arroio do Meio, Rio Grande do Sul 2024. © Fernanda Ligabue / Greenpeace

Subimos a la casa de nuestros vecinos, en el segundo piso, y allí nos quedamos. Éramos 7 personas con nuestras mascotas. Esperamos que nos vinieran a rescatar durante todo el día, mientras el agua continuaba subiendo hasta casi alcanzar el segundo piso. Parecía una escena de guerra, en la que otras personas gritaban desde sus techos pidiendo ayuda. Entonces, empezamos a entrar en pánico.

El bote que vino al rescate arribó a las 10:30 PM, en medio de la lluvia que seguía cayendo. Los rescatistas eran ciudadanos comunes que tuvieron que ingeniárselas para derribar un portón para llegar hasta donde estábamos. Tardamos 2 horas en estar a resguardo. 

En ese momento, pensamos que sería cuestión de pasar la noche y que volveríamos al otro día a nuestro hogar. Sin embargo, no fue así. Tuvimos que mudarnos a la casa de nuestro hijo por 22 días. Durante ese plazo, el agua nunca bajó. Estábamos desesperados.

“Revivimos esto todos los días”. Devastación por inundaciones en Arroio do Meio, Rio Grande do Sul 2024 © Fernanda Ligabue / Greenpeace

Cuando empezamos la limpieza no se pudo salvar casi nada. Es devastador perder todo lo conseguiste en tu vida. Todavía quedan escombros que nos recuerdan la tragedia cada día. Aún continuamos desechamos objetos. Encima, proliferaron las ratas, las cucarachas y los olores. Es horrible. 

Nuestros amigos y familiares nos ayudaron con la limpieza. Después de pintar todo, pudimos volver. Enseguida, hubo otro pico de precipitaciones y tuvimos que irnos por una semana.  

Creo que esto pasó para que nos diéramos cuenta que hay muchas personas buenas sólo que los peores ocupan puestos más altos y no creen que haya que cambiar de dirección. ¿Por qué hay que esperar una tragedia para darnos cuenta de esto?”.  

Sharma – Tongaat, Sudáfrica

“Lo que alguna vez fue un hogar lleno de amor y calidez ahora es solo un cascarón vacío de ruinas”.

“En las últimas horas de la tarde del 3 de junio de 2024 un tornado golpeó a gran parte de Tongaat, rompiendo todo en su violento camino. El tornado también desplazó a cientos de familias y causó la muerte de 12 personas.  

En particular, la casa de mi familia quedó destrozada por completo. Ese lugar que una vez fue un hogar lleno de amor y calidez, hoy es un cascarón vacío en ruinas. 

El tornado se cobró 12 vidas y dañó más de 7.000 viviendas.

Es triste pensar que dos años antes, ese mismo hogar había quedado sumergido por las inundaciones. A raíz de todo esto, la salud física y mental de mis padres, quienes ya son mayores, se vio muy afectada por estos duros golpes. 

Nuestras pertenencias y vidas quedaron arruinadas por estos dos eventos climáticos extremos.

Las pocas cosas arruinadas que quedaron las doné a Greenpeace África, que las llevarán a las compañías de gas y petróleo que son las responsables y que deben empezar a pagar por los daños que le han hecho a nuestro clima y planeta”. 

Trixie – Isla Batasan, Filipinas

“Las compañías de gas y petróleo están destruyendo nuestro planeta y deben hacerse responsables de la devastación que experimentamos”

Devastación por el súper tifón Odette en la ciudad de Surigao, Filipinas. © Jilson Tiu / Greenpeace

Cada uno de estos testimonios demuestra que la crisis climática no es ya una amenaza lejana. Es una realidad cruda e inmediata para las comunidades de todo el mundo. Más vidas serán devastadas por eventos climáticos extremos mientras las compañías petroleras sigan contaminando y eludiendo su responsabilidad.

Secuelas de las inundaciones en Brasil © Diego Baravelli / Greenpeace Brasil

Al exigir que las corporaciones petroleras dejen de perforar y comiencen a pagar, podemos cambiar el rumbo hacia un futuro justo y habitable.

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Esta nota fue publicada originalmente en Greenpeace International