
Los incendios forestales pueden ocurrir durante todo el año, pero tienen una incidencia mayor en los meses más calurosos del verano y la primavera. Por eso, en nuestro hemisferio, en el período de septiembre a marzo nos enteramos de focos que se dan muy cerca nuestro -dentro del país y en toda la región- y cuando acá llega el invierno, vemos con tristeza cómo la misma escena se repite del otro lado del Ecuador.
El daño que ocasiona el fuego es de tal magnitud que enseguida alcanza los titulares de los medios de comunicación. Así, lo vemos repetirse en las noticias una y otra vez aunque esta recurrencia no siempre sea sinónimo de que se comprenda la complejidad de su impacto y todo el dolor y la destrucción que dejan detrás.
Por eso, para hablar de este tema tan importante y concientizar sobre cómo evitarlos, cada 18 de agosto se conmemora el Día de la Prevención de Incendios Forestales.
¿Qué es un incendio forestal?
Un incendio forestal es un fuego que se propaga libremente, sin estar sujeto a control humano, y que implica un efecto no deseado para la vegetación. Se caracteriza por la velocidad en que se desarrolla fuera de su fuente original, su potencial para cambiar de dirección en forma inesperada y su capacidad de saltar obstáculos como rutas y ríos.
Lejos de los tecnicismos, la realidad muestra que en todo el planeta cada temporada estival los incendios forestales calcinan todo lo que tocan: vegetación, animales, nidos, madrigueras, pueblos y ciudades.
Si bien los incendios forestales están en el orden de la naturaleza, actualmente, la gran mayoría son originados por causas antrópicas, es decir, son provocados por las personas, ya sea de manera accidental o voluntaria. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (actual Subsecretaría de Ambiente) informó que el 95% de los incendios son causados por acciones humanas. A este combo hay que añadir el contexto de crisis climática que agudiza la sequía, los vientos y las plantaciones exóticas -como los pinos en la Patagonia-, todos factores que colaboran para que el fuego surja y se expanda con mayor voracidad.
En cada incendio, las cenizas viajan por el cielo a cientos de kilómetros como señal de alerta. Mientras tanto, en medio del infierno, los brigadistas luchan sin pausa para frenar las llamas, en una pelea desigual que se sigue hasta que la última ceniza se apague. Eventualmente el fuego va perdiendo fuerza e incluso, si se tiene suerte, la lluvia llega para aplacar las brasas que laten en el piso, escondidas. Para cuando esto ocurra, miles de hectáreas habrán quedado calcinadas y, con ellas, el hogar de miles de seres -sean humanos, vegetales y animales- habrá desaparecido y tardará décadas en recuperarse. Por este motivo, concientizar y trabajar en prevenir es tan importante.
¿Cuál es la situación en Argentina?
Desde Greenpeace detectamos, mediante el procesamiento de imágenes satelitales, que durante la última temporada primavera – verano el fuego arrasó con casi 32.000 hectáreas de bosques en la Patagonia, cuatro veces más que la temporada anterior. En otras palabras, fueron los peores incendios forestales de las últimas tres décadas en la región.

Entre la destrucción causada por incendios y por la deforestación, el panorama en nuestro país es de emergencia forestal. Es evidente que las multas no son suficientes para desalentar tanto a los incendios como a los desmontes, por lo que consideramos que en forma urgente se debe prohibir y penalizar la destrucción de bosques nativos.
La importancia de la prevención de incendios
El Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales sirve para que toda la población comprenda el uso racional y correcto del fuego, a fin de evitar situaciones de riesgo y las consecuencias devastadoras que producen.
Estas son los consejos centrales para prevenir los incendios forestales:
⚠️No fumar en el bosque ni arrojar cigarrillos fuera del coche. Una sola colilla encendida puede provocar un incendio que, en condiciones secas, se propaga con rapidez.
⚠️Hacer fogatas sólo en áreas autorizadas. Hay que asegurarse de apagar con abundante agua las cenizas. Y nunca hay que dejar la parrilla desatendida.
⚠️En épocas secas y con riesgo de incendios forestales no iniciar ningún fuego, aunque no esté expresamente prohibido.
⚠️No utilizar velas, antorchas o faroles.
⚠️Estacionar sólo en zonas que estén indicadas para eso. Los gases calientes del escape y los convertidores catalíticos pueden encender la hierba seca.

Más allá de la ciudadanía, ¿cuál es el rol que deben cumplir los gobiernos?
Los especialistas coinciden en que hay una relación estrecha entre el cambio climático y la mayor incidencia, frecuencia e intensidad de los incendios forestales. Amy Duchelle, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advierte que las proyecciones muestran que habrá un aumento sustancial en los próximos años, “lo que es muy preocupante, no sólo porque los incendios forestales se ven alimentados por estas condiciones más cálidas, sino porque también liberan dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo así a la crisis climática, y convirtiéndose en un círculo vicioso del que es difícil salir” .
Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace añade en el mismo sentido “La crisis climática exige prepararse para un aumento de los incendios forestales. La dirigencia política debe dejar de subestimar esta situación”. Por este motivo, desde nuestra organización seguimos reclamando recursos económicos y humanos para el efectivo combate al fuego, la restauración de los bosques nativos destruidos y que se cataloguen como delito penal a los incendios forestales como así también los desmontes.
Otras medidas abarcativas que ayudan a frenar los incendios forestales
Las plantaciones de especies exóticas,como los pinos, corren especial peligro de sufrir incendios forestales. Sabiendo esto, deben regenerarse los bosques caducifolios naturales con especies nativas y variadas.
Seguir luchando para reducir las emisiones contaminantes que generan cambio climático es siempre la mejor opción. En un planeta equilibrado los eventos climáticos extremos disminuyen su frecuencia. Es decir, que con menos sequías y menos olas de calor, los incendios se vuelven más controlables.
Los gobiernos deben aumentar la cantidad de brigadistas, mejorar sus condiciones laborales y la infraestructura para controlar y combatir los incendios, y asegurar la regeneración de los bosques arrasados por el fuego.
Esperamos que esta información sirva para conversar en el aula las distintas formas de ayudar a proteger a los bosques nativos de los incendios y entender que al hacerlo, estamos cuidando el hogar de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta, de miles de comunidades indígenas y campesinas y la fuente de bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia, como alimentos, maderas y medicinas.
Educación Ambiental para cuidar nuestros bosques

En este contexto, la Educación Ambiental Integral (EAI), impulsada por la Ley 27.621, aparece como una herramienta clave para generar el cambio cultural que necesitamos frente a la crisis ecológica y climática. Más que sólo transmitir contenidos, busca formar personas críticas, activas y comprometidas con el cuidado de los territorios. En este camino, las escuelas tienen un rol fundamental: pueden crear proyectos y campañas que ayuden a prevenir conductas de riesgo, y también convertirse en espacios de encuentro donde se entrelacen saberes locales, ancestrales y científicos. Hablar sobre el impacto de los incendios en la naturaleza, la biodiversidad y la salud nos ayuda a entender que la prevención es una tarea colectiva, que no puede quedar únicamente en manos de brigadistas o especialistas.