
En esta nota de Revista Gente el activista Carlos nos cuenta como su experiencia en una acción de Greenpeace Internacional

“El mar vuelve a ser protagonista de una lucha que lleva décadas. Junto a 3 activistas, realizamos una protesta pacífica y no violenta en altamar, al norte de las Islas Canarias, como respuesta a los planes de la industria petrolera de continuar explorando en el Mar del Norte.
Logramos abordar un buque que transporta una plataforma flotante de producción, almacenamiento y descarga [FPSO] con el que la empresa Shell pretende extraer todas las reservas de petróleo y gas del pozo llamado Penguins. La actividad podría extenderse por días.

Es difícil de comprender como una industria que ha sido la mayor responsable de la crisis climática y que no cuenta con licencia social en ninguna parte del mundo, sigue perpetrando estos crímenes ambientales, sin ningún tipo de penalidad y sin hacerse responsables de los vacíos ambientales que dejan.

Con esta acción directa y no violenta, buscamos exponer a las petroleras que quieren explotar hasta la última gota de petróleo que quede en tierra y mar a costa de impactos graves en el clima, migraciones forzosas de millones de personas al año por cuestiones climáticas y la pérdida de biodiversidad alrededor del globo.

Estas grandes corporaciones, que se autodenominan como sustentables, sólo buscan más riquezas, mientras que los gobiernos apuestan a ganar elecciones con discursos en defensa del clima, pero cuyas acciones distan mucho de proteger fehacientemente el futuro de su pueblo.
Acá, nos encontramos cuatro personas de países distintos, pero atravesados por la misma problemática, somos personas que creemos que hay que actuar ya para frenar esta crisis climática y ecológica y nos identificamos con una inmensa población qué necesita y quiere ser escuchada.


La comunidad científica es clara y lo ha alertado en los últimos reportes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC): si queremos mantener la temperatura global al límite de 1.5°C, no se deben abrir nuevas fronteras hidrocarburíferas en ningún lugar del mundo. Sin embargo, la ambición de unos pocos nos demuestra lo contrario.

En Argentina, también lidiamos con un escenario similar. La industria petrolera tiene autorización para avanzar con prospecciones sísmicas en Buenos Aires a sólo 300 km de las costas de Mar del Plata. Estos proyectos podrían convertir a las playas del Mar Argentino en el próximo desastre ambiental.

Sin embargo, las autoridades y corporaciones impulsan la falsa premisa de desarrollo y progreso. Pero es contradictorio pensar que el progreso venga de la mano de una matriz energética mayoritariamente extractivista, que no hace más que profundizar la emergencia climática.
Las exploraciones sísmicas y perforaciones hidrocarburíferas offshore solo dejan riquezas a unos pocos, pero las consecuencias de un clima extremo para todos. Es hora de que estas prácticas queden en el pasado”.